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Brenda Lozano: “Entre el bien y el mal hay una línea muy tenue que cruzamos de una u otra forma”

La escritora mexicana reflexiona en su nueva novela, ‘Soñar como sueñan los árboles’, sobre los límites de la maldad en un sistema que carga de expectativas sociales la vida de las mujeres

La escritora mexicana Brenda Lozano en Ciudad de México el 13 de febrero del 2024.
La escritora mexicana Brenda Lozano en Ciudad de México el 13 de febrero del 2024.Hector Guerrero
Elena San José

La desaparición del pequeño Fernando Bohigas, en los años 40 del siglo pasado, sacudió con fuerza la vida de la capital mexicana. Una ola de secuestros de niños mantenía a la ciudad en alerta, pero ningún caso estremeció el corazón de los habitantes como aquel. Quizá porque era rubio, por su piel clara, porque venía de una buena familia y de una buena colonia. La tragedia quedó finalmente en susto, y fue encontrado y liberado de sus captores siete meses después. Fernandito, de dos años y medio, se convierte en la niña Gloria en la nueva novela de la escritora mexicana Brenda Lozano (Ciudad de México, 43 años), Soñar como sueñan los árboles (Alfaguara, 2024), “porque es más problemático que te roben a una niña, surgen otras preguntas”.

A la autora le interesaba, sobre todo, explorar el cruce vital de distintas mujeres en diversas circunstancias, edades y conflictos, por eso algunos hombres de la historia real salen convertidos en mujeres al traspasar el umbral de la ficción. “Históricamente, los personajes femeninos bajo la mirada masculina han sido personas deseables, de bien. Hay mujeres que rompen el orden patriarcal, como en la tragedia griega, y que son criminales, como Medea. Pero son tragedias. Me parece interesante pensar hoy: ¿Cuál es el bien y cuál es el mal?”, reflexiona Lozano, que recibe al periódico en una cafetería en Ciudad de México.

Si el caso de Fernando Bohigas tuvo un gran impacto en la forma de plantearse la protección de la infancia, el de Gloria Miranda en su novela decide desplazar el foco hacia las mujeres y las expectativas sociales que, en distintos momentos de la historia pero siempre con la misma fuerza, marcan sus vidas y sus decisiones sobre la maternidad y el mundo laboral. La autora se pregunta por el bien y el mal sin dar una respuesta, pero optando por la empatía y la compasión hacia los personajes cuyas acciones resultan más reprobables. “En la prisión del norte entrevisté a una mujer que mató al feminicida de su hija. No quieres hacer una apología del crimen, claro, ella está en la cárcel porque cometió un delito, pero la realidad siempre es más compleja y entre el bien y el mal hay una línea muy tenue que muchos cruzamos de una u otra forma”, sostiene: “Puedes ser parte de un sistema más grande que te lleva a cometer un determinado crimen”.

La encargada de desnudar esas estructuras es, sobre todo, la narradora, una mujer mexicana que interviene desde el presente y que va metiendo baza en las historias, tomando partido, exponiendo las trampas del sistema: la corrupción de la policía y el poder del dinero para abrir camino en las investigaciones, el tratamiento privilegiado en la prensa cuando las víctimas pertenecen a las clases altas, las desigualdades, la violencia dentro del matrimonio. No queda red sin desentrañar ni personaje libre del tejido que los une y los atrapa por igual. “Una narradora te permite transparentar más esas estructuras. Quería huir de una visión que lo ve, lo ordena y lo controla todo. Me interesaba contar una historia que no se centra tanto en los pensamientos sino en ese mundo de sueños, de emociones e intuiciones”, relata la autora de otras obras como Brujas (2020) y Cuaderno ideal (2014) .

Su principal aliado para reflejar todos esos matices será el agua, “desde el vaso, la tormenta o la lluvia”, un elemento que, dice, está relacionado con “lo cambiante, lo suave y lo adaptable”. También, por momentos, con la furia. “Estaba sola en esto, sola como un río seco, si quiere, al que no se acercan ni los bichos ni los perros”, confesará uno de los personajes en un momento dado, para más tarde espetarle al mundo: “Qué van a saber de la fuerza del océano, de la fuerza de una mujer”. Esa fuerza es, también, la del deseo de ser madre, o de no serlo, o de serlo en otros términos a los que dicta la sociedad. Un pulso con la vida y una forma de lidiar con el dolor de las expectativas frustradas.

Esta ha sido la novela que ha escrito más rápido, en apenas tres meses y, a pesar de haber sido reconocida en 2015 por el Conaculta y el Consejo Británico como una de las escritoras menores de 40 años más importantes del país, sigue padeciendo el síndrome de la impostora como cuando era una adolescente a la que le gustaba leer y escribir poesía. ”Imagínate el desastre. Ahí no tenía el síndrome, era una impostora en general”, bromea. Su propia experiencia resuena en la de sus personajes, y viceversa. También la de las mujeres que componen su vida. El personaje de Ana María, diseñadora y abuela de la niña secuestrada, mujer de éxito como pocas en el México de principios del siglo XX, está inspirado en la historia de su bisabuela, que rompió los moldes de la época y se labró un camino alejado de lo que se esperaba de ella, no sin todos los sacrificios que eso conlleva.

Las historias de la escritora siempre beben de la realidad, se inspiran en ella, ya sea una crónica roja o una conversación entre amigos. “La ficción y la realidad están en constante tensión y comunicación”, reconoce. También en el sentido contrario. “Hay muchísimos ejemplos de libros que han afectado la realidad de manera muy directa. Madame Bovary, de Flaubert, fue llevado a juicio porque podía afectar el comportamiento de las francesas”, recuerda. En su literatura también está presente la necesidad de recuperar el legado de las mujeres que la precedieron en el tiempo, una relación circular donde la Historia y las historias se entrelazan en un bucle sin fin. “Si somos también lenguaje”, concluye, “si nuestro cuerpo también está lleno de historias y de palabras, los textos siempre se comunican con lo que está fuera”.

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Sobre la firma

Elena San José
Periodista en la Redacción de México. Antes estuvo en la sección de Nacional, en Madrid. Le interesan la política y la cultura, sobre todo la literatura. Es graduada en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Teoría Política.
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