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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sánchez / Garzón: dos izquierdas

La visión del líder de IU copia en todo a Podemos salvo que "casta" pasa a ser, en su discurso, "bipartidismo"

Antonio Elorza

El debate sobre el estado de la nación ha dejado en claro dos cosas. La primera, ya conocida, es el grado creciente de rigidez en la argumentación de Mariano Rajoy. La segunda, que existen dos izquierdas, una de ellas en dificultades, pero aun con rasgos definidos, y otra que, desde el impulso de los indignados, trata de llegar a un punto de ruptura con el actual sistema de democracia representativa (“el régimen de 1978”); al lado de Podemos la encarna IU de Alberto Garzón.

De Rajoy poco hay que decir: todo lo ha hecho bien y si algún problema resultó postergado, fue para atender a las imprescindibles prioridades. Y nada más. El futuro es azul, fin de corrupción incluido. Frente a esa muralla china, era lógico que la izquierda intentase atacar los numerosos puntos débiles de la defensa, lo cual ha podido suscitar la errónea impresión de que todos han dicho lo mismo.

El líder socialista fue resaltando los aspectos ultraconservadores de una política que ciertamente ha logrado, con ayuda externa, invertir la tendencia económica

El líder socialista fue resaltando los aspectos ultraconservadores de una política que ciertamente ha logrado, con ayuda externa, invertir la tendencia económica. Lo celebra. El Rajoy dibujado por Pedro Sánchez no es un monstruo al servicio de “las grandes fortunas y los poderosos”, como plantea Alberto Garzón, sino quien dicta una política orientada a estrangular el Estado social (empleo, Sanidad, Educación, etcétera). Como boxeador, Sánchez no buscó noquear al modo de Garzón, sino trabajar el cuerpo de la política del PP, culminada en la metástasis de la corrupción. Rajoy acusó el golpe.

Con Garzón hemos vuelto a la prehistoria de la izquierda: un maniqueísmo expresado de la forma más agresiva y tosca posible. A diferencia del riguroso martilleo del catalán Coscubiela, donde incluso la salida de tono respondía a una triste realidad, Garzón resucitó un zafio “pobres contra ricos” para prometer cosas como el empleo generalizado, la estatización o el regreso de todos los emigrados. Sánchez alaba la incitación al crecimiento por el BCE, que para Garzón es “una mafia”, “un escorpión”. Su visión general copia en todo a Podemos, solo que “casta” pasa a ser “bipartidismo” (amalgama PP-PSOE) y anuncia, olvidando el fracaso del “socialismo real”, nada menos que un nuevo país (¡nueve menciones!) donde el Estado absorba la economía y la democracia no sea solo “un procedimiento”, “votar cada cuatro años”, sino participación directa encabezada por “los activistas sociales”. Garzón promete un orden social justo “sin perder el tiempo en huelgas y manifestaciones”. ¿Desconoce que esa pócima es de sobra conocida, de Lenin a Chávez?

Resulta lógico que tras perder los papeles, con ausencia total de “cortesía parlamentaria”, ante la crítica de Pedro Sánchez, Rajoy tratase con paternal afecto a Garzón, tan útil para desprestigiar a una izquierda que rehúya la demagogia.

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