_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Podemos: asaltar, ¿para qué?

Iglesias rechaza en su formación el resolver conflictos políticos por medios democráticos

Antonio Elorza

El momento culminante del mitin-asamblea de Podemos en Vistalegre fue la respuesta airada de Pablo Iglesias al diputado europeo Pablo Echenique, partidario de rebajar el nivel de autocracia que implicaba la propuesta de organización: “El cielo no se conquista por consenso, sino por asalto”. La frase dio lugar a comentarios eruditos sobre la fuente de la conocida expresión, posiblemente el filme de Tomás Rioyo sobre el asesino de Trotski, sin más lecturas. Pero sin duda no era esto lo que contaba, sino el rechazo tajante de Iglesias a cualquier forma de compromiso, e implícitamente a la resolución de los conflictos políticos en Podemos por medios democráticos. Lo había anunciado con anterioridad, frente a la propuesta de dirección colegiada de “Sumando podemos”: no iba a aceptar ningún cambio sustancial a su proyecto, de manera que si se imponía la alternativa, él dejaba la dirección del nuevo partido. De este modo caía por tierra la pretensión de que la llamada “Asamblea Constituyente” fuese la máxima expresión de la democracia en nuestro país.

Lo sucedido recuerda a un viejo anuncio de automóviles bajo el franquismo: podía elegirse cualquier color de vehículo, siempre que fuese negro. Los miembros de Podemos tienen así la facultad de decidirlo todo, siempre que su decisión coincida con la previamente adoptada por el Secretario General. A lo mejor esto les hace sentirse libres, una pizca revolucionarios, y más felices. Pueden contentarse con el voto accesorio sobre las cien resoluciones presentadas, causantes de escaso entusiasmo: la de la reestructuración de la deuda, introducida para limar asperezas del pasado, obtuvo menos del 7% de preferencias sobre el total de posibles votantes. Y por fin a los disconformes, igual que a los inevitablemente perdedores, les toca apartarse. Por si acaso, mientras se vota, la página web no recoge los discursos de la polémica Echenique-Iglesias. Todo el poder para el pueblo, con el pueblo ilusionado con esta concesión, y luego uno decide. Uno, con su reducido grupo de amigos y correligionarios, ya conocidos. La Asamblea Constituyente no es así un órgano de decisión, sino de ratificación.

En fin, ¿para qué asaltar el cielo? Los documentos de la Asamblea dan muchos datos sobre necesidad de cambio, muy pocos sobre los objetivos principales. Marketing obliga. Aunque “asaltar el cielo” ya sugiere una inequívoca posición antisistémica. Lo único claro, con una frase del proyecto y el artículo de Monedero en la mano, es que van a cargarse mediante “una fase destituyente” (sic) el exhausto, elitista y oligárquico “régimen de 1978”. Implantarán una “democracia plebeya”. Algo suena aquí a Chávez, o a algo peor: el poder personal de alguien que se presta a la venta de camisetas con su imagen multiplicada hasta el infinito.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_