“El arte y el deporte se pueden encontrar en un mismo espacio de creación”
La pintora mexicana María José Romero, ganadora del DNA Paris Design por su intervención en una pista de skate de Acapulco, considera que la creatividad es lo más importante de la vida
Un estudio pulcro y ordenado, luminoso, impecable, que rompe los esquemas. Que nada tiene que ver, pensaría cualquiera, con esta pintora de acción que se vacía frente al bastidor en trazos sinuosos. No se trata de una doble personalidad, sin embargo, es solo que María José Romero (Ciudad de México, 52 años) lleva un año entero sin agarrar un pincel en casa. Salió a conquistar la calle y su última obra, Flow, que dibuja caminos curvos sobre una pista de skate en Acapulco, ha ganado el premio DNA Paris Design 2022. Los patinadores han hablado: el arte le ha dado alma al lugar. Las ruedas de las patinetas han dejado también sus pinceladas sobre esa pista que forma parte de las 22 hectáreas reformadas durante tres años del parque Papagayo, en la famosa ciudad mexicana. Romero está feliz de haber encontrado un diálogo fecundo entre el arte y el deporte. Cree que París ha premiado justamente eso.
Y ni te pongas a llorar, se dijo cuando la pandemia cerró las galerías, los museos, los proyectos y las ventas. Tú eres creativa, a reinventarse.
Pregunta. Y se fue a Acapulco.
Respuesta. Me lancé al espacio público. Paseaba con el arquitecto que ha modificado el lugar cuando vi la pista de skate [diseño de la firma Tecnósfera, del arquitecto Bruno Jarhani]. Y ahí estaba la visión. Es que yo de niña tomaba clases de natación, era introvertida y penosa. Me la pasaba debajo del agua viendo cómo llegaba la luz al fondo y pensaba en lo aburridos que eran los carriles de la alberca, y en mi imaginación trazaba otros caminos, que daban vueltas, entraban y salían, y los iba siguiendo. Cuando llegué a la pista de skater vi mi alberca, pero sin agua.
P. Suena triste, sin agua…
R. Es más interesante, porque habrá patinadores y le darán dinamismo a la línea, me van a entender quienes la patinen, pensé. La idea no me dejaba dormir. Se lo propuse al arquitecto y quedé con skaters para ver cómo lo veían ellos. Si Flow se ajustaba a sus piruetas y trucos, si les venía bien la línea que yo trazaba. Vieron que mi curva era orgánica, nada de líneas rectas, perfecto. Uno de ellos dijo cuando vio mis cuadros: ‘Es lo mismo que yo hago, pero yo con la patineta. Ya sabía yo que patinar es un arte’. Entendimos que el arte y el deporte se pueden encontrar en un mismo espacio de creación.
P. ¿Es arte el skate?
R. Están creando. Trayectorias y rutas. Y se están divirtiendo e improvisando en el momento, dependiendo del espacio, que es lo mismo que me pasa a mí. La creatividad es lo más importante en nuestras vidas. Debería haber una clase desde chiquitos de creatividad.
P. ¿Pero eso se aprende?
R. Yo creo que todos lo podemos desarrollar, a eso se aprende, sí. El conocimiento te libera, te dicen en terapia, pero no es suficiente, se necesita creatividad para dar la vuelta a los patrones que repites, para abordarlos desde otros lados, para divertirte, jugar.
P. La creatividad te hace libre, dice usted.
R. Si tu vives tu vida nada más repitiendo lo que ya sabes, ¿dónde está la libertad? Si cocinas todos los días lo mismo, si hablas lo mismo con tu pareja, si vas a los mismos lugares. La única manera de que exista la creatividad es un espacio donde no conoces.
P. Pero los artistas a veces se pasan la vida entera haciendo el mismo cuadro, ¿no tienen creatividad?
R. Habría que ver si es el mismo cuadro. Pero algunos son obsesivos, sí, menos libres. Quizá encuentran una fórmula que se vende y… pues ahí se quedan. Pero yo sí creo que la creatividad es importante desarrollarla, es una valentía. ¿Por qué nos da miedo jugar? El niño no tenía miedo cuando jugaba y ahora nos da miedo. Si nos equivocamos qué, te levantas y lo vuelves a hacer…
P. Eso los artistas, no sé qué pensaría mi jefe.
R. Pues sí, pero en esas equivocaciones puedes abrir espacios para otras cosas.
P. Dice que pinta para sí misma, pero en el caso de los patinadores, de Flow, ha sido al revés, interacción absoluta con el que va a usar la pista.
R. Sí, los proyectos públicos son colaborativos.
P. Si su obra no tuviera patinadores ¿sería menos obra?
R. No, porque la obra en sí, sin skaters, cambia de color con la luz del día, con las nubes, las sombras, con la lluvia cuando se moja. La pista está viva sin patinadores, pero ellos activan la obra cuando entran, juegan con la línea y la siguen o la cortan, ya hay dos diálogos allí, mi caligrafía y los patinadores.
P. Son como pajaritos en el cielo cuando vuelan con la patineta en el suelo.
R. Qué loco que lo diga, porque así los vi yo el día que inauguramos la pista y llegaron como unos 200 chicos de toda la República mexicana, se convocaron por las redes. Esperaba en la reja para entrar y parecían esas aves que vienen a trazar sus vuelos, sus circuitos, ya dejaron la pista toda marcada, que a mí me encanta. Es su flow que habla con el mío.
P. Estas intervenciones en el espacio público dan más para jugar.
R. Sí, la verdad. Quién dijo eso de que el arte es la infancia recuperada a voluntad… No sé quién, pero es muy bonito porque es para jugar, la creatividad recupera el juego para los adultos.
P. Después de 30 años en el oficio, ¿siente la madurez artística del lenguaje propio o hay mucho por aprender?
R. Siempre quieres jugar con más cosas, ahora una pista de patinar, y después, ¿qué sigue? En el arte hay un camino, que es gatear, caminar, correr y después volar. Siempre buscas ir más lejos, otros espacios de creatividad. Primero hay que aprender las reglas, como decía Picasso, para romperlas hay que conocerlas.
P. ¿Este arte urbano en México ha superado el muralismo?
R. El street art es una vertiente del muralismo, que siempre va a estar ahí, porque nos marcó a todos, pero sí me gustaría ver cosas un poco más abstractas, porque no deja de ser figurativo y de pronto a mí me aburre. Hay artistas que están haciendo cosas muy interesantes en el espacio público.
P. Usted estudió artes visuales.
R. Sí, pero siempre he sido una loca del conocimiento, me gusta la física la matemática, la psicología, indago en cómo funcionan los mecanismos de la mente, me fascinan. Quiero entender la vida, de qué estamos hechos.
P. ¿Y empieza a entenderlo?
R. Un poquito sí, pero el ser humano siempre se está reinventando, siempre está el factor sorpresa, nuevos escenarios como por ejemplo, ahorita, la pandemia.
P. ¿Qué camino le gustaría transitar ahora?
R. Quiero ver si me salen otras pistas [de skate] en otros lugares. Esto da para mucho. Me gustaría llevarlo a otros lugares, París para empezar, Los Ángeles, yo estoy soñando en grande, pero es un proyecto educativo, que crea comunidad. Y estoy a punto de estrenar un documental, también se titula Flow, que salió de todo esto y donde participan skaters como Eder Martínez, Miguel González, Ángel Santiago el Sombra, o Ángel Ávila el Gallito. También Tolly o G. Hurley Santos, Patinando Culero. Y también grabamos a aquellos 200 pájaros volando en el lugar. Lo mandaré a festivales.
P. ¿La ebullición del arte urbano se da porque el artista decide salir a buscar a la gente que no entra en los museos?
R. Sí, también. Quizá estábamos aburridos de las viejas maneras de ver el arte, y hay muchas exposiciones que se han vuelto muy racionales, donde tienes que leer un discurso que no entiendes para acercarte a obras que tampoco entiendes. Me meto en un problema diciendo esto, pero es la verdad. La gente sale a veces de los museos, las galerías, diciendo, híjole, siento que no sé nada, o me da miedo preguntar porque me dirán que no sé nada. Este rollo del mercado del arte y lo especulativo sobre qué es arte y qué no, nos ha contaminado mucho. Si escuchas una canción y se te ponen los pelos de punta, pues ya está, no necesito un discurso para entenderla, voy a un concierto, me fumo un porro y ya está.
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