Los propósitos de año nuevo del Rey
En 2014 quiere “tirar las muletas”, mediar en Cataluña y atenuar el ‘caso Nóos’ Visiblemente cansado, este lunes ha presidido la Pascua Militar, su primer acto fuera de palacio
Quiere “tirarlas por ahí” cuanto antes, como le confesó el pasado diciembre al nuevo presidente del Poder Judicial, Carlos Lesmes, pero 2014, como 2013, empieza para el Rey con muletas. Por ellas, como el año pasado, en la celebración de la Pascua Militar hoy en el Palacio Real, don Juan Carlos, jefe de las Fuerzas Armadas, no pasará revista a las tropas y escuchará sentado el discurso del ministro de Defensa, Pedro Morenés. Para el suyo, se levantará. Este es primer acto público fuera de La Zarzuela desde su última operación, el pasado 21 de noviembre, la quinta en la cadera, y confían en que la definitiva. El Monarca cumplió ayer 76 años. Lleva 38 de reinado y el 39 puede ser decisivo para la institución.
La Zarzuela espera cerrar definitivamente en 2014 el frente de los problemas de salud del Rey, que durante 2013 han agitado el debate de la abdicación. Don Juan Carlos quiso dejarlo claro en su discurso de Nochebuena —“Quiero transmitiros como Rey de España mi determinación de continuar en el desempeño fiel del mandato y las competencias que me atribuye el orden constitucional”— y con unas benévolas fotografías publicadas en un posado informal para la revista ¡Hola!: se encuentra con fuerzas y no tiene intención de marcharse.
Tras “la transición” prescrita por el doctor Miguel Cabanela —“dos muletas-una muleta-bastón”—, don Juan Carlos podrá empezar a viajar a partir de febrero. Tiene pendiente una visita a París desde que François Hollande ganó las elecciones en Francia en 2012 y otra a Lisboa. Cabanela recomendó esperar algo más para viajes largos.
Pero este va a ser un año definitivo para el Monarca, con menos diplomacia económica y más diplomacia interna, no solo porque el proceso de recuperación desaconseje los largos trayectos en avión, sino porque el principal problema está aquí: el desafío soberanista catalán. Entre las restringidas tareas que la Constitución atribuye al Monarca está la de árbitro y símbolo de la unidad y permanencia del Estado. El Rey está obligado a mediar.
Don Juan Carlos siempre ha dispuesto de mediadores, hombres-puente en Cataluña, personas que aprovecha para pulsar ánimos y enviar mensajes de conciliación. Pero el desafío soberanista de Artur Mas ha enrarecido la relación con algunos de ellos, como Miquel Roca o el conde de Godó, grande de España y presidente de La Vanguardia. El primero, al que el Rey encomendó la defensa de su hija menor, la infanta Cristina, en el caso Nóos, declaró sobre la consulta: “No se puede dejar de escuchar lo que dice el pueblo, en este caso el catalán, y no hay nada, ni un solo artículo del texto constitucional, que pueda poner en cuestión un principio fundamental, que es que la democracia descansa sobre la obligación de escuchar a los ciudadanos”. Una consulta de autodeterminación, añadió Roca, “será constitucional si hay voluntad política de que lo sea”.
En cualquier caso, en su discurso de Nochebuena, el único que se escribe en La Zarzuela y no en el Gobierno (que lo vio antes, como el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba), el Monarca abrió una vía a Mas y Mariano Rajoy cuando avaló la “actualización” de los “acuerdos de convivencia”. Don Juan Carlos recordó que hacía falta “generosidad para ceder cuando es preciso, para comprender las razones del otro”. También hizo un llamamiento al diálogo para acometer las reformas necesarias siempre dentro de la ley.
El juez Castro está a punto de decidir si imputa de nuevo a la infanta Cristina
Pero ni uno ni otro parecen querer recoger ese guante. Tres días después, en la rueda de prensa de balance del año, Rajoy se limitó a decir que el discurso del Rey estaba “muy puesto en razón” y que lo había visto en Pontevedra, para explayarse a continuación sobre Europa y la unión bancaria. Los periodistas no le habían preguntado ni por Europa ni por dónde lo había visto, sino por el llamamiento del Monarca al diálogo y por la búsqueda de consenso para incluso cambiar la Constitución, pero eso fue lo que contestó el presidente del Gobierno. Ante la insistencia de los periodistas, insatisfechos con su respuesta, Rajoy añadió: “Estoy aquí, donde siempre he estado, pensado lo que siempre he pensado y diciendo lo que ya dije en su día: Hay cosas que no se me pueden pedir”.
Artur Mas, por su parte, replicó al Rey: “Se nos pide actualizar las normas de convivencia, que hagamos las cosas de acuerdo a las normas que nos hemos dado. Pues nosotros pedimos que se escuche la voz del pueblo de Cataluña, que se escuche con atención y con respeto esta voz muy mayoritaria expresada recientemente en unos acuerdos políticos importantes que reclaman poder decidir nuestro futuro colectivo”.
Y Cataluña no es el único reto para el Monarca. 2014 empieza, como el año pasado, con el pesado lastre que el caso Nóos ejerce sobre la Monarquía, especialmente ahora que el juez Castro está a punto de comunicar si imputa de nuevo a la infanta Cristina.
Ha sido, entre otros motivos, esa erosión en el prestigio de la institución motivado por la imputación del yerno del Rey en un caso de corrupción lo que ha animado a La Zarzuela a dar pasos como someterse voluntariamente a la Ley de Transparencia. 2014 será el primer año en que la Casa del Rey rinda cuentas de todos sus gastos. Desde 2011 publicaba un breve desglose —el último ocupaba tres folios— de las partidas en que se gasta la asignación que recibe anualmente del Gobierno —la última, de 7,9 millones de euros—, pero nunca ha hecho pública la ejecución de ese presupuesto, es decir, en qué se había gastado cada céntimo o cuánto le había sobrado. Este año será la primera vez.
Este año la Casa del Rey rendirá por primera vez cuentas de todos sus gastos
Se sabrá, además, lo que cuestan los viajes oficiales de la familia real, que paga el Ministerio de Asuntos Exteriores, un dato que nunca se había facilitado, entre otras cosas por temor a la polémica que pudieran provocar: la Reina suele realizar dos viajes al año para visitar proyectos de cooperación, el Príncipe acude a todas las tomas de posesión de líderes latinoamericanos y, como el Rey, a los países en los que el Gobierno necesita ejercer diplomacia económica (arrancar inversiones o contratos) o diplomacia a secas.
Don Juan Carlos sabe que hay un antes y un después de su inoportuna cacería en Botsuana, por la que pidió perdón a los españoles. También, como dijo en Nochebuena, que la crisis y los casos de corrupción han provocado el desapego de los ciudadanos hacia las instituciones, incluida la suya. Por eso quiso concluir su discurso con un compromiso personal: “Quiero transmitiros la seguridad de que asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.