La carrera contrarreloj de los productores de cempasúchil de Xochimilco para salvar sus cultivos
Una temporada récord de lluvias que dejó inundaciones y extendió los días nublados amenaza la cosecha de la flor de Muertos para más de 400 floricultores de la capital
Los campos de flores de Xochimilco, el último reducto del pasado lacustre de Ciudad de México, al sur de la capital, lucen atípicamente verdes para esta época del año. Los tapices naranjas y amarillos formados por miles de flores de cempasúchil asoman parches y carecen del brío de otros años. Una temporada récord de lluvias e inundaciones ha provocado la pérdida de miles de plantas y amenaza el sustento de los productores de San Gregorio Atlapulco y San Luis Tlaxialtemalco, dos pueblos de Xochimilco dedicados a la producción de flores.
La flor de cempasúchil es la gran protagonista del Día de Muertos en México. Su presencia, antes limitada a panteones y ofrendas, hoy invade avenidas, mercados y casi cualquier plaza pública del país, un fenómeno de consumo que ha crecido exponencialmente en el último lustro. En la capital, los floricultores de Xochimilco son los responsables de abastecer a la ciudad de cempasúchil, una de las temporadas más redituables del año. Se trata de un mercado que ha multiplicado por ocho su tamaño en los últimos cinco años: de cultivar 664,000 plantas en 2018, Ciudad de México cerró 2023 con una producción de 5,5 millones de flores de cempasúchil que no solo se consumen localmente, también se venden en una veintena de Estados.
Este año, sin embargo, una serie de tormentas que azotaron con especial énfasis el sur de la ciudad y extendieron los días nublados, han transformado el optimismo de los floricultores en preocupación. José Luis Martínez (40 años), productor de cempasúchil en San Gregorio Atlapulco, estima que la última lluvia torrencial del primer fin de semana de octubre, una tormenta que provocó el desbordamiento de las lagunas de regulación que rodean a su cultivo, acabó con unas 12.000 plantas de las 65.000 que tenía previsto poner a la venta en esta temporada. “Ya se perdió el 20% de la producción porque se vino el agua de las lagunas que perjudica a la planta, mata a la raíz”, explica. Los estragos de la inundación, agravada por el desbordamiento de un canal con aguas negras, son visibles en cientos de flores marchitas que se mezclan con el lodo que imposibilita avanzar por el terreno.
Como la mayoría de productores de Xochimilco, Martínez cultiva marigold, una variedad importada de cempasúchil que a diferencia de las plantas nativas, de tallo alto y pétalos heterogéneos, produce un tallo corto con flores vistosas de botones apretados y rebosantes de pétalos. Las semillas de marigold se plantan en charolas de germinación a principios de julio y al cabo de un mes se trasplantan a macetas de plástico, que se acomodan formando pasillos rectangulares a lo largo de las chinampas donde se riegan, fertilizan y podan con miras a la última semana de octubre, el momento estelar de su venta. Este año, el precio de cada maceta en la zona chinampera oscila entre 18 y 22 pesos (un dólar).
El escenario es similar en el cultivo a cargo de Zuleima Ortiz (26 años), productora del vecino San Luis Tlaxialtemalco. De las 40.000 flores de cempasúchil que ella y su familia cultivaron para este año, casi un tercio no resistieron a la inundación. Una pila de plantas aún en maceta yacen moribundas al fondo de su chinampa. “Me mantengo económicamente de aquí, tuve una pérdida de 10.000 plantas, entonces imagínate, nosotros tenemos que solventar esos gastos”, se lamenta mientras acomoda las mangueras de riego de uno y otro lado de su producción en un intento por rescatar más plantas. A pesar de que el Gobierno de Clara Brugada repartió kits con fungicidas para salvar los cultivos tras la inundación y anunció la compra de 218.000 plantas para minimizar los daños, Ortiz asegura que la ayuda gubernamental no ha llegado hasta San Luis Tlaxialtemalco.
Con el Día de Muertos en el horizonte, Martínez teme que lo descompuesto de los caminos de terracería, convertidos en fango tras las inundaciones, ahuyente a los clientes mayoristas que hacen las grandes compras. Se trata de revendedores que acuden hasta la zona de cultivo y cargan sus camiones con cientos o miles de flores para tratar de colocarlas en mercados locales. “El fin de semana se viene la venta fuerte, pero ¿cómo van a entrar los clientes si los caminos están descompuestos? Hay más compañeros al fondo, ¿cómo van a sacar su producto, cómo va pasar un carro a verlos?”, explica a este diario. En 2020, el Gobierno de la ciudad puso en marcha una ruta agroturística a través de la zona chinampera de San Luis Tlaxialtemalco y de San Gregorio Atlapulco como una iniciativa para acercar a los consumidores finales con los productores. Entonces crearon senderos para recorrer a pie o en auto y añadieron señalizaciones en la zona. Cuatro años después, el efecto de las lluvias y un pobre mantenimiento preocupan a los productores. “Si los clientes no voltean hacia acá, se van a otros lados, ahí está Tláhuac, Mixquic, o Morelos, que también ya están produciendo bastante”, lanza Martínez con pesimismo.
Alrededor de su chinampa, distintas brigadas de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr) trabajan a marchas forzadas. Mientras unos quitan la maleza y limpian los canales para evitar una nueva crecida del nivel del agua, otra cuadrilla abre caminos con una máquina apisonadora sobre lo que hace minutos era lodo. Sobre el apoyo gubernamental, Martínez asegura que recibió uno de los kits fitosanitarios; sin embargo, lo considera insuficiente para el tamaño de su producción. “Es una burla y una lástima que vengan así… Año con año aquí se inicia la romería de cempasúchil, llegó a venir Claudia Sheinbaum, y hoy no nos voltean a ver”, lamenta.
A las inundaciones que enferman a las plantas se suma otro problema: algunos de los cultivos aún no desarrollan flores. Edgar Flores (40 años) mantiene el optimismo y confía en salvar las plantas que enfermaron tras el aumento del nivel del agua. “Estos tejidos ya están muertos a causa de la humedad. La raíz no se pudrió, pero el hongo se queda en el follaje y lo seca. Esta es una de las afectaciones”, explica mientras sostiene una maceta de cempasúchil que separó del resto para evitar contagios. Si bien la mayoría de sus 10.000 plantas han sorteado las inclemencias del clima, su atención está puesta en los botones que aún no florecen. “Esto fue a causa de los días nublados. No soy el único, varios compañeros están en la misma situación”, asegura. “Estamos esperando a que salgan, pero sí vamos un poco atrasados por esos días tan nublados que tuvimos”. Con los gastos extraordinarios en fertilizantes y fungicidas, el margen de ganancia de los floricultores por el trabajo de los últimos cuatro meses es cada vez menor. “Estamos saliendo con los gastos casi exactos, no creas que es mucho para el productor”, se sincera Martínez.
Aunque gran parte de su cultivo se vende en la zona chinampera, los productores insisten en consumir las plantas producidas en el suelo de conservación de la ciudad, que se venden tanto en el Mercado Acuexcomatl de San Luis Tlaxialtemalco –que en esta temporada se enfoca casi exclusivamente en la venta de cempasúchil–, como en la Central de Abasto, al oriente de la ciudad. El Gobierno de la capital también ha anunciado el Festival de las flores de cempasúchil en Paseo de la Reforma, donde ofrecerán parte de las flores producidas en Ciudad de México.
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