Las preguntas más difíciles a Elísabet Benavent no se las hacen los periodistas
La exitosa autora española, creadora de la saga ‘Valeria’ y de ‘Un cuento perfecto’, visita una escuela de Guadalajara con motivo de la Feria Internacional del Libro para charlar con 200 adolescentes sobre el sueño de vivir de la escritura
Está Elísabet Benavent con su pelo verde frente a 200 adolescentes en un sencillo salón de una escuela de Guadalajara, en México. No se ha preparado nada de lo que va a decir a continuación, no le interesa echarse un monólogo. Quiere escucharlos, charlar, son ellos quienes le hacen siempre las mejores preguntas. Benavent (Valencia, 39 años) ha publicado 24 novelas en 10 años, su saga Valeria y su libro Un cuento perfecto triunfaron en Netflix y con 4,5 millones de ejemplares es una de las escritoras más vendidas de España. Nada ha cambiado mucho desde entonces: sigue pasando las Nocheviejas con sus amigos, con una tienda de campaña en la terraza, los nervios los sigue sufriendo en el estómago, Ana Lozano sigue siendo su editora y sus amigas, su mejor fuente de inspiración. Pero ser un éxito de ventas sí le ha permitido vivir en Madrid en un bonito piso del barrio de Chamberí y estar aquí, a 10.000 kilómetros de su casa, frente a cientos de ojos que la esperan con emoción.
La Escuela Vocacional es un centro público con 7.000 alumnos que pertenece a la Universidad de Guadalajara. Desde hace un tiempo sus profesores se han volcado en tratar de inculcar el placer de leer a esta generación de adolescentes que convive con TikTok. Se organizan talleres y círculos de lectura; en cada clase, da igual de qué asignatura, hay 15 minutos libres para leer. Benavent es su sorpresa antes de Navidad.
En un patio verde y frondoso se acerca Jessica casi temblando. Le ha hecho a la escritora una pulsera con su nombre. Le pide con voz bajita y nerviosa una firma y una foto. Se va dando saltos. Cuando llega el momento de la charla, Benavent ya lleva tres pulseras de letritas —a modo Taylor Swift— y no se ha cansado de repartir abrazos.
La historia de una de las grandes superventas españolas empieza cuando se muda a Madrid con 24 años y decide que no se va a conformar con extrañar a sus amigas. “Creé Valeria para encontrarme con ellas en el papel, y dio para cuatro tomos, si eso no es echar de menos a tus amigas…”, cuenta y se ríe. Lo escribió todo pero no publicó nada. Trabajaba en una Big Four como secretaria, aunque había estudiado periodismo. Era infeliz en el trabajo. Los gritos, la jornada interminable, la ansiedad, el cuartito para llorar.
Decidió autopublicarse y subió a Amazon el primer libro: Valeria en sus zapatos. Era 2013. A los dos meses subió el segundo. Llevaba unas 500 descargas, buenas opiniones, cuando recibió un correo. Una editorial, Suma de Letras, quería saber si podía mandarle el manuscrito. Ella les preguntó de vuelta: ¿quieren las cuatro novelas de la serie o solo una? Se quedaron mudos y ahora son mucho más ricos. En su primer año, la editorial publicó nueve libros de Elísabet, siete ya los tenía escritos y los otros dos salieron solos. Dejó el trabajo en el que fue el día más feliz de su vida. Y desde entonces, no ha parado de escribir. Es una fábrica de historias. Gracias a la racha y la confianza ahora puede entregar un libro cada año y medio. Su gran miedo sigue siendo que ya no se le ocurra nada más.
A Guadalajara ha llegado para presentar su última novela, Cómo (no) escribir nuestra historia. Trata de una escritora, Elsa Benavides, que harta de su personaje, Valentina, decide matarla. ¿Casualidad? Claro que no. “Llevo 10 años haciendo promos y hay una pregunta que se repite de manera constante en mi carrera: ¿cuánto de ti hay en este libro? No he visto que se la hagan jamás a un escritor de novela negra. Así que he hecho un trampantojo, un juego de espejos, he escrito una historia que puede ser toda verdad, pero no lo es, es ficción con un par de verdades. Hay un acuerdo entre el lector y yo en el que él decide qué es lo que se cree y qué no”, explica la escritora, que reconoce que los gatos de la protagonista se llaman exactamente como los suyos y ambas viven en la misma casa. También las dos tienen un mejor amigo como agente de prensa. Se vuelve reír. Aunque asegura seria que ella no siente rabia hacia su personaje más famoso, eso sí: “Hace tiempo que yo pasé página de Valeria”.
Ha llegado la hora. Doscientos adolescentes están listos en sus sillas. Benavent ha acabado de presentarse —todos la conocían ya— y ha abierto la ronda. Ellos son amabilísimos y tiernos, pero aun así disparan: ¿cuál es su cliché favorito? ¿Qué es para usted el amor? ¿Cómo consigue que sus personajes parezcan humanos y no robots? ¿Qué hace ante un bloqueo creativo? ¿Qué siente al terminar un libro y dejar ir a los personajes? ¿Quién le inspira? ¿Ha sufrido discriminación por ser mujer? ¿Ha recibido presiones para cambiar sus libros? ¿Qué consejo le daría a alguien que quiere escribir? ¿Qué se diría si volviera a cuando tenía 18 años? ¿Cómo ha seguido avanzando pese a las críticas? ¿Piensa escribir de alguna otra cosa?
Benavent lo contesta todo. El tópico que más le gusta es cuando dos personas que son contrarias se enamoran. El amor es importante, porque es un motor, pero la amistad lo es más. Ninguno de sus personajes es perfecto y eso los hace reales, también —y reconoce que es algo esquizofrénico— habla con ellos y hay cosas que ellos no quieren decir o hacer y eso los convierte, quizás, en humanos. Ante un bloqueo, bebe vino. Le cuesta soltar a sus personajes, pero lo asume como cuando tienes que ir a una fiesta y le tienes que decir a tu mejor amigo que te espere abajo. Rosa Montero es su última obsesión, Isabel Allende su preferida, le encantan García Márquez y Córtazar, no lee literatura romántica para que el estilo de otros no se pegue al suyo. Por ser escritora de novela romántica y joven lo que más ha recibido es paternalismo, también que no se la tomen en serio. Su mejor amiga le amenazó si no cambiaba el final de Valeria. Consejo para los que quieren escribir: os van a desanimar muchas veces en el camino, pero el trabajo y la constancia dan resultados. Si se viera con 18 años ahora le diría que va bien, que no se preocupe, pero que no empiece a fumar. No se cree las críticas ni los elogios; al ego, enjaulado. Y no, no quiere escribir ahora de otra cosa, porque se divierte mucho y divierte mucho a los demás. Además, piensa que la literatura romántica es el género más denostado pero también el más vendido: “Algo ahí no cuadra entonces”. Sí reconoce que tiene la ilusión de escribir un día un drama intimista.
Después de una hora de charla, tanto ellas como ellos se acercan con sus cuadernos —no todos tienen sus libros— a que se los firme. Se hacen fotos. Le dan mil veces las gracias. Benavent nunca ha ido a un instituto en España, ni siquiera al suyo de La Eliana, pero ya lleva dos en México. Reconoce que es la actividad más especial de la feria: “Me conformo con que les den ganas de leer”.
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