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inundaciones
Columna
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Las inundaciones y el “modo Sheinbaum”

La prevención para evitar desastres puede no ser motivo de orgullo comparado internacionalmente; nunca nos hemos caracterizado por la previsión. Pero en materia de reacción, la experiencia acumulada es notable

Afectaciones en calles de la colonia San Lorenzo, en Poza Rica, Veracruz, el 16 de octubre.
Jorge Zepeda Patterson

Las inundaciones que afectan a cinco entidades del país y particularmente a Veracruz han constituido, literalmente, lluvia sobre mojado para la Administración de Claudia Sheinbaum. Una prueba adicional a una agenda sobrecargada entre otras cosas por el desafío que constituye bregar con Donald Trump y sus amenazas tarifarias y de seguridad o el duro reto de poner en pie a la economía del país. Además de la carga de dolor y miseria generado por las muertes y la pérdida de patrimonios para tantas familias, ralentiza a la economía regional de manera drástica y compromete los de por sí escasos recursos del Gobierno federal. Un flagelo, por donde se le mire.

Y con todo, el proceso de enfrentarlo de la mejor manera posible, en “modo Sheinbaum”, podría conducir a una nueva y mucho más profesional manera para encarar tragedias de esta naturaleza. El Estado mexicano, hay que decirlo, ha generado un know how que no es despreciable, tanto en lo que respecta a la veta administrativa desarrollada en los organismos de Protección Civil, como en las estrategias diseñadas por las fuerzas armadas con el célebre Plan DN-III. La prevención o la inversión para evitar y disminuir desastres puede no ser motivo de orgullo comparado internacionalmente; nunca nos hemos caracterizado por la previsión o la inversión de cara a necesidades futuras. Pero en materia de reacción, la experiencia acumulada es notable.

De alguna forma el efecto traumático del sismo del 85, entre otros, provocó una gran sensibilidad ciudadana a la cual la clase política no ha podido quedar indiferente. Los gobiernos suelen “volcarse” para aliviar los aspectos más dramáticos de la tragedia. Y sería mezquino no reconocer el trabajo, muchas veces heroico, de bomberos, equipos de rescate, trabajadores de la CFE, médicos y enfermeras, soldados y marinos, entre otros servidores públicos.

Sin embargo, pese al esfuerzo, ha sido una atención que adolece de dos grandes problemas. Durante la emergencia misma una dosis mayor o menor de descoordinación resultado de la desarticulación horizontal y, a veces rivalidad, que existe en la Administración federal, por no hablar del desajuste entre la dimensión nacional, estatal y municipal. Los esfuerzos de la sociedad civil no siempre pueden integrarse a ese complejo entramado. No estoy hablando de un caos, insisto, porque sería injusto no reconocer los protocolos que la administración pública ha conseguido a lo largo de los años. Pero distan mucho de ser fluidos y eficientes de cara a la intensidad de los peores desastres.

Y luego está el segundo problema. Tras el esfuerzo de las primeras semanas o días, cuando otras noticias, y en ocasiones otras tragedias, desplazan mediáticamente la atención, las comunidades suelen quedar huérfanas para afrontar la normalización de la vida regional.

En los dos sentidos lo que ahora está haciendo el Gobierno de Claudia Sheinbaum podría ser, perdón por la expresión, un parteaguas. No solo porque su intenso involucramiento marcará un antes y un después para futuros mandatarios locales o nacionales. A partir de ahora la opinión pública exigirá otro tanto de sus sucesores. Lejos de ir a tomarse la foto con las víctimas, la presidenta convirtió en gira de trabajo por la zona la mayor parte de los diez días que nos separan de la tragedia. Eso es importante, porque permite al gobernante enterarse de manera personal de los problemas y, sobre todo, pasa un mensaje que dinamiza a la administración pública. Porque sí, el esfuerzo de los gobiernos depende en mucho de la percepción que los funcionarios tengan sobre la intensidad de la voluntad presidencial.

Sin embargo, lo más relevante no es eso; lo que podría ser trascendente el esfuerzo metódico para que el resultado sea lo más eficaz posible. En el proceso de atender la tragedia lo que está haciendo Sheinbaum es una construcción de protocolos de coordinación entre los muchos involucrados; la generación de diagnósticos rápidos y fiables sobre la naturaleza del problema y de las necesidades integrales de la población y de daños a la infraestructura; priorización de esfuerzos para maximizar recursos; esquemas de información y participación; diseño y puesta en marcha de las logísticas de atención, servicio y entrega de apoyos.

Mucho de ello puede advertirse en el micrositio https:/www.gob.mx/reporteporlluvias (digitalización en tiempo real de zonas afectadas, estado de caminos, luz, personas, escuelas, entrega de despensas y apoyos, censo de bienestar, enlaces para apoyo directo). La calidad gráfica y digital es notable y la oportunidad y pertinencia de la información es evidente.

En suma, es importante que 52.000 elementos estén trabajando en la emergencia, coordinados y agendados por el Excel de la presidenta. Y también lo es la disposición del Gobierno federal para destinar paquetes de enseres domésticos y 20.000 pesos para toda vivienda afectada.

Pero es más importante aún la creación de un sistema moderno y profesional de atención de siniestros del que podría dotarse el Estado mexicano. Ese será el verdadero aporte de Sheinbaum. Lo ha sintetizado en un esquema de cuatro fases: uno, atención a la emergencia (apertura de caminos, luz y agua potable, atención a la salud, limpieza de vivienda, etc.). Dos, apoyo a las familias afectadas (diagnóstico de problemas y necesidades, entrega de apoyos). Hasta aquí se trata de temas normalmente abordados por toda estrategia de atención a desastres, que ahora se trata de optimizar.

La diferencia sustancial podría residir en los otros dos puntos, esos que suelen ignorarse una vez que la atención se diluye. El tres es reconstrucción (vivienda, escuelas, puentes, clínicas, desazolve de ríos, infraestructura económica). Y el cuatro, prevención y alerta (modelos matemáticos y de monitoreo, sistemas de alerta digital, Atlas de riesgo por estado y municipio, obras de infraestructura preventiva).

Hasta ahora en lo general Claudia Sheinbaum ha salido bien librada de las duras pruebas afrontadas el primer año, por más que el contexto haya sido adverso. Pero es la respuesta a esta tragedia lo que podría ofrecer la primera concreción de un legado de modernización y profesionalismo de la administración pública. Lo sabremos dentro de unos meses.

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Sobre la firma

Jorge Zepeda Patterson
Escritor y analista político. Ha sido director del diario 'Siglo 21' y 'Público' en Guadalajara y de 'El Universal' en México. Fundador del digital Sinembargo.mx. Premio Moors Cabot por la Universidad de Columbia y premio Planeta por su novela. Autor de 14 libros, con traducciones a 20 idiomas
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