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LILLY TÉLLEZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lilly Téllez no es Milei. ¿O sí?

La senadora mexicana se ha abonado a las bufonadas como el colega argentino, a saber qué andará buscando

Lilly Téllez en Ciudad de México, en diciembre de 2022.
Lilly Téllez en Ciudad de México, en diciembre de 2022.AGGI GARDUÑO
Carmen Morán Breña

Hasta donde se conoce, Lilly Téllez no practica sexo tántrico. Mal asunto, así no se puede aspirar a ser presidenta de la República, ¿verdad, señor Milei? La senadora sorprendió hace unos días con su defensa cerrada al presidente de Ecuador por haber dado una patada en la puerta de la embajada mexicana y este martes colgó una crítica en redes sociales contra un mexicano que consiguió comprar unos aretes de brillantes de la firma Cartier cuyo precio perdió tres ceros por el camino. Le acusó de no tener ética, porque cuando eso pasa, vino a explicar, lo lógico es avisar a la empresa de que hay un error en el coste, que por 237 pesos no pueden vender una joyaza así, que la están regalando, ¿acaso no lo ven? Tengan un poco de compasión con el cliente, señores joyeros, que duele la conciencia de comprar tan barato. Lilly Téllez, sin duda, habría descolgado el teléfono: ¿es ahí Cartier?

Cuando alguien se empeña en decir que la Tierra es cuadrada o no ha mirado con calma al horizonte o anda buscando algo. ¿Qué planea Lilly Téllez? La senadora se postuló para presidenta el año pasado y se despostuló después. Que no se vería con fuerzas. Pareciera ahora que quiere empezar desde cero, es decir, hacerse un Milei, es decir, ir coleccionando bufonadas hasta llegar a la presidencia impulsada por los memes. Pero hombre, Milei no es cualquiera. Cómo va a ser igual una senadora bien señoreada, católica, mamá de Leonardo y esposa de Jesús, que un señor que sale en la tele contando los tres colores del sexo tántrico que practica, el blanco, el negro y el rojo. “El blanco, si bien hay penetración, es espiritual… el negro, más físico, más terrenal, intenso… el rojo, como espectador se parece al negro, pero se juega otro rol, es más de ejercer dominio”. Ahí queda eso. Si alguien puede superarlo que levante la mano.

Los perritos de Lilly Téllez, esos peluditos a los que les suelen poner un moñicle en la cabeza, los que se te quedan mirando con la carita ladeada, esos, ya saben, esos pasean por el césped bien recortado de la vivienda de la senadora. ¿Y qué tiene que ver eso con el gran Conan de Milei, ese perro que no descansa en paz? Nada de nada. ¿Acaso habla Téllez con el inframundo, tenga forma de chucho o de lechuga? Pues así no hay forma de llegar a la presidencia, que no. Y mira que los mexicanos se las saben todas en cuestiones de ultratumba. No. Para ser Milei hay que ser Milei. Y eso que a Téllez, si no existiera, habría que inventarla.

Ya en serio. ¿Qué busca una senadora con estas salidas del margen? No parece que sea ayudar en la campaña de su colega panista Xóchitl Gálvez, sino más bien en la suya propia, sea cual sea. No salimos de la zona del misterio. Pero cualquier día, medio México se queda con la boca abierta cuando le pongan la banda tricolor y alce la mano para tomar protesta. Acuérdense, nadie daba un peso por que Milei llegara a la presidencia de Argentina. Y ahí le tienen. Aprovechen para reír ahora con los memes de Cartier.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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