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La Bolsa española sube al podio

El año histórico del Ibex y los datos del PIB certifican que la economía marcha a buen ritmo y que España es un destino inversor seguro

La Bolsa española despide este miércoles un año histórico con una subida del orden del 50% en el Ibex. El índice de referencia no subía tanto desde 1993 (el año posterior a su creación) y ha conquistado nuevos máximos que se resistían desde 2008, el año del estallido de la burbuja inmobiliaria. En paralelo, la prima de riesgo se halla en mínimos desde ese mismo año, y las agencias de calificación han mejorado la nota de la deuda del Tesoro. Las varas de medir financieras ofrecen una información muy parcial sobre la situación económica y persisten problemas de desi­gualdad, pérdida de poder adquisitivo, riesgo de pobreza y dificultades de acceso a la vivienda que no cabe ignorar.

Sin embargo, la evolución de los mercados, en conjunción con los datos del PIB (España es el país que más crece entre las grandes economías avanzadas), arrojan un balance difícilmente contestable: la economía española marcha a buen ritmo, las empresas, sobre todo las multinacionales, ganan mucho dinero, y los inversores ven en España un destino seguro para sus fondos. Donde más patente ha sido este entorno es en los grandes bancos, que han visto disparados sus beneficios y cuyo valor en Bolsa se ha duplicado en solo un año.

Los factores propios del Ibex 35 lo han catapultado a máximos y han sido su elemento diferenciador: el elevado peso de las entidades bancarias, el contexto económico favorable y una menor exposición de las grandes empresas españolas a los aranceles. Por eso, supera ampliamente a los grandes índices mundiales en un clima favorable en el resto del planeta financiero que ha llevado a casi todas las Bolsas a máximos históricos.

Con todo, 2025 no ha sido una balsa de aceite: si hace 12 meses Wall Street vivía un romance con el recién elegido Donald Trump, durante el año la relación ha sido mucho más tempestuosa. En abril, la Casa Blanca anunció una guerra comercial contra el resto del mundo, pero terminó claudicando ante un desplome histórico de las Bolsas y la deuda. Una marcha atrás que ha ayudado a los mercados, siempre pragmáticos, a convivir con sus cambios de humor y tuits intempestivos y a fijarse en otros asuntos. El impacto de la guerra comercial en la economía estadounidense ha sido menor del temido, Europa ha capeado el huracán geopolítico gracias en gran medida al plan de gasto alemán y, sobre todo, los inversores conservan la fe en la inteligencia artificial como próxima gran revolución económica.

Tres años después de la explosión que supuso ChatGPT, ya han surgido voces que, o bien apuntan a una posible burbuja en la IA, o simplemente avisan del exceso de concentración del mercado en un puñado de nombres. Las inversiones de centenares de miles de millones en centros de datos no tienen de momento un retorno económico claro, un asunto que preocupa lo justo a empresas con una potencia de fuego sin parangón, pero que puede inquietar a los inversores que, de hecho, empiezan a ser más selectivos dentro de ese ya selecto grupo. Por más que la presencia de la tecnología en el parqué español sea testimonial, este no se podrá librar de una eventual tormenta. Así, también es una incógnita por despejar la evolución de los tipos de interés en EE UU, dado el difícil equilibrio de la Reserva Federal entre las ansias de Trump por bajar tipos y el control de la inflación. El entorno bursátil parece propicio para el nuevo año, y de hecho los índices siguen marcando máximos en estas fechas. Pero eso implica una contrapartida, en forma de un mayor nivel de exigencia futura. El listón está más alto para todos; también para el Ibex.

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