La inteligencia de ERC
Mediante su habilidad estratégica, Esquerra se ha ido zampando a los demás partidos en Cataluña
Entre los grandes partidos catalanes, el único inteligente durante estos últimos 15 años ha sido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Mediante su habilidad táctica y estratégica, se ha ido zampando a los demás, uno tras otro han quedado literalmente engullidos. El pasado domingo dio el último bocado: sacó más votos que CiU. Y, como siempre, lo hizo sin despeinarse.
ERC era un partido menor y con escasa personalidad en 1980, en las primeras elecciones autonómicas. Antes, en los años de oposición a Franco, cuando menos a partir de los sesenta, era prácticamente inexistente. Apareció en la transición con Heribert Barrera al frente e, imagino, amparado desde la sombra por Tarradellas. Pero en los ochenta y primeros noventa actuó como mera comparsa de CiU, jugaba al son que le marcaba Jordi Pujol.
Fue a mitad de los noventa que, tras desembarazarse de Àngel Colom y Pilar Rahola, los nuevos dirigentes Carod-Rovira y Puigcercós empezaron a darle personalidad propia. El pujolismo estaba en su ocaso —o esta era la sensación general— y ERC empezó a tantear un acuerdo con los socialistas: formó con ellos grupo parlamentario en el Senado y ambos colaboraron en un proyecto de reforma del Estatuto. En el año 2003, ERC clavó una puñalada por la espalda a Artur Mas al apoyar a Pasqual Maragall para presidente de la Generalitat y constituir el gobierno tripartito. Ahí Esquerra pasó a ser mayor de edad.
El tripartito fue un desastre pero ERC logró su principal objetivo: embarcar a socialistas y convergentes en la aprobación del nuevo estatuto. De esta manera, sabiendo que la frustración estatutaria generaría victimismo, preparaba el futuro salto hacia la independencia.
Se acabó el tripartito, volvió CiU a la presidencia de la Generalitat y ERC pasó a ser un socio cada vez más indispensable. Hasta que el error fatal de Mas al convocar elecciones en noviembre de 2012 devolvió a ERC el protagonismo perdido. Ahora podía exigir y apostó fuerte: un referéndum de independencia. Artur Mas obedeció mansamente y en las primeras elecciones, las del pasado domingo, ERC da el sorpasso y se convierte en el primer partido de Cataluña. En 15 años, de la insignificancia al primer plano.
Ciertamente, son unas elecciones europeas y todas las cautelas son pocas al calibrar resultados. Además, ERC es un partido imprevisible. Pero es, sin duda, el ganador: se alía con el PSC y le hace entrar en una profunda crisis, ahora con CiU y lleva el mismo camino. ¿Dónde está su techo? El tiempo lo dirá. Pero no hay duda de que desde hace 15 años su influencia ha sido decisiva: entonces era el único partido que apostaba por la independencia. ¡Felicidades!