Cronología de la muerte de Mónica Citlalli, la profesora de inglés que nunca salió de casa de su novio
EL PAÍS reconstruye los detalles del suceso a través de los mensajes intercambiados entre la pareja de la víctima y su madre, detenidos ambos y acusados de presunto feminicidio
Mónica Citlalli Díaz Reséndiz era profesora de inglés y madre de una hija de diez años. Vivía con sus padres en una pequeña casa en San Salvador Atenco, en el Estado de México, la región con más feminicidios del país. Desapareció el 3 de noviembre y su cuerpo sin vida y con signos de violencia apareció seis días después. La policía ha detenido al novio, Jesús Alexis Álvarez Ortiz, y a su madre, María Isabel Ortiz, acusados por los delitos de desaparición y feminicidio. EL PAÍS reconstruye el relato de lo sucedido con información de la Fiscalía del Estado de México y con los mensajes intercambiados entre Alexis y su madre en los días posteriores a la muerte de Citlalli, a los que ha tenido acceso este periódico.
Mónica Citlalli Díaz sale de su casa el 3 de noviembre alrededor de las 14.40, se aleja un par de calles y toma un taxi blanco que, según los padres de la víctima, la lleva hasta el centro comercial Las Américas, a veinte minutos de su casa. Allí pasa unas dos horas. A las 16.19, la profesora de inglés llega en otro taxi del mismo color a la casa de su novio, Jesús Alexis Álvarez, de 27 años, con el que salía desde hace cinco meses. Vive en la colonia Jardines de Morelos de la alcaldía Ecatepec, en el Estado de México. Según las imágenes captadas por una cámara de seguridad, él sale a recibirla, le da un abrazo y entran juntos a casa. Esa es la última vez que se puede ver a Citlalli con vida.
A las 17.37, José Juan Díaz, el padre de la víctima, empieza a recibir mensajes extraños desde el número de Citlalli: “Oye, una amiga me deja vivir en su casa de Hidalgo unos meses”. Los padres no entienden su comportamiento y empiezan a sospechar, porque ella nunca falta a su trabajo. Intentan llamar, “pero no contestaba”, asegura el padre. A las 17.49 le llega el último mensaje desde ese número de teléfono: “Voy a ver la ubicación con ella, para que estén tranquilos”. Desde entonces el móvil deja de dar señal. Los padres piensan en avisar a la policía porque ese comportamiento no era normal. “Ella era muy responsable, siempre llegaba antes de tiempo a sus clases”, decía su madre a una televisión local. Una antigua compañera suya, Ana Esmeralda Gómez, aseguró a este periódico que Mónica amaba su trabajo: “Dar clases en el sitio en el que había aprendido inglés era un sueño para ella, la apasionaba ir a trabajar y nunca llegaba tarde”.
A las 18.28 acude a casa de Alexis un pariente suyo, que posteriormente declaró ante la Fiscalía del Estado de México. Allí contó que fue a visitarle porque Alexis le pidió ayuda. Al llegar, el presunto asesino de Citlalli le amenazó con un cuchillo, le dijo que se había drogado, que se le había “pasado la mano” y que había matado a Mónica. Según la autopsia realizada por las autoridades, el fallecimiento se produjo por un traumatismo cráneo-encefálico, un golpe en la cabeza. Además, en el domicilio se encontraron prendas de la víctima con manchas de sangre y unas gafas que pertenecían a la víctima. El pariente de Alexis consigue escapar a las amenazas y se va de allí.
La extraña visita a los padres de la víctima
Por razones que todavía se desconocen, Alexis acude esa misma tarde a la casa de los padres de Mónica, contaba Fausta Reséndiz, su madre, que hasta ese día no había visto nunca al joven. “Llegó a casa a preguntar, porque decía que también estaba preocupado por ella”, dijo Fausta Reséndiz a este periódico hace unos días, “y aquel día fue muy buena persona, me anduvo acompañando a levantar el acta de desaparición”. Ahora se horroriza ante la visión de alguien capaz de acudir en su búsqueda después de haber asesinado a su hija. “El cinismo de ese hombre, lo que nos hizo sufrir, y viene a mi casa sabiendo lo que había hecho”, dice Reséndiz. “La madre incluso vino y me dio un abrazo. Todavía no lo puedo entender, ¿Por qué se burlaron así de mis sentimientos?”
Esa misma noche del 3 de noviembre, a la 23.04, “una camioneta verde oscura entró al inmueble”, según la Fiscalía, el último lugar en el que se había visto a Mónica. “Una persona con las características de la madre de Alexis abrió el portón”, continúa el informe. Presuntamente, la madre de Alexis tomó en ese momento conocimiento de lo que había hecho su hijo. A la 1.47 de la noche el vehículo salió de la casa. Se cree que en su interior transportaba el cuerpo sin vida de Citlalli.
El viernes 4 y el sábado 5 no hay avances. Fausta, la madre de Mónica, pone el grito en el cielo buscando a su hija. Ayudada por organizaciones feministas, ella y una decena de personas más cortan las carreteras de acceso a Ecatepec, la alcaldía en la que vivían, y su caso comienza a recibir la atención de los medios de comunicación. Alexis y su madre no hacen apenas movimientos.
A las 00.08 de la noche del sábado y la madrugada del domingo, María Isabel, que no contaba con la cámara de seguridad que apuntaba a la casa, finge que no encuentra a su hijo, aunque este todavía no había salido del domicilio. Le manda mensajes por Whatsapp pidiéndole que vuelva, en conversaciones a las que ha tenido acceso EL PAÍS. “Alex, ¿dónde fuiste? Regrésate por favor”, le dice a su hijo. “Porque para qué dinero y más dinero”, sigue su madre. Alexis, a las 00.15, cuando todavía están los dos en casa, contesta: “Tranquila, ma. No pasa nada. Voy a saldar algo. Tranqui ma”. La madre sigue mandando mensajes a su hijo durante una hora: “Ahora sin coche es peligrosa la calle”. “Yaaaa por favor a dónde fuiste”. “La espera es angustia”. “Carajo si tú no hacías esto. Qué desesperación”. “Qué hago para que vuelvas a ser como antes”. “Estoy aterrada dónde se metieron. Busquemos ayuda”.
El montaje de la desaparición de Alexis
Las grabaciones del domicilio muestran que Alexis no sale de casa hasta casi dos horas más tarde, mucho después de que se mandaran los primeros mensajes. A las 2.30 de la madrugada, un coche con matrícula a nombre de Jonathan, el tercer detenido de este caso, se acerca hasta allí. En los vídeos se puede ver a Alexis abordar el coche, saludar al conductor y marcharse con él. Las pesquisas de la investigación indican que Jonathan llevó a Alexis hasta el hotel en el que trabajaba, el Hilton México City Reforma, según su perfil en la red social LinkedIn. Allí estuvo escondido el presunto feminicida durante los siguientes días.
A las 13.26 del domingo 6 de noviembre, la madre vuelve a la carga: “No tienes batería o que”. “Dime dónde estás”. “Oyeee estoy desesperada”. A las 16.11 contacta con una amiga de Mónica, y hablan de dónde pueden haber ido la pareja. En ese momento, la familia de Mónica Citlalli sigue desesperada buscando, sin ninguna información sobre el paradero de su hija después de tres días. María Isabel, que presuntamente había estado en la escena del crimen y era consciente de la muerte de Mónica, se muestra preocupada en los audios que manda a la amiga, y acusa a la víctima de ser ella la irresponsable de la relación, aunque todo apuntaba en la dirección contraria. “Yo le llegué a decir a Citlalli que una mujer que tiene una nena de diez años nada tenía que hacer en la calle a esas horas, que su lugar era con su nena, que ningún hombre valía la pena para que se despegara de su hija. Estaban como descontrolados”, decía la madre en unos audios enviados a la amiga de Monica.
María Isabel aseguraba estar muy preocupada por el cambio que había visto en su hijo en los últimos meses. “Empezó a compartir fotos en los que aparecían bebiendo en antros. Y él antes solo subía fotos del gimnasio o el trabajo. Se tatuó en muy poco tiempo y él nunca había hecho nada así contra su cuerpo”. Se refiere a los tatuajes que se había hecho en los últimos meses. En el antebrazo se había escrito “Citlalli” y en el pecho “Un beso Citlalli”. Además, en el otro antebrazo se había tatuado unas rosas, las mismas que se había tatuado Mónica. “Ella decía que él sí estaba muy enamorado”, asegura su amiga.
La madre no vuelve a hablar con la amiga de Mónica hasta el 8 de noviembre. “Hola señora, qué ha sabido de Alexis”, dice la amiga. “Nada, y yo atrapada en post cirugía de mi mamá, espero le den el alta”, contesta María Isabel, y adjunta una fotografía en la habitación de un hospital de paredes blancas y azules, con una pequeña televisión colgada de la pared y, en la cama, una persona recostada. “Confío en el trabajo de la autoridad, se han mostrado altamente interesados en el tema. A fin de cuentas, ellos saben qué se hace”, continúa la madre. La amiga trata de indagar, y pregunta si sabe algo de una casa en Pachuca, el lugar al que decían que iban en los últimos mensajes que recibió el padre. María Isabel dice que no sabe nada, pero que “Alexis empezó a faltar a la casa en fin de semana y no decía a dónde iban. Yo empecé a ver un cambio extremo en él. Y siempre sin dinero”. Luego vuelve a repetir: “Confío en la autoridad, no quiero enturbiar nada”. Después de ese mensaje, María Isabel se mostró fría y cortante y ya no quiso seguir hablando.
El 11 de noviembre, tres días después, la policía consigue una orden de cateo para una de las casas donde vivía Alexis y detienen a María Isabel acusada de presunto feminicidio y desaparición. En la madrugada del 12 de noviembre, encuentran a su hijo y le detienen, acusado de los mismos delitos. Ambos están internados en el penal de Chiconautla, en el municipio de Ecatepec, y han sido vinculados a proceso por feminicidio. También ha sido detenido Jonathan, el hombre que presuntamente ayudó a Alexis a esconderse durante días. El 14 de noviembre se llevó a cabo la primera audiencia del caso y al salir, el hermano de Citlalli dijo a la prensa que los acusados no se voltearon a verle. “Yo quería mirarles a la cara, pero no hubo manera”, sentenció.
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