Detenido en España uno de los “barones” del narcotráfico en Europa
La policía ha decomisado 220 kilos de cocaína y ha inmovilizado bienes valorados en cinco millones de euros
La policía ha detenido a Brian Colin Charrington, de 56 años, uno de los presuntos barones del narcotráfico internacional más buscados por las autoridades europeas, en una operación que se ha saldado con trece arrestos en España y Venezuela, la incautación de 220 kilos de cocaína en una vivienda de la localidad alicantina de L’Albir y el bloqueo y embargo de bienes por valor de cinco millones de euros, según la Dirección General de la Policía. La investigación ha sido desarrollada por el Grupo de Respuesta Especial al Crimen Organizado (GRECO) de Levante.
Charrington se hallaba ahora en libertad tras haber sido condenado en 2003 a siete años de prisión en Alemania por un delito de conspiración para introducir cocaína en ese país, tras lo cual fue extraditado a Francia para cumplir otros dos años de cárcel por estar implicado en la incautación de 650 kilos de hachís en un barco de su propiedad en Inglaterra en 1995.
Junto con Charrington, uno de los diez criminales más perseguidos en toda Europa, ha sido capturado de uno de sus hijos y la actual pareja sentimental del primero, Isabelle Robert, quien había viajado a Venezuela presuntamente con la intención de preparar un nuevo envío de cocaína a través de embarcaciones de recreo.
Los agentes se han incautado de más de 220 kilos de cocaína ocultos en un piso de la localidad alicantina de L'Albir y han procedido al bloqueo judicial y embargo de cuentas bancarias, propiedades y bienes cuyo valor supera los cinco millones de euros. La operación se inició a principios de 2010 y la policía española ha contado con la colaboración del SOCA británico, la ONA de Venezuela y el apoyo de AMERIPOL, entre otras instituciones judiciales y policiales.
Charrington, asentado desde hace al menos 15 años en la costa alicantina, ya fue detenido en 1997 en Calpe, acusado de ser el cerebro de una bien urdida trama que se encargaba de suministrar droga a España, Reino Unido, Francia e Italia. Entonces, a sus 41 años, vivía a lo grande y trabajaba a lo grande. Para eso se compró un helicóptero Robinson RH-22 con el que hacía frecuentes viajes al norte de Marruecos, donde contactaba con los capos del hachís. Pero, además, ese aparato era utilizado por dos subalternos de Charington para sobrevolar la zona donde hacían los desembarcos de hachís y avisar a sus compinches de tierra si se acercaban las patrulleras de Vigilancia Aduanera o de la Guardia Civil.
Este barón del narcotráfico tenía entonces a su servicio a varios exsoldados de los cuerpos de élite del Ejército británico y a Alain Coelier, un francés que en su día fue el encargado de alquilar el chalé en el que estuvo secuestrada la niña Melodie Nackachian, en 1987 en Estepona (Málaga). Coelier fue asesinado en julio de 2010 en La Nucia (Alicante), junto con su guardaespaldas, a los pocos días de salir en libertad provisional. Había ido a Alicante para reclamar a unas personas una cierta cantidad de dinero con la que poder huir a Sudamérica, según fuentes policiales.
Las investigaciones del GRECO que han culminado ahora con la captura de este presunto capo del narcotráfico se iniciaron a finales de año pasado, cuando él, su compañera sentimental y cuatro personas más zarparon a Sudamérica con el barco de lujo Alitia, supuestamente con la intención de llevar allí una importante suma de dinero para pagar un cargamento.
La redada se precipitó después de que la policía supiera el pasado 3 de julio que la organización criminal se disponía a sacar un alijo de cocaína del lugar donde lo tenía oculto para proceder a su distribución en España. La droga estaba guardada en una casa de la calle de Pegaso, en L'Albir (Alicante).
Según fuentes policiales, Charrington y uno de sus hijos residían en Altea y Calpe (Alicante), si bien disponían de otras 10 viviendas de lujo en la comarca de la Marina Alta. Además, utilizaban vehículos de alta gama y seis barcos de recreo, lo que revela su elevado nivel de vida. La organización que supuestamente capitaneaba este británico adoptaba múltiples medidas de seguridad y usaba con frecuencia rastreadores de micrófonos ocultos para asegurarse de que no estaban siendo vigilados.
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