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Paradojas de una mayoría absoluta

Gallardón gobernará en solitario la capital pese a perder tres concejales y 120.000 votos El alcalde de Madrid sufre mayor caída que la presidenta Aguirre en todos los distritos de Madrid

Daniel Verdú
Gallardón y su esposa, Mar Utrera, pasean con su perra Oli.
Gallardón y su esposa, Mar Utrera, pasean con su perra Oli.CLAUDIO ÁLVAREZ

Cuando Alberto Ruiz-Gallardón salió de su despacho en el Palacio de Cibeles para dar las gracias a su electorado, ya sabía que el resultado era el peor de los esperados. Después de 20 años liquidando a sus adversarios en las urnas, había vuelto a ganar con claridad. Era su quinta mayoría absoluta, una enorme hazaña que se apresuró en resaltar y que lamentó no poder compartir con su difunto padre. Pero también supo enseguida que la irrupción de UPyD le había costado muy cara a su formación.

Mientras el PP arrasaba en España (sube 550.000 votos), en Madrid, pese a ganar, bajaba. Lo hizo en la Comunidad, pero especialmente en el Ayuntamiento de la capital, donde 120.000 personas que votaron a Gallardón en 2007 han confiado ahora en otra opción. Tres concejales del PP se quedarán en su casa los próximos cuatro años. Los mismos, por cierto, que se ha dejado en la cuneta el PSM de Lissavetzky en su cataclismo. Con la diferencia, claro, de que el socialista ha sido capaz de empeorar el peor resultado de la historia del PSM.

Cerrado el recuento municipal, el equipo del alcalde buscaba otro dato en la web del Ministerio del Interior. Un número que no da concejales, pero sí poder interno. Y la noticia tampoco era la mejor: Esperanza Aguirre le superaba en 42.459 votos en la capital.

El alcalde ha logrado alcanzar su quinta mayoría absoluta, y esa es la primera reflexión que piden los miembros de su equipo. Además, ha conseguido más del doble de concejales que Jaime Lissavetzky, que casi sitúa su horizonte de gobierno a ocho años. Pero lo ha hecho con un porcentaje de voto del 49,7% (en 2007 obtuvo el 55,5% de los sufragios), el peor desde que presidió por primera vez la Comunidad de Madrid en 1995.

Además, Gallardón ha bajado notablemente en todos los distritos de la capital menos en Villa de Vallecas. Ahí el PP ha ganado por primera vez en su historia. Con un concejal al frente, por cierto, que pidió la cabeza del vicealcalde Manuel Cobo hace dos años.Especialmente dolorosa es la sangría de votos en importantes feudos de la ciudad como Retiro, Salamanca, Centro o los casi 8.000 fieles evaporados de Latina (único territorio del PP controlado por gallardonistas). Ni siquiera el gran proyecto de ajardinamiento de la superficie de la M-30 (Madrid Río), que ha mejorado radicalmente la vida de unos 200.000 vecinos de Moncloa, Arganzuela y Usera ha tenido influencia electoral en esos distritos. ¿Ya no se recogen votos con los grandes proyectos? ¿A qué viene un descenso tan generalizado?

En el equipo de Gallardón se hablaba ayer del desgaste de tantos años de Gobierno, de la implantación de medidas necesarias pero impopulares como la tasa de basura o la insistente zancadilla del Gobierno al no dejar refinanciar la deuda. Tampoco ayuda, creen algunos, la campaña organizada desde ciertos medios de ultraderecha que han pedido el voto en la capital para UPyD y para Aguirre, en cambio, en la Comunidad de Madrid.

Y a todo esto, nadie es capaz todavía de definir con claridad el perfil de votante de UPyD, la nueva fuerza que ha irrumpido en el Ayuntamiento con cinco concejales y ha terminado con la estructura tripartita de los últimos 20 años. Tiene un aire neutro y ha utilizado la opción del partido de Rosa Díez como castigo, opina una diputada regional. Pero a Gallardón la llegada de esta formación le ha desangrado por la izquierda y por la derecha.

Muchos de los 120.000 votantes evaporados sí han votado a Aguirre en la Comunidad. Ya sea por las instrucciones de algunas emisoras o por el desencanto de lo que algunos perciben como una cierta tibieza de Gallardón en cuestiones como la ilegalización de Bildu y el nacionalismo. "UPyD ha recogido el voto de gente más a la derecha, de gente que votaba a Esperanza y lo hacía a regañadientes con Gallardón. Siempre se decía que podía suceder, pero no pasaba hasta ahora. Es un voto más de partido", opina un concejal del Ayuntamiento próximo a Aguirre.

Por el otro lado, y alimentado por la fuerza del movimiento del 15-M, un sector más centrado de su electorado puede haber buscado refugio en el partido de Rosa Díez, decepcionado por la asimilación del discurso del aparato y de Mariano Rajoy que ha desarrollado el alcalde de Madrid en los últimos tiempos. Porque el regidor ha dejado de ser aquel autoproclamado "verso suelto" que tan buenos resultados le dio siempre. Gallardón, en resumen, ha renunciado últimamente a interpretar al más auténtico Gallardón. Y hoy, aquella estrofa aislada del resto del tedioso texto del PP define más a Esperanza Aguirre.

"Esto le deja en posición muy débil. La gente de Alberto siempre ha utilizado el arma de que tenían más votos. Pero eso ya no funciona. En estas elecciones Esperanza ha sacado muchos más votos que él en Madrid capital. No es un tema personal, es político. Siempre se decía que Aguirre era muy de derechas, que la política que nos daría votos es la de Alberto... y se ha demostrado que no es así", opina una diputada del PP en la Asamblea.

En el equipo de Gallardón nadie esperaba quedarse con 31 concejales. Las últimas encuestas, las más pesimistas, hablaban de 32. Pero los inesperados resultados de ayer asomaron al borde del precipicio a Quique Núñez (el 31 en la lista), actual concejal del distrito de Centro y hombre importante para el alcalde.

Y otro problema derivado de eso: Aguirre gana peso en el reparto de concejales del Ayuntamiento. Cuando hace un año se votó la destitución del vicealcalde Manuel Cobo, los leales a Aguirre eran 13 de 34 ediles. Todos ellos pidieron la cabeza de Cobo por ofender a la presidenta del PP en una entrevista publicada por EL PAÍS. Hoy ya serían 14 de 31 con uno de ellos navegando entre dos aguas. Y seguro que no se lo pondrán fácil.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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