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Chabelo
Columna
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El Reino del Revés

Ahora que las enciclopedias registran que Javier López ha muerto, asumamos con gratitud que Chabelo en realidad es intemporal

AAA
Jorge F. Hernández

Ahora que Chabelo se mudó al otro mundo, me parece que más lo extraño y que se impone un reclamo formal a los dioses del meme que me habían convencido a lo largo de los años recientes de que Javier López Chabelo era realmente eterno. Se nota que no he dejado de ser niño en tanto que me creía a pie juntillas que el abuelo de pantalón corto y voz tipluda realmente navegó con Colón en la Pinta o Santa María y que es nada menos que el altísimo chabelón de pechera colorida quien aparece en la célebre foto de Pancho Villa sentado en la silla presidencial con Emiliano a su lado… pero ahora que las enciclopedias registran que Javier López ha muerto, asumamos con gratitud que Chabelo en realidad es intemporal y que al tercer día de su exhalación final, rompió cadenas y movió la inmensa piedra del ostracismo para resucitar en primera plana, cantando “El Reino del Revés”.

Veo las noticias del México que sigue sumido en el irracional sinsentido de lo que llaman transformación (siendo no más que kafquiana metamorfosis del delirio demencial) y de fondo escucho los versos donde Me dijeron que en el Reino del Revés/Un señor llamado Andrés/Tiene mil quinientos treinta chimpancés/Que si miras no los ves y a mí se me afigura metáfora de un contingente de diputados de MORENA. Cantaba Chabelo Me dijeron que en el Reino del Revés/Nadie baila con los pies/Que un ladrón es vigilante y otro es juez/Y que dos y dos son tres y aparece en la pantalla una Ministra de toga negra que se cree impoluta siendo no más que plagiaria y proyectan en pantalla de Palacio a la gobernadora de Campeche como rojo orangután arrastrando pies y dignidad en una oda malrimada para un hijo del máiz… oigo la rolita de Chabelo (con el Maestro Jalili al teclado) y danza la sombra nefanda de una vocera de prensa que no sabe leer y desfilan como figuritas de Cri-Cri los mandriles que redactaron los nuevos libros de texto para primates porque ez de que dijites que fuistes y hicistis que no hay más gramática que la que destila la lenguamocha y la pausa pendeja del despistado.

Habiendo crecido en otro idioma mi infancia sólo gozó de los domingos con Chabelo En Familia al visitar México de vacaciones y sin ganas de acompañarlo a Disneylandia con El Pecas, pero le debo toneladas de carcajadas adolescentes (e incluso, de adulto al filo de la paternidad) por sus rutinas con César Costa como Pujitos en la Carabina de Ambrosio, muñeco de ventrílocuo alburero y más aún los soberbios cuadros dramáticos y demenciales del Mercado de lágrimas donde parodiaba junto a Alejandro Suárez las telenovelas lacrimógenas con alto surrealismo de humor infinito.

Ya de monaguillo socarrón o bien de niñote berrinchudo de llanto en taquicardia, Chabelo se volvió incandescente con no pocas canciones enrevesadas, pero ninguna como la de El Reino del Revés, original de María Elena Walsh que en voz del niño-abuelo explican la tragicomedia del perro pequinés que se cae para arriba, allí donde cabe un oso en una nuez, nada el pájaro y vuela el pez, tal como miente el mentado Preciso, vuelan los vagones del Metro por los aires y se inunda por ambas bocas una refinería que nació caduca. Vamos a ver cómo es/El Reino del Revés donde necesitas un avión o helicóptero personal para llegar al aeropuerto que te queda exactamente al otro lado del mundo para poder volar a la vuelta de la esquina o bien Vamos a ver cómo es/El Reino del Revés donde celebramos con bombo hueco y flatos fatuos la Expropiación Petrolera en un país invadido por gasolineras extranjeras y cuadriculado con huachicoleros implacables… el reino entregado vilmente a los capos del narco o a sus mamacitas de besito en la mano alunarada y el reino de todos los enanitos verdes en descarado imperio militarizado por los otrora milicos que mercaban la mariguana en los cuarteles porque le dolía y le faltaba a La Cucaracha que ahora tiene alas como mariposa y los zapatos del Cienpiés en el Reino del Revés.

Cuando cursaba la preparatoria, al filo de la década de los años ochenta, los Hermanos Lasallistas expulsaron con exagerado rigor al primer compañero de mi generación que osó portar un arete en la oreja izquierda. El chisme se esparció como incienso sagrado en aquel presidio religioso-marcial donde no se soñaba con educación mixta y todos los alumnitos desfilábamos de la capilla al aula con diversas cruces disciplinarias y más aún al día siguiente, cuando llegó a la escuelita el padre del expulsado. Era un hombrón de elevada estatura y voz ronca que entró directamente a la oficina del Prefecto Hermano Lasallista preguntando los motivos de la expulsión de su hijo ¡portando un hermoso par de arracadas de fantasía en cada una de sus orejas!

El Hermano Director se quedó mudo en medio de un mar generalizado de carcajadas y aplausos estudiantiles que celebramos la genial ocurrencia de aquel padre de expulsado que domingo a domingo se vestía de pantalón cortito y afinaba la voz infantil que no se parecía en nada al vocerrón con el que puso en orden la ridiculez represora. Aquí conviene subrayar que Javier López Chabelo elevó a los renglones del Diccionario de Mexicanismos de la Real Academia Española la palabra catafixia, que se define como el trueque o intercambio de un objeto por otro “sin que necesariamente importe el valor de ambos”. Verbo que se acerca al no siempre equitativo término del costo de oportunidad en la teoría económica y que en el diario vivir a veces nos quita una lujosa sala de sofá y sillones de la marca Muebles Troncoso y nos deja a cambio la escuálida figura huesuda de un burro famélico… pero también es el verbo que explica que allí donde la disciplina autoritaria hacía que las letras nos entraran con sangre en la piel, hubo una epifanía luminosa donde un niño que nunca envejeció puso en evidencia más de un profundo sinsentido… y ahora que lo extraño y evoco ¿no será que El Reino del Revés es precisamente el inmenso equívoco de habiendo creído en radicales transformaciones nos salió en la catafixia un inexplicable regreso a la politiquería de cuando andábamos en la Preparatoria, la catafixia de la vieja corrupción de caricatura por las nuevas formas del robo institucional? ¿No será la ronda repetitiva de puras mentiras y fallidos simulacros como quien viaja con su gabinete de chiquilladas en un tren de simulados, recorridos en pantallas dizque ventanas o bien el trenecito circular de juguetería dizque épica que pretende darle vueltas al mundo Maya con todos sus pesados rieles a punto de hundirse en los sagrados cenotes del subsuelo? Así sigue la tonadita donde lo único que se antoja es que alguien nos conceda que nos calcen los piecitos con un buen par de la zapatería Canadá que se llamaban Exorcista, que llevaba Chabelo en los pinreles para librarnos de tanta diablura lasallista, tanto país inexplicable (con zapatos bautizados como de película) y tanta realidad insalvable… hasta que amanezca el próximo domingo desmañado otro canoso niño anciano en busca de una verdadera catafixia.

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