La antesala del caos: tráfico, obras y muchos camiones antes del cierre de la Línea 1 del Metro de Ciudad de México
El 11 de julio inicia el cierre del tramo entre las estaciones de Salto de Agua y Pantitlán, afectando a medio millón de usuarios
Gloria López es una de los tres ocupantes de un camión que está dando trayectos de prueba como apoyo previo al cierre de la Línea 1 del Metro. Como todas las mañanas, se bajó de una ‘combi’ que la trajo del municipio de Nezahualcóyotl (Estado de México) a la estación Pantitlán, para seguir su camino a Pino Suárez. “Quiero ver desde ahorita cómo está el asunto para ver cuál es la ruta que más me conviene, puedo usar también la línea 9, o una ‘micro’ que pasa en Chimalhuacán y me deja en Candelaria y después camino un poco más”, refiere la empleada de una papelería en el Centro de Ciudad de México.
Su trayecto aumentará entre 20 y 40 minutos debido al cierre entre las estaciones Salto del Agua y Pantitlán que iniciará el 11 de julio. Mientras que la ruta que solía hacer en el subterráneo era de unos 15 a 20 minutos, con el tráfico que hay sobre las avenidas Zaragoza y Fray Servando, en el oriente de la capital, estima que tendrá que salir más temprano para poder llegar a tiempo a su trabajo. “Mientras sea para el bienestar de todos, y que no haya accidentes como en la Línea 12, todo está bien, nadie quiere que haya un accidente así de nuevo”, indica.
Tras 53 años de operación constante, la primera línea del Metro de Ciudad de México será sometida a una cirugía mayor que la dotará de trenes y un sistema de vías nuevos, pero que afectará la vida de más de medio millón de habitantes que se trasladan entre el oriente y el centro de la capital. Pantitlán, la estación donde coinciden cuatro líneas de Metro, tan solo en la línea 1 tiene una afluencia promedio de más de 62.000 pasajeros por día, de acuerdo con las estadísticas de este sistema de transporte.
Para dar apoyo a los usuarios, el Gobierno capitalino puso en operación previa 110 unidades de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) que iniciaron pruebas de familiarización desde el miércoles 6 y hasta el domingo 10 de julio y que realizan rutas que hacen el recorrido por cada una de las estaciones y otros hacen menos paradas, omitiendo San Lázaro y Candelaria en algunos casos para hacer más ágiles los viajes.
En su segundo día de operaciones, los autobuses van, en el mejor de los casos, con cinco pasajeros, aunque tienen capacidad para trasladar 83. “Salen con tres o cuatro, ahorita ha venido muy poca gente”, refiere una de las trabajadoras auxiliares que invitan a los pasajeros a familiarizarse con las rutas de apoyo. Entre los conductores, también existen dudas sobre el camino definitivo que deben tomar, ya que hay varios tramos en el centro que se encuentran en obra. “¿No va a hacer parada en la Merced?”, pregunta uno de los usuarios. “Permítame, es que no hay espacio”, refiere el conductor.
Las rutas que siguen los autobuses de la RTP recorren dos de las vialidades más congestionadas, sobre todo en las denominadas “horas pico”, cuando miles de trabajadores o estudiantes buscan llegar a su destino por las mañanas, y regresar lo antes a sus hogares. Merari Martínez suele trasladarse frecuentemente al centro de la Ciudad a surtir materiales para su negocio de joyería y ya cree que va a ser un caos cuando por fin cierren el metro. “Para mí va a ser un caos: cargo el material, mi mochila y un violín que toco. En el metro es mucho más fácil, y además se viene la época de lluvias, va a ser complicado”, refiere.
Buena parte de los usuarios de esta línea provienen de los municipios del Estado de México que confluyen en la estación Pantitlán. “Vivo en Chalco, pero toda mi vida está en la Ciudad de México”, cuenta Estefanía Cervantes, una estudiante recién egresada de 29 años. “Desde que se anunció el cierre me empecé a preocupar. Sé que por cuestiones de los proyectos en los que estoy voy a tener que usar el RTP y regresar más tarde de lo que ya lo hago”, comenta. Sus trayectos, cuando utiliza esta línea, van de las dos horas y media a las tres horas, y cree que con este cierre, se harán aún más largos.
Por su parte, Luis Martínez suele trasladarse casi todos los días de la estación Balbuena a Cuauhtémoc para ir a trabajar, pero ante el cierre de la línea considera que empezará a usar su auto a diario. “Veré las rutas en las que me voy, porque si de por sí hay tráfico, con todos los camiones se va a poner peor”, comenta.
Además de los autobuses de la RTP que funcionarán a la par que lo hace el metro, la Secretaría de Movilidad (Semovi) ha habilitado una plataforma para que los pasajeros puedan planear su ruta en varios servicios: otras líneas del metro, Metrobús, Trolebús o los corredores de transporte concesionado, mejor conocidos como Microbuses. De acuerdo con esta plataforma, el viaje de Pantitlán a Balderas en el metro subterráneo es de 36 minutos, si se usa la línea 4 del Metrobús desde Pantitlán hasta Hidalgo es de 39 minutos y sube a 47 minutos si se aborda por la línea 9 y se hace un transbordo en la estación Centro Médico.
Llegando a Balderas, una larga hilera de camiones hace fila para poder regresar a Pantitlán y poder seguir haciendo viajes de prueba. “Va a haber viajes directos y otros harán parada en cada estación, ahora estamos viendo cómo nos acomodamos”, dice uno de los trabajadores de apoyo mientras invita a los conductores a que den la vuelta y despejen la avenida a un costado de la estación de Metro todavía abierta y abarrotada de pasajeros.
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