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El cuadro récord de Frida Kahlo era un regalo pintado para un fotógrafo de EE UU que fue su amante por 10 años

La artista mexicana quiso deshacerse en 1939 de ‘El sueño (la cama)’, la obra que pasó de venderse por 400 dólares a superar los 54 millones, cuando Nickolas Muray le anunció que iba a casarse

Paulina Flores Ramírez

La obra El sueño (la cama) (1940) de Frida Kahlo no es cualquier pintura. Y la reciente puja en la que alcanzó un valor de 54,66 millones de dólares, ubicándose como uno de los cuadros subastados más caros realizados por una mujer, lo demuestra. Detrás de esta representación que, según Sotheby’s, “encapsula su preocupación permanente por la mortalidad, lo físico y las complejidades emocionales de la individualidad”, se esconde una historia que describe la abrupta salida del lienzo de México, atravesada por una desilusión amorosa. El profesor Luis-Martín Lozano, historiador en arte mexicano y latinoamericano, cuenta en videollamada a EL PAÍS que el fresco, al que define como “un autorretrato complejo”, salió del país entre los años 40 y 50, antes del decreto del Gobierno que en 1984 declaró la obra completa de Frida Kahlo como Monumento Artístico de la Nación y prohibió la salida del país de todas sus creaciones. La intención de Kahlo era deshacerse de un regalo que había pintado para el fotógrafo estadounidense Nickolas Muray, el que fuera su amante por 10 años y que, en 1939, le anunció que se iba a casar.

Aquellos años no fueron fáciles para la artista. Recién llegada de París en 1939, Kahlo recibe una noticia que la destroza. “Rivera le pide el divorcio y Frida está desolada porque no entiende por qué. Ellos tenían una relación abierta: ella sabía que [él] se metía con muchas mujeres; él, a su vez, sospechaba que ella tenía amantes. No es una relación convencional, pero el asunto es que ella se tiene que abrir camino sola y está dispuesta a hacerlo”, explica Lozano. Y tenía razones para creer. Acababa de tener una exposición en solitario en Nueva York en la que había vendido varias obras, el museo Louvre le había comprado una pintura durante su viaje a la capital francesa y, además, tenía a Nick. “Él es un soporte, es un hombre que la quiere y que no le pide nada a cambio”, relata el experto, que matiza: “Entre comillas, porque, en realidad, Nick se hubiera casado con Frida si Frida hubiera tenido la capacidad de dejar a Diego”.

La noticia del casamiento de Muray toma desprevenida a Kahlo, que para entonces estaba por terminar El sueño (la cama), un regalo para agradecerle su apoyo tanto emocional como económico a lo largo de los años. “Es un cuadro que tiene que ver con sueños, sí, pero tiene que ver con esa realidad construida en el subconsciente de Frida Kahlo. ¿Qué pasa en esa realidad construida? Ella tiene paz: está al margen del conflicto del divorcio de Rivera, está al margen del conflicto de su enfermedad y sus dolores y está en paz cuando está con Nick, porque es muy feliz al lado de Nick Muray”. Pero esa felicidad se desmoronó con el anuncio de las futuras nupcias, por lo que aquel fresco con un trasfondo tan importante para ella, tenía que irse.

Según el especialista en arte, en 1939, la pintora mexicana le comunica al fotógrafo que tuvo que vender la obra a la Galería Misrachi en Ciudad de México por una urgencia de dinero, pero era mentira: la carta es de 1939, mientras que el lienzo está fechado en 1940. “Es decir, no lo había terminado cuando le escribe esa carta ficticia a Nick”, afirma Lozano, que sugiere que Kahlo no quiere darle la pintura a Muray porque “él se va a casar y entonces va a dejar de ser el receptor de ese mensaje” de agradecimiento y cariño con el que lo había realizado. De acuerdo con las investigaciones del historiador de arte, la artista mexicana sigue ofreciendo El sueño (la cama) a sus amigos coleccionistas estadounidenses por un valor de 400 dólares, aún después de que le hiciera creer al fotógrafo que ya no lo tenía.

En algún momento, el fresco sí es exhibido para su venta en la Galería Misrachi, de donde es adquirido por un hombre llamado Luis de Hoyos. “No sabemos mucho de él. Lo que sabemos es que él venía a México y le encantaba pescar”, comenta Lozano. Y es precisamente De Hoyos el que explica, de alguna manera, la posterior aparición de la obra fuera del país. “Cuando él fallece en su casa en Estados Unidos, cerca de Nueva York, entre los cuadros que le van a dar a Sotheby’s estaba éste”, cuenta el experto. El resto es historia. El 9 de mayo de 1980, la casa de subastas lo vende a un comprador privado y, el pasado 20 de noviembre, el lienzo fue visto nuevamente después de 45 años. Un retorno por todo lo alto que no solamente alcanzó un récord, sino que constata también la atracción y la fascinación que la artista mexicana provoca en todo el mundo.

Anna Di Stasi, directora de Arte Latinoamericano en Sotheby’s, sostiene por llamada con EL PAÍS que hay “un estado emocional que es universal” en la pintura de la artista. “Frida Kahlo sigue teniendo una conexión muy directa, muy emocional, a través de generaciones con diferentes mujeres, en diferentes países y con diferentes personas”, aclara. Para Di Stasi, “la reacción con ella [Kahlo] siempre es emocional”, lo que va de la mano con la “fascinación por su obra y su vida”. “Es una de sus pinturas más surrealistas y se entiende que no es un retrato solamente de ella o de su cara, es más bien un retrato de su estado emocional y de su relación con la muerte. Es una obra altamente psicoanalítica”, comenta.

Di Stasi no se muestra sorprendida por el éxito de El sueño (la cama). “Ya llevamos una década construyendo un mercado de arte primordialmente liderado por mujeres, muchas de ellas latinoamericanas que han encontrado una proyección importante, a precios impensables hace 15 años, sobre su producción artística”, detalla. La también vicepresidenta senior de Sotheby’s considera que “estas subastas establecen un conocimiento que antes no había sobre la región y sobre el patrimonio cultural de un continente”. Además, aunque cree que el mercado de arte fluctúa y “tiene preferencias igual que lo tiene el mercado de diseño”, para ella lo importante es seguir siendo parte del discurso. Sobre el momento específico en el que se alcanza esté récord, y lo que esto dice del valor que se le da a este tipo de obras, concluye: “No sé si lleguemos tarde, pero me imagino que es mejor llegar tarde que nunca”.

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Sobre la firma

Paulina Flores Ramírez
Es originaria de Querétaro. Es licenciada en Relaciones Internacionales y Derecho y maestra en Estudios Islámicos y de Medio Oriente. Actualmente es becaria del Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS en la edición de México.
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