El financiamiento de proyectos sostenibles a través de la Bolsa despunta en México
El país es puntero en América Latina en la emisión de bonos temáticos creados hace casi una década como una fuente de recursos para proyectos verdes y sociales
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Las 3.600 casas que construyó la desarrolladora inmobiliaria Vinte en 2023 ahorraron el agua equivalente a unas 62 albercas olímpicas, la energía que consumiría un auto eléctrico en 27.500 kilómetros, y evitaron emitir el carbono que pueden absorber 114.400 árboles. Desde 2012, Vinte maneja la certificación EDGE, que avala las construcciones que generan ahorros en energía, agua y materiales. Con ella, la empresa empezó a introducir innovaciones en sus viviendas para cuidar al medio ambiente y acceder así a créditos financieros internacionales.
Con ese antecedente, en 2018 Vinte hizo su primera emisión de bonos temáticos —aquellos en los que los inversionistas tienen la garantía de que sus recursos están destinados a financiar proyectos que resuelvan o mitiguen un problema social —, multiplicó sus recursos disponibles para agregar más tecnología sustentable y lograr que los ahorros de sus viviendas fueran perceptibles para sus clientes. Con ese primer bono, Vinte recaudó 800 millones de pesos (casi 48 millones de dólares).
“Empezamos a meter mayor valor agregado y sustentabilidad para que el cliente viera que las tecnologías sustentables representaban un ahorro y decidiera comprar. Más valores por el mismo precio”, explica Sergio Leal, presidente del consejo de administración de la desarrolladora. Lo que hace 14 años comenzó para Vinte como una innovación es hoy un requisito para las empresas que desean financiarse a través de la emisión de bonos temáticos en el mercado de valores. Los bonos se crearon cuando la Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030, y con ella un plan de acción para el desarrollo sostenible basado en 17 objetivos (ODS) en temas económicos, sociales y ambientales para los países miembros.
Entre 2018 y 2023, Vinte emitió cinco bonos sostenibles. Esta también es una ventaja sobre su competencia, pues de las 800 desarrolladoras en México solo cinco cotizan en el mercado de valores, una condición para poder emitir acciones o deuda de cualquier tipo (bonos).
Los bonos temáticos o etiquetados, como cualquier bono, son un instrumento del mercado de valores que emiten las empresas para obtener préstamos de inversionistas, a cambio de devolver el monto prestado con intereses. La diferencia con los bonos tradicionales es que en los temáticos la empresa se compromete a usar los recursos de la emisión para financiar proyectos que benefician al medio ambiente (bonos verdes), a mitigar algún problema social (bonos sociales) o a financiar ambos temas al mismo tiempo (bonos sostenibles).
Cuando el mercado se destapó
Aunque se crearon en 2015, el mayor crecimiento de los bonos temáticos en México ha sido durante los dos últimos años. “El mercado de bonos sostenibles de México ha experimentado un crecimiento interanual del 11% entre 2021 y 2022″, señala el informe de Climate Bonds Initiative elaborado con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En 2023, el crecimiento continuó. “México ya está como líder en la emisión de bonos temáticos en América Latina. Eso muestra el apetito de los inversionistas no solamente nacionales, sino también internacionales”, señala María Ariza, directora general de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA). Según información de BIVA, el año pasado se realizaron en México 52 colocaciones por parte de 26 emisoras tanto de BIVA como de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). El mayor crecimiento en número de emisoras se dio en 2021 cuando de las ocho que había se incrementaron a 23.
Las emisiones de estos bonos a través de BIVA aumentaron 36% en 2023 respecto a un año antes. La colocación a través de la BMV apuntó un “récord histórico” y superó en 48% lo colocado en 2022, según información de la institución. Pero para que pudiera destaparse este crecimiento, tuvieron que suceder algunos eventos importantes.
En mayo de 2017, inversionistas en México como fondos de pensiones, aseguradoras y organismos multilaterales, firmaron un compromiso que expresaba su apoyo a invertir en proyectos que contribuyen a solucionar el cambio climático. La Declaración de Bonos Verdes, como se llamó, fue firmada en ese entonces por 57 organizaciones.
Un año después, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), autoridad que regula los fondos de ahorro para la pensión de los trabajadores en México (Afores), publicó una circular en la que les exige que consideren en sus estrategias de inversión la incorporación de principios ambientales, sociales y de Gobierno corporativo, a más tardar en 2022. “A partir de que las Afores reciben el mandato de la Consar de invertir en este tipo de bonos, se genera un cambio importante en la emisión en México”, señala Ariza.
En América Latina, los mayores emisores de bonos verdes, sociales, y sostenibles en la región son Brasil, Chile y México. Allí, la participación de la banca de desarrollo internacional también ha contribuido a la formación de este mercado. El BID, a través de BID Invest —su rama para el sector privado—, ha estructurado alrededor de 40 bonos temáticos en 11 países de América Latina y el Caribe.
“Nuestro trabajo es identificar a clientes que pueden entrar al mercado de capitales e identificar si tienen activos subyacentes para ser financiados, verdes, sostenibles o sociales y nuevos activos que pueden ser originados; apoyamos al cliente en la emisión, suscripción y anclar la emisión con el sello BID”, dice Fabio Fagundes, jefe de la División de Productos y Servicios Financieros de BID Invest.
Además, la empresa emisora debe reportar anualmente, durante la vida del bono, cómo usa los recursos obtenidos de los inversionistas, los proyectos financiados, los resultados o beneficios ambientales o sociales, o ambos.
Apuesta por la transparencia
Existen ciertos requisitos y regulaciones internacionales que empresas o Gobiernos deben cumplir para emitir bonos temáticos con la idea de proteger los intereses de los inversionistas y garantizar que los proyectos que se van a financiar cumplan con sus objetivos ambientales, sociales o sostenibles.
Además de los requisitos que cualquier emisor debe cumplir al participar en el mercado de valores, como información auditada y calificación crediticia, para la emisión de bonos temáticos se requiere una segunda opinión y hacer reportes de sustentabilidad. La segunda opinión consiste en que una persona externa, independiente y con credenciales verifique que el bono cuenta con los objetivos, estrategias y procesos que aseguren el buen uso de los recursos.
Además, la empresa emisora debe reportar anualmente, durante la vida del bono, cómo usa los recursos obtenidos de los inversionistas, los proyectos financiados, los resultados o beneficios ambientales o sociales, o ambos. Por ejemplo, Vinte empezó con la creación de reportes para sus clientes desde 2012, antes de emitir bonos temáticos. “Les decíamos qué era lo que la certificación (EDGE) les daba en ahorro de agua, gas o luz”, cuenta Leal.
Aún cumpliendo los requisitos, existe el riesgo de que las emisoras caigan en greenwashing. “Que digan que van a hacer algo y utilicen los recursos en otras cosas, o gastar más de lo que están generando. Es un tema que debemos evitar”, dice Ariza, de BIVA. Sin embargo, también comenta que los inversionistas son cada vez más cuidadosos en la revisión y seguimiento de los proyectos en los que invierten.
Para continuar mejorando la transparencia, existen retos para las empresas, como la inversión en sistematizar su cartera de proyectos a financiar para asegurarse que cumplen con los requisitos para ser verdes o sociales. “Hay realmente una necesidad de inversión en estos sistemas internos para poder ser transparente”, dice Fabio Fagundes, de BID Invest.
Para Leal, de Vinte, el mayor reto con los bonos temáticos es que las empresas califiquen para entrar al mercado de valores. “Es incentivar a que las empresas se metan a la bolsa mexicana para después emitir bonos verdes”, dice. En el caso de las desarrolladoras en México, agrega, es más factible que los bancos se conviertan en consolidadores y emitan los bonos verdes para después prestarles a las empresas.
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