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Columna
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La inteligencia de ERC

Mediante su habilidad estratégica, Esquerra se ha ido zampando a los demás partidos en Cataluña

Francesc de Carreras

Entre los grandes partidos catalanes, el único inteligente durante estos últimos 15 años ha sido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Mediante su habilidad táctica y estratégica, se ha ido zampando a los demás, uno tras otro han quedado literalmente engullidos. El pasado domingo dio el último bocado: sacó más votos que CiU. Y, como siempre, lo hizo sin despeinarse.

ERC era un partido menor y con escasa personalidad en 1980, en las primeras elecciones autonómicas. Antes, en los años de oposición a Franco, cuando menos a partir de los sesenta, era prácticamente inexistente. Apareció en la transición con Heribert Barrera al frente e, imagino, amparado desde la sombra por Tarradellas. Pero en los ochenta y primeros noventa actuó como mera comparsa de CiU, jugaba al son que le marcaba Jordi Pujol.

Fue a mitad de los noventa que, tras desembarazarse de Àngel Colom y Pilar Rahola, los nuevos dirigentes Carod-Rovira y Puigcercós empezaron a darle personalidad propia. El pujolismo estaba en su ocaso —o esta era la sensación general— y ERC empezó a tantear un acuerdo con los socialistas: formó con ellos grupo parlamentario en el Senado y ambos colaboraron en un proyecto de reforma del Estatuto. En el año 2003, ERC clavó una puñalada por la espalda a Artur Mas al apoyar a Pasqual Maragall para presidente de la Generalitat y constituir el gobierno tripartito. Ahí Esquerra pasó a ser mayor de edad.

El tripartito fue un desastre pero ERC logró su principal objetivo: embarcar a socialistas y convergentes en la aprobación del nuevo estatuto. De esta manera, sabiendo que la frustración estatutaria generaría victimismo, preparaba el futuro salto hacia la independencia.

Se acabó el tripartito, volvió CiU a la presidencia de la Generalitat y ERC pasó a ser un socio cada vez más indispensable. Hasta que el error fatal de Mas al convocar elecciones en noviembre de 2012 devolvió a ERC el protagonismo perdido. Ahora podía exigir y apostó fuerte: un referéndum de independencia. Artur Mas obedeció mansamente y en las primeras elecciones, las del pasado domingo, ERC da el sorpasso y se convierte en el primer partido de Cataluña. En 15 años, de la insignificancia al primer plano.

Ciertamente, son unas elecciones europeas y todas las cautelas son pocas al calibrar resultados. Además, ERC es un partido imprevisible. Pero es, sin duda, el ganador: se alía con el PSC y le hace entrar en una profunda crisis, ahora con CiU y lleva el mismo camino. ¿Dónde está su techo? El tiempo lo dirá. Pero no hay duda de que desde hace 15 años su influencia ha sido decisiva: entonces era el único partido que apostaba por la independencia. ¡Felicidades!

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