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Dr Lakra: “Los deportistas rompieron una barrera del tatuaje”

El artista mexicano considera que la opción de tatuarse ya no es una moda, sino una tendencia generalizada

Dr. Lakra Jerónimo Toledo
Dr. Lakra en un estudio de tatuaje en la Colonia Guerrero en Ciudad de México.Claudia Aréchiga
Carmen Morán Breña

Al Dr Lakra le pusieron ese apodo porque andaba siempre con su maletín de tatuador, como el médico que visita a sus pacientes. Hoy firma con él sus obras de arte en museos de todo el mundo. Son también obras de arte tatuadas, intervenciones sobre fotos vintage, tinta en la piel de papel de famosos o anónimos personajes. El tatuaje elevado a arte o el arte del tatuaje trasladado a las galerías, como quiera verse. Jerónimo López Ramírez nació en la capital mexicana hace 50 años con dos apellidos que pesarían en su carrera de artista: es hijo del pintor Francisco Toledo, ya fallecido, y de la antropóloga y poeta Elisa Ramírez. Quizá por eso, dice, el alias que adoptó sirvió para alivianar la marca de la casa. Y porque “Lakra en México tiene connotaciones de bromista” y él se considera así. Sus obras son irreverentes, pero también desenfadadas, como la travesura del adolescente que sigue pintarrajeando con su pluma a los personajes de las revistas. Va sin transición del estudio del tatuador al taller del artista y afirma que el tatuaje ya no es una moda, sino que está sujeto a las modas.

Pregunta. ¿Uno se tatúa para sí mismo o para los demás?

Respuesta. El tatuaje son muchísimas cosas. Muchos lo hacen por moda, para seguir al rebaño y hay quien se hace cosas muy personales, que no son para mostrar a nadie, como un ritual personal. Ayer tatué a un tipo que acababa de perder un feto y lo hizo para acordarse de ese momento de dolor. Eso es algo muy íntimo. También puedes tatuarte para afirmar tu pertenencia a un grupo de personas, un equipo de fútbol, por ejemplo.

P. ¿Para dibujarse la piel no hay que tener un carácter especial, como el de un coleccionista que no quiere separase jamás de sus cosas?

R. Es una barrera que puedes romper, cuando te das cuenta de que no es tan grave, no es tan permanente. Hay cosas que lo son mucho más, por ejemplo, un hijo.

P. El tatuaje es moda, pero también antimoda, si entendemos la moda como algo cambiante.

R. Es más bien la homogeneización de una estética, todo el mundo tiene una estética, una tendencia generalizada.

P. Pero los gustos cambian, ¿no se arrepiente de nada de lo que lleva en su piel?

R. Todavía no, igual en algún momento me arrepentí de algún nombre de una exnovia que me puse, pero pasa el tiempo y vas aceptando que eso también es parte de tu vida, errores o no, todo lo que te pasa.

P. ¿El tatuaje va a pervivir para siempre?

R. Va cambiando de generación en generación. Entre la gente que nació en los ochenta es muy difícil encontrar a quien no lleve uno.

Dr. Lakra en la Colonia Guerrero
Dr. Lakra en un estudio de tatuajes de Ciudad de México. Claudia Aréchiga

P. Sobre todo en México, es muy común.

R. En España también y en Estados Unidos. Hay Estudios. El porcentaje de gente que no tiene es muy bajo. Esos porcentajes irán cambiando. Quizá la generación de mis hijos tenga otro acercamiento hacia el tatuaje, tal vez no se hagan uno, sino más, o no sean pequeños sino grandes; o tal vez se tatúen más la cara, porque ya no hay tanto estigma. Ahora la gente se pinta más las manos y la cara, lugares visibles.

P. Hay madres que no quieren que sus hijos se tatúen, ¿por qué?

R. En gran parte es el estigma de otros tiempos sobre el tatuaje. Pero quizá también porque no quieren que alteren tu obra. Eres la obra de tus padres. Se puede ver así.

P. Y el que se tatúa ¿no está buscando una segunda piel? ¿Otro yo que reniega de esa obra primigenia?

R. Hay mil motivaciones, esa puede ser una. Pero hay quien se tatúa el nombre de su madre, que es como poner la firma del autor.

P. El tatuaje tuvo un momento carcelario, tabernario, y luego salta al glamur. Y usted lo ha llevado a la obra de arte.

R. Se empezó a estigmatizar mucho por un francés policía de finales de 1800 que redactó un método de investigación basado en la frenología. Defendía que hay ciertos caracteres físicos y genéticos que te hacen propenso a ser delincuente. Hablaba del tipo de cabeza, de manos, la separación de los ojos y el tatuaje era uno de esos aspectos.

P. Y luego llegó el glamur.

R. Como finales de los sesenta, cuando los rockeros empiezan a tatuarse, Janis Joplin, Cher. Y en los ochenta y noventa salta al deporte. Cuando lo hicieron los deportistas, que son como el ejemplo de los niños, cuerpo sano, mente sana, se rompió una barrera.

P. En México, el raro es quien no se tatúa.

R. Puede ser herencia prehispánica, los mayas lo hacían mucho, los totonacos. No se sabe qué se tatuaban ni cómo. Hay una momia, pero no se ve muy bien. Se perdió mucho con la inquisición, pero hay ilustraciones, cronistas que lo describen con detalle.

P. ¿Cuánto cuesta un tatuaje del Dr Lakra?

R. Pues según el sapo, la pedrada. Últimamente fui a tatuar a unos baños públicos en la central de abastos de Oaxaca y ahí cobramos 200 o 300 pesos, y puedo tatuar en otro lugar y cobro 3.000 o 4.000 pesos [alrededor de 150 euros].

P. ¿Cuál es la diferencia entre pintar un cuadro y pintar un cuerpo humano?

R. Con una persona intentas que se vaya contenta, te da pautas, está su motivación. Un cuadro es un trabajo individual, si no te gusta lo rompes y empiezas otro, con una persona no puedes borrar si te equivocas. Los cuerpos nunca los expondría, no puedes exponer a la gente.

P. ¿Pero considera que lo que ha hecho sobre un cuerpo es arte?

R. Es parte de mi trabajo, no todo lo que sale de mi mano es arte. Yo lo veo como arte, pero con la colaboración de otra persona. Arte colaborativo.

P. ¿No había irreverencia en tatuar a personajes famosos en un cuadro, Zapata, el actor Pedro Infante?

R. No es que yo buscara algún icono del cine del siglo de oro para ponerle tatuajes, es más azaroso. Fue por casualidad. Es como un gesto de libertad, de hacer lo que se quiera, juguetón, como perderle el respeto a cosas que son sagradas, un gesto de burla un poco. Sí, hay una cierta irreverencia.

P. En estos tiempos en que la gente exhibe su vida entera en las redes sociales, ¿aprecia cierto exhibicionismo en el tatuaje?

P. La gente sube a las redes todo, y el tatuaje es parte de esa cotidianidad. A veces es un estatus, hay tatuadores que cobran carísimo. En California hay un par de tatuadores que se dedican a tatuar raperos, gente de Hollywood, y cobran 5.000 dólares la hora. Tener un tatuaje de esas personas es como comprar una joya. Yo no lo entiendo, porque no son diseños originales, es solo que una persona se pone de moda y la gente está dispuesta a pagar lo que sea. Tiene que ver con la oferta y la demanda, más bien.

P. ¿Cuántas intervenciones tiene sobre su cuerpo?

R. Perdí la cuenta hace muchísimo, creo que cerca de 25 o 30 por extremidad. Como 100, tendré.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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