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Elecciones vascas 2016
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Podemos, se acabó la diversión

El resultado coloca al partido en tierra y ante la obligación de mezclarse en el debate identitario

Pili Zabala, el 23 de septiembre en Zarautz.Vídeo: JAVIER ETXEZARRETA
Íñigo Domínguez

Las elecciones vascas son ese juego de todos contra todos en el que al final siempre gana el PNV, que diría Gary Lineker. Parte de la campaña nacionalista se ha basado precisamente en esa seguridad de que allí, en Euskadi, nunca podrían ocurrir esos líos infernales de Madrid y que ellos les iban a enseñar cómo se hace un lehendakari en dos telediarios. Pues ya está. A las nueve y pico de la noche todo arreglado. En principio, nada cambiará. El lehendakari seguirá siendo Íñigo Urkullu y el PSE previsiblemente apoyará al PNV en una mayoría parlamentaria justita. Pues eso, niquelado. De todas formas enfrente no hay problemas, el PP nunca votará nada con EH Bildu y Elkarrekin Podemos.

Los votantes vascos ya han dejado claro lo que piensan de Podemos: que sirve para eso, para hacer ruido y armarla fuera, en Madrid, pero en casa no fastidiemos. Un partido que fue el primero en las últimas generales en el País Vasco con 333.000 votos sacó ayer la mitad, 156.000. Querían desalojar al PNV, aunque al final ya ni lo decían, pero ayer solo robaron votos a PSE y EH Bildu. A Urkullu, ni rozarle.

Lo curioso es que Podemos se ha movido en Euskadi en una montaña rusa de votos sin haberse bajado nunca del carricoche ni demostrar nada, como una utopía volante, pero ahora que ya termina la carrera y tiene que poner los pies en el suelo, con este mareo, el mundo se puede volver del revés. No dejan de ser los nuevos, no, pero si hasta ayer su irrupción había marcado la campaña por imponer los temas sociales, las preocupaciones reales, en vez de banderas y de dónde se siente uno, a partir de ahora será exactamente lo contrario: tendrán que meterse en el culebrón de la identidad, como todo hijo de vecino en Euskadi. No hay que hacerse ilusiones, aunque todos hayan disimulado no hay nada más importante en la política vasca. Y entonces Podemos ya será como los demás, enzarzado en los mismos laberintos retóricos, y hasta dentro de cuatro años. Con EH Bildu robándole los lemas: ayer Arnaldo Otegi llamó a asaltar los cielos y en la campaña ha hablado de casta y puertas giratorias.

En esta engañosa campaña vasca, donde no se ha hablado mucho de los auténticos temas de bronca que siempre marcan la legislatura –soberanismo, terrorismo, memoria, víctimas-, precisamente porque Podemos les ha permitido sobreentenderlos con su aire naif, el voto levanta de nuevo el telón sobre la rutina. Lo cierto es que el principal impacto real en el Parlamento de la formación de Pili Zabala es el de crear la más amplia mayoría por el derecho a decidir que ha conocido esta cámara, 57 escaños sobre 75. Y este escenario les obliga a retratarse. Hasta ahora han abogado por soluciones para las que hay que estar enterado de la apasionante política canadiense. En la campaña podía colar para ventilar el asunto en un debate, pero ahora hay que explicarlo en el Parlamento y apoyar esto o lo otro. Votar con EH Bildu o con el PP y PSE. El PNV también le lleva un siglo de ventaja en estos equilibrios.

El País Vasco acaba de pasar su primer examen de la asignatura Podemos, algo que ya ha hecho España dos veces. Colocado en su sitio, ahora Podemos debe pasar por el psicodrama de identidades del Parlamento vasco.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

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