La vida del señor Triñanes: el comunista que decidió vivir nueve años en su cochera
La policía halla muerto a un conocido vecino de Avilés, de 72 años, por los fuertes olores que desprendía su plaza de garaje, donde residía al lado de su Smart
Nadie sabe el día exacto en que murió el señor Triñanes. En el barrio de El Carbayedo de Avilés le empezaron a echar de menos hace 15 días. El 7 de marzo un vecino llamó a la Policía sobre las dos de la tarde por el fuerte olor que desprendía el garaje comunitario. Cuando los agentes llegaron, siguieron la pista hasta la cochera número 139. Allí, con la cara sobre una mesilla y con un radiador portátil encendido, estaba el cadáver de Triñanes y el origen del hedor. El informe del forense dice que le dio un infarto agudo de miocardio entre el 23 de febrero y el 1 de marzo. No hubo autopsia. Le incineraron el 10 de marzo tras localizar a su familia; tenía 72 años.
José Manuel Triñanes Suárez nació en Gijón el 24 de julio de 1944. Según fuentes municipales, se empadronó en 2008 en la plaza de garaje 139 de la calle Severo Ochoa número 11 de Avilés. “Nunca recurrió (a los servicios sociales) ni parece que necesitara nada porque contaba con una pensión de jubilación”, asegura la concejala Yolanda Alonso. En el informe policial consta que dentro de la cochera de unos 22 metros cuadrados había un coche de dos plazas —un Smart Coupé naranja y negro que compró en 2016 por unos 12.000 euros al contado en el concesionario ADASA de la ciudad—un camastro, un calefactor eléctrico, una mesita y ropa.
Triñanes aparece en Google en un censo de luchadores antifranquistas. “Cuando yo lo conocí, fumaba (puros) Farias”, dice por teléfono Ladislao Estefanía, presidente del Partido Comunista de Avilés (PCA). “Trabajó en el Naval—un astillero—y se jubiló por enfermedad sobre los años 90. Sabía que vivía ahí desde que se separó hace unos 12 años—un hecho que le marcó para siempre—. Siempre pagó la cuota del partido—5 euros—. Era buen analista político y me llamaba de vez en cuando para ver qué estábamos haciendo”.
En 2004 Triñanes se presentó con un arma de fogueo en el despacho del vicealcalde Fernando Díaz Rañón (Izquierda Unida). Rañón había tomado una decisión con algún tipo de infraestructura local de la que Triñanes no era partidario y éste se presentó en su oficina con un arma mostrando su discrepancia de manera hostil.
El suceso llegó a la prensa local y en declaraciones al diario La Nueva España, Triñanes aseguró que no sufría ninguna enfermedad mental y que estaba en tratamiento por su divorcio.
Hoy la policía confirma que no tenía antecedentes de ningún tipo y Rañón descarta hablar con este periódico sobre aquel suceso. Sí el secretario de organización de IU Asturias, Alejandro Suárez, de 44 años. “Aquí muchos le recuerdan con cariño. Cuando ocurrió lo del arma no le expulsamos, simplemente dejó de pagar su cuota y se fue de IU—no del PCE—”
En su calle la mayoría recuerda a Triñanes como el mítico personaje del barrio. Muchos, sin embargo, desconocían que viviera en un sótano. “Era muy amable, siempre estaba tarareando una canción en el banco de enfrente del garaje”, cuenta Antonio, de 72 años, y responsable del Mesón Casero que hace esquina con las cocheras del edificio. “Iba siempre muy limpio y nos extrañaba porque, ¡joder!, vivir ahí abajo y vestir así…”. Antonio cuenta que Triñanes hacía vida solo, que se cuidaba y que solía fumar en pipa.
“Él cocinaba en su cochera”, cuenta Luis, el responsable del supermercado DIA que está situado justo en la acera de enfrente. “De su vida privada no hablaba. Venía una o dos veces por semana. Te llenaba un carro rápido y se gastaba unos 100 euros. Compraba platos preparados y muchas garrafas de agua. Alcohol no, ¿eh? Él no era un indigente. La última vez que vino por aquí fue hace tres semanas y ya no lo vimos más”. Javier, el cartero de la calle desde hace siete años, dice que las pocas cartas que le llegaban iban para un apartado que tenía en la oficina de Correos. “Nunca hablé con él. Básicamente le llegaba propaganda”.
En el estanco del barrio cuentan que no solía comprar mucho tabaco y que su marca favorita era Cherry. A unos siete minutos caminando desde el garaje está el quiosco Pali II, regentado por Elena: “Solía venir cada 15 días. Tenía encargado La Nueva España y la revista Tiempo desde hace 12 años. Se lo guardaba todo en dos bolsas y se las acercaba a la puerta. No podía moverse bien con sus muletas”. El último día que se pasó fue el 3 de febrero. “Cuando me enteré de que era él no me lo creía. ¡No sabía dónde vivía!”.
En Avilés hay 101 taxistas. Dos de ellos, que prefieren no dar su nombre, dicen que era muy generoso en las propinas y que alguna vez le llevaron al médico para acudir a sus revisiones. Este lunes el fuerte olor seguía en el garaje comunitario. A 10 pasos de la cochera 139 de Triñanes un hombre de mediana edad estaba limpiando unas botas. A su lado, una mujer más joven cerraba el maletero de un coche. “No queremos hablar con nadie de nada”. Eran sus hijos.
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