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De la invasión estadounidense a la primera proyección de cine en el país: el Castillo de Chapultepec cuenta la historia de México

Fue un observatorio prehispánico, una residencia monárquica y cayó ante una invasión estadounidense. Hoy es el museo que preserva la historia de todo el país

El Castillo de Chapultepec en 2021.
El Castillo de Chapultepec en 2021.zxvisual (Getty Images)

La vista desde el Castillo de Chapultepec permite ver Ciudad de México en 360 grados. Es uno de los sitios favoritos para tomarse fotos y que los turistas presuman su viaje, así como para contemplar la ciudad en su totalidad. El cerro de Chapultepec, cuyo nombre en náhuatl significa “cerro del chapulín”, se alza sobre el centro de una de las ciudades más grandes del mundo y desde ahí se observan edificios clásicos del siglo XX, rascacielos modernos y la mancha urbana que se extiende más allá de los límites verdosos del bosque, pulmón de la ciudad que recibe más de 24 millones de visitas al año. Es lógico que sea hogar del Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec (MNA), después de todo, fue un centro religioso prehispánico, vivió la invasión estadounidense, albergó la primera proyección de cine en México y se vivieron algunos de los acontecimientos que definieron el curso del país.

Chapultepec en la época prehispánica

Jaqueline Gutiérrez Fonseca, Jefa del Departamento de Difusión Cultura del MNA, dice que, “existe un gran orgullo, una gran preocupación y una gran responsabilidad”, para ella y todo el equipo del museo al trabajar en un sitio como ese. Y es que el cerro de Chapultepec fue considerado un lugar sagrado y estratégico desde hace más de 3.000 años. Diversas culturas, como los teotihuacanos, toltecas y mexicas, lo valoraron por su ubicación y por los manantiales de agua dulce que brotaban en la zona, un recurso esencial para sobrevivir en una región rodeada de lagos en los que se mezclaba el agua dulce con la salada.

Los manantiales del cerro surtieron de agua potable a Tenochtitlan, la capital del imperio mexica, a través de un sistema de acueductos diseñado por Nezahualcóyotl, tlatoani de Texcoco. En la cima del cerro, donde hoy está el castillo, los mexicas construyeron un observatorio astronómico que les permitió estudiar el movimiento de los astros, fundamentales para sus rituales religiosos.

El Inicio del periodo virreinal

Con la llegada de los españoles y la caída de Tenochtitlán en 1521, Chapultepec formó parte del nuevo orden colonial. En 1530, una Cédula Real del emperador Carlos V decretó el bosque como propiedad de la capital, lo que garantizó su conservación. El segundo virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, ordenó la construcción de una mansión de recreo en una de las laderas del cerro, que se convirtió en un espacio destinado al esparcimiento de la élite novohispana.

Fue hasta 1785 cuando el virrey Bernardo de Gálvez impulsó la construcción de lo que más tarde se convertiría en el Castillo de Chapultepec, pensado originalmente como una casa de descanso para los virreyes. Aunque la muerte de Gálvez dejó el proyecto inconcluso, los cimientos del edificio permanecieron y la silueta del futuro recinto comenzó a formarse.

El Colegio Militar y la invasión estadounidense

En 1833, el gobierno mexicano decidió establecer en el castillo la sede del Colegio Militar, marcando el inicio de una nueva etapa para el edificio. Este periodo alcanzó su momento más dramático durante la invasión estadounidense de 1847. El 13 de septiembre de ese año, las fuerzas invasoras asediaron la edificación en la que hoy se recuerda como la batalla de Chapultepec, donde se cuenta la historia de los cadetes, conocidos como los Niños Héroes, que defendieron el sitio hasta la muerte. Este episodio quedó grabado en la memoria histórica del país como símbolo de resistencia y patriotismo, aunque los archivos y las investigaciones apuntan a que se trata de una verdad exagerada a favor del sentimiento nacionalista mexicano.

Del Imperio a la Revolución

En 1864, durante el Segundo Imperio Mexicano, el archiduque Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota transformaron el Castillo de Chapultepec en su residencia imperial. El arquitecto Ramón Rodríguez Arangoity le dio un estilo europeo, con mobiliario y jardines rediseñados por Wilhelm Knechtel. Tras el fusilamiento de Maximiliano en 1867, el castillo quedó abandonado.

Durante el gobierno de Porfirio Díaz, el castillo albergó el primer Observatorio Astronómico Nacional en 1878, aunque en 1883 volvió a ser sede del Colegio Militar. Díaz también lo usó como su residencia de verano, modernizándolo con elevadores, electricidad y un boliche, convirtiéndolo en un símbolo del progreso tecnológico del país. En 1896 se proyectó la primera película en México dentro del castillo, cuando Díaz recibió a representantes de los hermanos Lumière.

Díaz intervino en el Bosque de Chapultepec, haciéndolo un espacio público con calzadas, estatuas y kioscos. Lo que convirtió el área en un símbolo de la modernización del país, sin perder su conexión histórica. Después de la Revolución Mexicana, el castillo siguió como residencia presidencial hasta que en 1939, el presidente Lázaro Cárdenas lo destinó para albergar al Museo Nacional de Historia, inaugurado en 1944.

Un tesoro nacional

A toda la historia del lugar, ahora se le suman más de 100.000 piezas de la historia de México. “Hay piezas y objetos que se han exhibido de manera frecuente desde 1944, como el Chimalli, un escudo emplumado que es de los pocos que existen en el mundo”, señala Gutiérrez. También posee otras piezas emblemáticas como el estandarte de Hidalgo y una colección de indumentaria que cuenta con 10.000 piezas, entre las que destacan vestidos virreinales y prendas que pertenecieron a personajes históricos como Vicente Guerrero.

Raymundo Soto es de Querétaro y está de visita en la ciudad. Vino específicamente para conocer el museo a fondo, y está impresionado por “todo lo que han podido rescatar de la historia del país”, comenta. De acuerdo a Jaqueline, algunas de las piezas favoritas de los visitantes son los carruajes de Maximiliano y Benito Juárez, los murales de David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, el Tzompantli, un muro de cráneos en honor a los dioses, el chimali y los retratos.

Un nuevo museo

Tres jóvenes austriacas recorren el patio del castillo en su primer día en México. Después de su hotel y el Centro Histórico, ese sitio era el siguiente en su itinerario. Están ahí por recomendación de la persona que las invitó a México y su sorpresa por la vista de una ciudad tan grande se deja ver. A pocos metros de distancia, una pareja estadounidense se toma fotos con el Bosque de Chapultepec y los edificios de Paseo de la Reforma de fondo.

El museo ha cambiado su audiencia. Antes de la pandemia, la mayoría del público era mexicano, cerca de 80%, de acuerdo a Gutiérrez. Ahora, el número de visitantes extranjeros aumentó, lo que coincide con el número de viajeros extranjeros a Ciudad de México que incrementó considerablemente desde la pandemia. De acuerdo al sitio de estadística de visitantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en 2024 casi 5 millones de personas han visitado los museos de la institución, 36% fueron al MNA, aproximadamente 1,7 millones de personas. El personal calcula que en un día entre semana pueden ir entre 3.000 y 5.000 personas, pero un domingo —cuando la entrada es gratuita— en temporada vacacional, pueden ser hasta 30.000 visitantes.

Gho Alexis y Natalia Islas visitan por tercera vez el lugar, pero es la primera ocasión que lo hacen juntos. La pareja comparte una pasión por la historia, para ellos se trata de un lugar tan grande que lo pueden recorrer poco a poco o en distintas visitas. Los patios también son algunos de los sitios más románticos en todo el bosque de Chapultepec, donde no son la única pareja que se roba besos entre pláticas.

80 años del MNA

En marco al 80 aniversario del sitio, se han organizado charlas, conciertos y otros eventos para celebrar, sin embargo, solo una pequeña parte de la colección fue seleccionada por investigadores para formar parte del libro 80 piezas, 80 años, un recorrido histórico por las piezas más relevantes. La curaduría la hicieron investigadores y expertos que decidieron de acuerdo a la manufactura, procedencia, importancia histórica, entre otras cosas. El lanzamiento del libro está previsto para el 27 de septiembre, durante el aniversario del museo.

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