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Sheinbaum asume un rol protagónico en la atención de desastre ante los reclamos a los gobernadores

La presidenta marca otro contraste con López Obrador, quien no quiso acudir a Acapulco tras el huracán ‘Otis’, en 2023

Zedryk Raziel

Otis fue uno de los huracanes más devastadores en la historia de México. Y el puerto de Acapulco, en Guerrero, sufrió las peores consecuencias. El Gobierno federal puso en marcha la maquinaria para ayudar a la población. El entonces presidente, Andrés Manuel López Obrador, estuvo atento a las gestiones, pero evitó en todo momento acudir a supervisar los trabajos. Su argumento era que no quería exponerse a malos tratos que pudieran dañar la investidura de su cargo. “No puedo exponerme”, decía. “Soy el presidente y no puedo permitir que nadie me ningunee”. Finalmente, López Obrador sí hizo un discreto recorrido por el municipio, acompañado de militares, pero no lo anunció y muy poca gente lo vio. Su sucesora en el cargo, Claudia Sheinbaum, ha marcado un nuevo contraste con el expresidente, al asumir un rol más protagónico y poner rostro a la atención de las inundaciones causadas por las recientes lluvias torrenciales en cinco Estados. La presencia de la mandataria en los territorios afectados también ha puesto de relieve la mala coordinación de parte de los gobernantes locales, incluidos los de su propio partido.

Al poner el pecho, Sheinbaum ha aceptado recibir las duras críticas de los damnificados. Un video de un enardecido reclamo en Poza Rica, Veracruz, ocurrido este fin de semana se ha vuelto viral en las redes. “¡Escúchame, escúchame, escúchame!”, repetía la presidenta dirigiéndose a un hombre que, a gritos, exigía ayuda para encontrar a personas desaparecidas. El desbordamiento de ríos a causa del temporal ha dejado cientos de damnificados, decenas de muertos (a la fecha suman 64) y varios desaparecidos. “¡Ya pasaron tres días!”, le reclamaban los pobladores. Sheinbaum, encaramada sobre una camioneta del Ejército, se llevaba el dedo a los labios pidiendo silencio, o al oído pidiendo que la escucharan, o señalaba al suelo destacando su presencia en el lugar. “¿Y de qué me sirve que esté aquí?”, insistía el hombre. Tras no poder acallar el ruido para dialogar, Sheinbaum dijo: “Bueno, ya me voy”. El video de esa ardua interacción mostraba la indignación frente a una respuesta institucional que la ciudadanía percibía lenta.

Los reclamos han apuntado a la mala gestión de las autoridades surgidas de Morena, el partido oficialista. “¡Aquí no queremos a la gobernadora!”, gritó alguien en el mismo encuentro en Veracruz, en referencia a la mandataria local, la también morenista Rocío Nahle, que estaba allí presente y en semanas recientes ha acaparado las redes por haber hecho comentarios indolentes sobre problemas sociales en su Estado. El viernes, Nahle dijo que se había desbordado “ligeramente” el río Cazones en Poza Rica, quizá el municipio que más ha sufrido por las inundaciones. El comentario provocó indignación entre los cientos de damnificados. Otro video de la misma visita a Poza Rica muestra los reclamos dirigidos específicamente a Nahle por las personas no localizadas. “¿Aquí no pasa nada, verdad? ¿Qué privilegios no los cubren? ¿Dónde están mis compañeros?”, se oyó gritar a una joven, mientras el vehículo militar donde viajaban la gobernadora y la presidenta aceleraba la marcha.

El alcalde de ese municipio veracruzano, el morenista Fernando Remes, también patinó en el barro. Acudió a un recorrido por las calles enlodadas del municipio que gobierna encaramado en su ostentosa camioneta. Los pobladores le recriminaron a gritos y lo expulsaron arrojándole la tierra embarrada. Antes de ir a Poza Rica, Sheinbaum igualmente visitó Huauchinango, en Puebla, donde reprendió al alcalde, Rogelio López, también militante de Morena. Rodeado de gente, el funcionario aseguraba que estaba atendiendo la emergencia, pero los damnificados, que exigían ayuda para rescatar a pobladores atrapados en una capilla, lo contradijeron frente a la presidenta. “Usted me dice que sí trabaja, pero la gente me dice que no. Y, la verdad, yo prefiero creerle a la gente”, le dijo la mandataria, que le exigió aclarar a cuántas personas había designado para las labores de ayuda. Allí estaba el gobernador de Puebla, el morenista Alejandro Armenta, que días antes de las inundaciones fue objeto de críticas por viajar a Estados Unidos en un avión privado, un tipo de transporte muy cuestionado dentro y fuera de Morena.

La noche del domingo, tras volver a Ciudad de México desde Veracruz, Sheinbaum encabezó el Comité Nacional de Emergencias con las autoridades de Protección Civil federal y los gobernadores de Querétaro, Puebla, San Luis Potosí, Hidalgo y Veracruz. Salvo el primero, todos esos Estados son gobernadores por Morena y sus aliados del PVEM. Este lunes, la presidenta informó sobre la estrategia para atender a los damnificados en su conferencia Mañanera en Palacio Nacional. Horas más tarde volvió a calzarse las botas y la ropa de trabajo para visitar por segundo día consecutivo a los afectados, esta vez de poblados en Querétaro, gobernado por el PAN, opositor a Morena. En la gira, donde la acompañó el mandatario local, Mauricio Kuri, Sheinbaum supervisó la reapertura de caminos y anunció un censo de damnificados para repartir ayudas. Allí, la mandataria puntualizó que el Gobierno cuenta con 19.000 millones de pesos para atender desastres naturales.

La gestión de desastres por parte del oficialismo ha sido problemática de tiempo atrás. Hace unas semanas, tras las cíclicas inundaciones en la alcaldía Iztapalapa, en Ciudad de México, los damnificados echaron a gritos y amenazas a la alcaldesa, la morenista Aleida Alavez. Iztapalapa, una demarcación popular, es la cuna de la actual jefa de Gobierno de la capital, Clara Brugada, y la zona que más votos aporta a la formación oficialista. El año pasado, en agosto, tras el desbordamiento del sistema hidráulico en Chalco, un municipio marginado al oriente del Estado de México, la gobernadora, Delfina Gómez, de Morena, tardó tres semanas en acudir al sitio a mostrar su involucramiento en la atención del desastre.

La descoordinación de los gobernantes morenistas es otro ejemplo del distanciamiento entre el partido y Sheinbaum. Y se suma a la mala racha de escándalos de despilfarro, enriquecimiento inexplicable y presunta corrupción que envuelven a las figuras más importantes de la formación guinda. Los analistas han observado que la presidenta se ha posicionado como la mayor exponente de los valores de austeridad, honradez y devoción por el trabajo marcados por López Obrador. Las elevadas cifras de respaldo ciudadano a la labor de la presidenta en el primer aniversario de su sexenio, que contrastan con la caída en la aprobación de Morena, dan sustento a la lectura de que la Sheinbaum y su partido caminan por rutas distintas.

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Sobre la firma

Zedryk Raziel
Reportero de EL PAÍS México, especialista en la cobertura de asuntos políticos y de corrupción. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido colaborador en el diario Reforma y el portal Animal Político. Es coautor de ‘El caso Viuda Negra’ (Grijalbo, 2022) y ‘Licencia para robar’ (Grijalbo, 2025).
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