Cadena perpetua contra Gerardo González Valencia, el narco que ocultaba cocaína en cadáveres de tiburones
La Embajada de EE UU en México celebra la sentencia contra el cuñado de El Mencho, que era cabecilla de Los Cuinis, el brazo aliado del Cartel Jalisco Nueva Generación
La noticia dio la vuelta al mundo. Era 16 de junio de 2009, cuando perros entrenados por la Marina de México encontraron algo que los inquietó en un cargamento de tiburones congelados. Los tripulantes de la embarcación aseguraron que no había nada fuera de lo normal y que las sustancias que llamaron la atención del equipo canino eran conservantes. Tras pasar la mercancía por rayos X, retenida en un pueblo de la península de Yucatán, las sospechas de los marinos se confirmaron: abrieron en canal más de 20 de escualos y decomisaron alrededor de una tonelada de cocaína oculta en los cadáveres.
La polémica se olvidó al paso de los años, que marcaron el inicio de la guerra contra el narco en México. Y revivió hasta mayo de 2020, cuando se anunció la extradición desde Uruguay a Estados Unidos de Gerardo González Valencia, alias Lalo o Silverio, jefe de la organización de Los Cuinis y cuñado de Nemesio Oseguera El Mencho, líder del Cartel Jalisco Nueva Generación. El “incidente de los tiburones de 2009″, como se le llama en el sumario judicial de las autoridades estadounidenses, pasó de ser una anécdota criminal a convertirse en una de las principales pruebas en el caso de la Corte de Washington D. C. contra el capo, acusado de idear el insólito escondite para la droga.
A mediados de 2021, los abogados del capo intentaron excluir la evidencia del caso, al argumentar que los fiscales buscaban dar un golpe de efecto contra su cliente y hacerlo quedar mal. También se quejaron de que las autoridades estadounidenses no pudieron establecer la cadena de custodia después del decomiso de la Marina mexicana y aseguraron que la incautación fue un fracaso porque la mayoría de los involucrados fueron exonerados. “La Fiscalía busca demostrar que el motivo para presentar la evidencia es demostrar cómo el acusado participó en el envío de cargamentos de cocaína en cadáveres de tiburón a través del testimonio de testigos cooperantes”, respondieron los fiscales.
Muchos de esos testimonios no salieron a la luz porque antes de que comenzará el juicio, Lalo González Valencia se declaró culpable de tráfico de cocaína a finales de 2022. Tras meses de espera y múltiples aplazamientos, el capo fue condenado la semana pasada a cadena perpetua. “Su sentencia demuestra que los cárteles y los criminales rendirán cuentas y serán sometidos a la justicia”, celebró este lunes Ken Salazar, el embajador de Estados Unidos en México.
La batalla de Estados Unidos contra Lalo duró décadas. Mucho antes de que se formara el Cartel Jalisco Nueva Generación, el principal rival del Cartel de Sinaloa en la actualidad, González Oseguera ya había sido arrestado en marzo de 1998 por un cargo de distribución de metanfetaminas. Le dieron cuatro años de cárcel y purgó parte de su condena en una cárcel de California y en un penal que está entre Texas y Nuevo México. Todavía en reclusión, las autoridades permitieron al capo, con doble nacionalidad mexicana y estadounidense, salir a buscar un empleo con la condición de volver más tarde a su celda. Salió un día a las nueve de la mañana por la puerta principal de una correccional en la ciudad californiana de Oakland y jamás regresó. El escape se dio a conocer en enero de 2001.
Estuvo en busca y captura durante 15 años. Entre 2003 y 2016, González Valencia fue parte de la gerencia de Los Cuinis, un clan familiar estrechamente ligado con el Cartel Jalisco de El Mencho. Abigael González Valencia, su hermano, fue identificado durante años como el líder del grupo y detenido en México en 2015. Se solicitó su extradición a Estados Unidos desde entonces, pero el jefe criminal logró frenar el proceso, pese a enfrentar acusaciones por delincuencia organizada, narcotráfico, posesión de armas de fuego y asesinato.
Tras el arresto de Abigael, Lalo asumió el liderazgo junto a otro de sus hermanos, José La Chepa González Valencia. La alianza entre el Cartel Jalisco y Los Cuinis, que han operado como su principal brazo armado y sus operadores financieros, se selló cuando Nemesio Oseguera se casó con Rosalinda González Valencia, la hermana mayor entre las mujeres. Las autoridades mexicanas estiman que hay al menos 18 hermanos en la familia, casi todos en la mira de las autoridades de México y Estados Unidos. Pero el asedio no ha sido solo contra su familia política. Los hijos, los hermanos y la esposa de El Mencho, por su parte, han entrado y salido de la cárcel en los últimos años, en buena medida para estrechar el cerco contra el capo, uno de los más buscados por Washington. La DEA ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por él.
Lalo se encargaba de coordinar e invertir en varios cargamentos de droga que eran enviados a Estados Unidos y Europa desde México, Centroamérica y Sudamérica. También de conseguir las armas del grupo criminal y de blanquear sus ganancias. Los Cuinis se han destacado por su solvencia para mover enormes cantidades de narcóticos y por las tácticas de intimidación contra sus rivales. “Es una organización extremadamente violenta y sus miembros cometen asesinatos, secuestros, robos y otros ataques de forma rutinaria”, aseguraron las autoridades. “La Fiscalía tiene información que implica personalmente al acusado en estos actos”, se lee en el expediente.
En 2016, Lalo fue capturado en Uruguay, tras investigaciones de las autoridades locales que apuntaban a lavado de dinero y un pedido de extradición de Estados Unidos. Al momento de la detención, González Valencia azotó su iPhone contra el piso para que las autoridades uruguayas no tuvieran acceso a la información de su teléfono. Los agentes descubrieron que uno de sus coches estaba lleno de maletas, documentos importantes, identificaciones y actas de nacimiento falsas, equipos electrónicos y 75 piezas de joyería y relojes. Tenía todo listo para volver a huir.
Estuvo cuatro años en el país sudamericano antes de ser enviado a Washington, donde se le atribuye una amenaza de muerte a Eduardo Bonomi, el entonces ministro del Interior. “Que se busque el puente más alto de Uruguay y yo lo colgaré de ahí”, le escribió desde la cárcel. También arrojó cloro a un custodio y amenazó a otro con ahorcarlo con sus esposas. Por su parte, La Chepa fue detenido en 2017 en Brasil, a pedido de la misma corte, que ha encabezado la cacería contra Los Cuinis y el Cartel Jalisco. José González Valencia también siguió los pasos de su hermano y se declaró culpable en diciembre pasado por narcotráfico.
Las autoridades siguieron la pista de los hermanos: convencieron a sus antiguos colaboradores de delatarlos, interceptaron sus comunicaciones y lograron vincularlos a otros métodos sofisticados para traficar cocaína, incluido el uso de embarcaciones semisumergibles y unidades móviles de transmisión satelital, como las que usan las televisoras. Otros eran más burdos, pero efectivos, como el envío de droga en vuelos comerciales. “González Valencia también ordenó los homicidios de narcotraficantes rivales y usó y suministró armas para promover la conspiración de narcotráfico”, se lee en un comunicado del Departamento de Estado. Bajo su liderazgo, dicen las autoridades estadounidenses, Los Cuinis enviaron “cantidades masivas” de cocaína a Estados Unidos.
Entre los asesinatos atribuidos a los hermanos González Valencia está un antiguo socio culpado de robarse un cargamento de cocaína valorado en 12 millones de dólares. Tras ser acusado de la traición, fue acribillado en su rancho en Chiapas junto a otros seis hombres. Otra de sus víctimas fue un miembro de Los Zetas, que fue asesinado en 2007 al concluir una carrera de caballos. Fue una revancha contra los rivales por lanzarles tres granadas durante una pelea de gallos. Un cuñado de Lalo, uno de sus emisarios para mover la droga en Europa, también fue asesinado por orden de Los Cuinis, así como familiares de miembros de La Familia Michoacana que no estaban involucrados en actividades criminales. Un testigo declaró que Lalo había estado bebiendo y no pensó en las consecuencias de mandar matar a una pareja y sus niños pequeños.
Dado el precedente de su fuga hace más de 20 años, Lalo era considerado un reo de alto riesgo y dudaban de la posibilidad de volver a atraparlo si regresara a México. “El Cartel Jalisco y los Cuinis ejercen un alto nivel de control corrupto sobre varios municipios y Estados de México, y podrían ayudarlo a seguir en libertad, si regresara al país”, advirtieron los fiscales para pedir que se extremaran medidas de seguridad y que no enfrentara el juicio en libertad.
Cuando Lalo confesó, no hubo un acuerdo de culpabilidad de por medio para reducir su sentencia. Negó hasta el final ser líder de Los Cuinis y los actos de violencia que se le achacan. “Solo una cadena perpetua será suficiente para proteger al público de que el acusado vuelva a delinquir”, pidieron los fiscales al juez, que dictó la sentencia el viernes. La sentencia contra La Chepa, su hermano, está prevista para septiembre próximo.
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