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Fallece el poeta mexicano Eduardo Lizalde a los 92 años

Octavio Paz dijo sobre él que era “un hombre que cambió el paisaje poético” y el jurado que le otorgó el Premio Carlos Fuentes destacó que era “el poeta vivo más importante de México”. Tras su libro de 1970 ‘El tigre en la casa’ ganó reconocimiento internacional y el apodo de El Tigre

El poeta mexicano Eduardo Lizalde
El poeta mexicano Eduardo Lizalde en la entrega del Premio Internacional Carlos Fuentes en 2017.José Méndez (EFE)

El poeta mexicano Eduardo Lizalde aprendió a leer a los cinco años. Empezó con autores como Julio Verne o Emilio Salgari y para los 12 años ya leía a Honoré de Balzac o Émile Zola. Siendo muy joven también aprendió a escribir sonetos con la ayuda de su padre y a los 30 publicó su “primer libro importante”, Cada cosa es Babel. Lizalde decía que “la poesía es la muñeca fea entre las literaturas”. “Han muerto inéditos algunos de los más grandes poetas del mundo y de México”, pronunció en la radio de la Universidad Nacional Autónoma de México en 2009. “[Ramón] López Velarde murió inédito”, ejemplificó con voz profunda. Después continuó: “Paul Valery, [Pablo] Neruda, [T. S.] Eliot... Estas celebridades excepcionales son los pocos que han logrado vivir de su poesía y alcanzar grande fama literaria en vida”. Este miércoles, Lizalde ha fallecido a los 92 años.

“Soy Eduardo Lizalde, poeta y cazador de tigres, pero solo en los libros”, decía en aquella emisión de 2009. Para entonces, hacía casi cuatro décadas que había publicado el libro que lo hizo célebre, El tigre en la casa (1970). “Hay un tigre en la casa / que desgarra por dentro al que lo mira. / Y sólo tiene zarpas para el que lo espía, / y solo puede herir por dentro, / y es enorme”, dicen sus versos más famosos. También entonces ya había obtenido el reconocimiento de premios como el Nacional de Literatura, en 1988; el Iberoamericano Ramón López Velarde, en 2002, o la medalla de oro Bellas Artes en 2009. Y en 2016, el jurado del premio internacional Carlos Fuentes diría que Lizalde era “el poeta vivo más importante de México y uno de los más notables de la lengua española”.

El ensayista fue investido como Doctor Honoris Causa 2015 por la UNAM, en el Palacio de Minería, el 07 de agosto de 2015.
El ensayista fue investido como Doctor Honoris Causa 2015 por la UNAM, en el Palacio de Minería, el 07 de agosto de 2015.Moisés Pablo

Tras la muerte de Lizalde, confirmada por su hijo en redes sociales, la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto, ha lamentado “la muerte del poeta tigre” y ha destacado el paso del escritor por publicaciones culturales como la revista Vuelta, fundada por Octavio Paz, o la revista Letras libres. “Una de las voces poéticas más poderosas de la literatura hispanoamericana se ha marchado”, ha dicho en un comunicado. Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), ha expresado además que Lizalde “fue un verdadero sabio, de voz profunda, poeta, académico, amante de los libros y de la ópera”. Personalidades del mundo de la cultura como las poetas como Margo Glantz o Carla Faesler, la escritora Alma Delia Murillo o el editor David Medina Portillo también han lamentado el fallecimiento del autor.

Lizalde nació en Ciudad de México en 1929. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e inició junto a Enrique González Rojo y Marco Antonio Montes de Oca un movimiento, el poeticismo, con el que pretendían combatir la imprecisión verbal y conceptual de la poesía. Tiempo después, sin embargo, el poeta criticaría el movimiento en su libro Autobigrafía de un fracaso (1981). En la década de los sesentas, Lizalde fundó con el escritor José Revueltas la Liga Espartaco Leninista, un movimiento político alternativo al Partido Comunista. Poeta, ensayista, narrador y traductor, Lizalde también fue profesor y director de la Biblioteca de México, y hasta director de la Compañía Nacional de Ópera al terminar la década de los 80 —de niño, soñaba con ser músico y egresó de la Escuela Superior de Música del INBAL—. El apodo de Tigre le llegó con la publicación de diferentes obras con referencias al felino que tanto le fascinaba: Memoria del tigre (1983), ¡Tigre, tigre! (1985), La caza del tigre (1998), Otros tigres (1995).

Los primeros versos que escribió, contó en una entrevista con EL PAÍS hace una década, “eran muy malos”: “Cuando uno empieza y lee a [Federico García] Lorca, a [Ramón] López Velarde, a los poetas que nos han influido desde las adolescencia, lo primero que quisiera hacer es escribir poemas como ellos. Pero el proceso poético no es tan rápido, requiere cultura y tiempo”. “El poeta no sabe nunca cuando va a ser capaz de publicar un verso original o digno de aparecer en las páginas en blanco”, decía entonces.

Con el tiempo, los suyos se publicaron y alcanzaron reconocimiento internacional. Octavio Paz, de quien fue discípulo, lo definió como “un hombre que cambió el paisaje poético”; el argentino Juan Gelman dijo que “no hay muchos poetas” como Lizalde. Pero él insistía en que la poesía es “la literatura menos favorecida”. “Para los jóvenes, habría que decir que lo más aconsejable es no vivir de la poesía porque no se puede vivir de ella sino dedicarse a otras cosas”, sugirió en aquella emisión de la radio de la UNAM en 2009. “Es una especie de bomba del tiempo: a la larga, los más inéditos desconocidos poetas, si son importantes, sobreviven y pasan a la celebridad”. Sus obras, sin embargo, habían alcanzado aquel reconocimiento hacía tiempo.

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