Arranca el juicio contra el presunto asesino del doble crimen de Huelva
Genaro Ramallo se enfrenta a 40 años por matar a su pareja y al hijo de ambos
La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Huelve acoge desde este lunes el juicio contra Genaro Ramallo, de 55 años, acusado de la muerte hace más de dos décadas de su pareja, María del Carmen Espejo, y de su hijo pequeño, cuyos restos fueron hallados en 2011 en una finca ubicada en el municipio de Almonaster La Real (Huelva). El presunto asesino, que será juzgado por un tribunal profesional, se enfrenta a una pena de 40 años de cárcel.
Ramallo fue detenido poco después del hallazgo de los restos, en septiembre de 2011, en Toulouse (Francia). El titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Huelva decretó entonces su prisión incondicional, comunicada y sin fianza. El largo tiempo transcurrido desde los asesinatos ha imposibilatado la toma de huellas de los esqueletos; aún así, el abogado de la acusación particular, Luis Romero, ha señalado que "hay indicios suficientes y evidentes" para determinar que el acusado es culpable.
El por qué del crimen sigue siendo una incógnita. Ramallo, de origen boliviano, llevaba una vida aparentemente normal junto a su pareja y el hijo de ambos, Antonio, de 10 años. Él dirigía una academia de matemáticas y ella era funcionaria de la Junta de Andalucía. En 1994, el padre y la tía de María del Carmen denunciaron su desaparición ante la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía. El presunto asesino no cursó denuncia alguna y, cuando se le preguntó, se limitó a decir que estaba seguro de que la mujer le había abandonado.
Casi dos décadas después, la Jefatura Superior de la Policía de Sevilla decidió revistar este caso pendiente, como ya ha hecho con otros similares. Tras indagar en la vida del boliviano, los agentes llegaron a la conclusión de que María del Carmen y su hijo habían sido asesinados, y que sus restos se encontraban en la Huerta del Cura, una finca de 35 áreas propiedad de Ramallo. Allí, con la ayuda de Condor Georadar, una empresa madrileña especializada en rastraeos, fueron localizados los esqueletos: enterrados a dos metros de profundidad, tapados con plásticos y lonas, y cubiertos por más de media tonelada de piedras.
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