Se buscan empleados para el aeropuerto Felipe Ángeles
La inauguración del aeródromo convierte a sus alrededores en un potencial polo de empleo, aunque el hermetismo del Ejército, que lo administra, impide dimensionarlo
La fila se comenzó a armar pasadas las diez de la mañana. Irene Gallardo, de 45 años, esperaba desde las ocho, folleto en la mano: “Solicitamos auxiliares de limpieza”. La reclutadora cantó las condiciones. 1.350 pesos semanales, un día de descanso y apoyo para el transporte; no quedó claro si los turnos serían fijos o rotativos. “Si firman el contrato el día de hoy van a entrar a trabajar el lunes”, les explicó. La inauguración del aeropuerto Felipe Ángeles, este 21 de marzo, tras casi tres años en construcción, hace de la zona un potencial polo de empleo. “Se me hace prometedor que sea una empresa formal, y me queda cerca”, explica Gallardo antes de que empiecen las entrevistas.
–¿Eres soltera? ¿Con quién vives? Tu estado de salud, ¿cómo lo consideras: tienes dolores de cabeza, hipertensión, diabetes, te estresas, te cuesta levantarte?
–Dolor de cabeza, raramente.
Gallardo, que espera mientras entrevistan a otras personas, tiene en su casa un negocio de semillas y chiles secos. “Hay días que no se vende, días que se vende muy poquito”, dice. La oportunidad de trabajar de forma estable y a una hora de su casa la ilusiona: con el sueldo fijo de cada mes podría mantener a sus hijos de siete y 16 años y pasar más tiempo con ellos si le toca el turno de la noche y además ella ya tiene 45 y “a veces es un obstáculo”. Desde hace tres años no tiene un empleo fijo y como más del 56% de los mexicanos trabaja en la informalidad. Al Town Center de Zumpango, un centro comercial en el Estado de México donde el Gobierno municipal instaló una oficina de Desarrollo Económico, trajo todos los papeles que le pedían salvo el número de cuenta bancaria, que no tiene.
Este día, la empresa busca a unas 300 personas para completar 600 puestos en el sector de limpieza. “Si aguantan, porque el aeropuerto es grandísimo, se los contrata”, comenta una reclutadora. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que administra el aeródromo a través de la empresa AIFA SA de CV, no ha precisado a este periódico cuántos empleos se abrirán para trabajar en la infraestructura, que es una verdadera ciudad aeroportuaria en la que caben, además de la terminal, un museo del mamut, un centro comercial –con boliche, cine y gimnasio–, un hotel operado por la cadena Holiday Inn e instalaciones militares. El hermetismo también se traslada a las empresas, que apenas hacen comentarios.
Adriana García, coordinadora de Análisis Económico de la organización México cómo vamos, advierte de que la falta de información por parte de Sedena impide conocer la demanda potencial que generará el aeropuerto. Para García, el potencial de creación de empleo será “conservador” porque a pocos días de la inauguración todavía “existe un debate sobre la conectividad que ofrece” el aeropuerto y porque “las aerolíneas internacionales han dicho que no volarán” desde allí. “Un centro de conectividad siempre va a crear un potencial para la creación de empleo, sobre todo en el sector servicio, esto no es exclusivo de Santa Lucía”, señala la experta. “El éxito”, dice, “va a depender de la afluencia de pasajeros”. “Pero con pocos vuelos diarios resultaría muy compicado tener un impacto grande”, explica la analista.
A pocos días de la inauguración, las aerolíneas que operarán allí han confirmado ocho vuelos nacionales –el incremento, han asegurado, será gradual–. Además, habrá operaciones de carga internacionales desde Estados Unidos. La compañía Aeromar, por ejemplo, ha publicado al menos dos vacantes en páginas webs de búsqueda de empleo, para “agente de servicio al pasajero” y para “trabajador general”, que incluye tareas como la sanitización de aeronaves o la descarga de maletas. Volaris, que buscaba, por ejemplo, un “jefe de aeropuerto” que hablara inglés avanzado y tuviera una licenciatura en Turismo, ha explicado que actualmente “no hay vacantes”, aunque se han hecho contrataciones en el marco de una campaña nacional que arrancó en agosto. Aeroméxico, la principal aerolínea del país, no ha querido hacer comentarios.
Además de las contrataciones que hagan las aerolíneas, serán necesarios perfiles más o menos especializados para recibir a los cerca de 2,4 millones de pasajeros que se esperan el primer año: desde controladores aéreos a guardias de seguridad. En las páginas de búsqueda de empleo hay ofertas, por ejemplo, para puestos de cajero –entre 7.700 y 9.000 pesos al mes, ocho horas–; de “staff multifuncional” para una cadena de comida rápida o de atención al cliente bilingüe para el alquiler de coches. El esposo de Luz Alvarado envió su currículum para dos empleos, como recepcionista y como administrativo, hace un mes. Aún no ha tenido novedades sobre ese trabajo pero sin la experiencia cree que será difícil que lo contraten. Es su esposa quien lo cuenta porque la noche anterior él tuvo que quedarse trabajando hasta pasada la medianoche en las obras del aeródromo, donde está empleado como herrero desde hace un año. Lleva así 15 días. “Están trabajando a marchas forzadas para inaugurar el aeropuerto”, cuenta Alvarado, de 32 años.
El aeropuerto Felipe Ángeles se empezó a construir en 2019 tras la cancelación de las obras que se había iniciado durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) para trasladar a Texcoco, a 25 kilómetros de la capital, todas las operaciones y solucionar así la saturación del actual aeródromo de Ciudad de México, que alcanzó su límite de seguridad operativa en 2014. El presidente Andrés Manuel López Obrador inició esta nueva obra como un símbolo de la austeridad que quería imprimir a su sexenio. Como todas las grandes obras de infraestructura de esta Administración, fue asignada a los militares, que construyen, operan, administran y explotan las instalaciones. Desde el principio, los expertos expresaron dudas sobre la viabilidad de la nueva obra y, sobre todo, sobre la viabilidad de hacer funcionar de forma eficiente el nuevo y el actual aeropuerto de forma simultánea.
María del Carmen Rodríguez, de 42 años, busca empleo como guardia de seguridad o controlando maletas, que es lo que hacía en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, en Ciudad de México, antes de que la echaran por la pandemia de covid-19. Está desempleada y le gustaría tener prestaciones. “Y lógico, oportunidad de crecimiento”, aclara. En la oficina de Desarrollo Social del municipio de Zumpango, sin embargo, solo hay una búsqueda de empleo para el aeropuerto disponible cuando ella la visita que es para el “armado de estructura a nivel piso”. Porque aunque el aeropuerto se inaugure, las obras siguen. Desde que empezaron, la Sedena asegura que se han creado más de 137.000 empleos directos, de los que 36.500 seguían activos a principio de marzo.
Los casi tres años de construcción han complicado el trabajo de Ismael Xolio, de 29 años, que vive en Tecámac, en el camino entre Ciudad de México y las nuevas instalaciones. Xolio, conductor de plataformas como Uber y Cabify, tardaba 40 minutos en llegar a la capital a las siete de la mañana y ahora el mismo trayecto puede llevarle dos horas por los atascos, asegura. “Ha sido un caos total”, dice. Pero ve una oportunidad: “Confiamos en que el Gobierno autorice las plataformas en el aeropuerto”. Si eso sucede, podría dejar a los pasajeros en la terminal o recogerlos allí para llevarlos a Ciudad de México. Según sus cálculos, ganaría con cada viaje unos entre 500 y 800 pesos (entre 25 y 38 dólares). “Si me cae un viaje así ya hice el día, sería una buena oportunidad”, explica, aunque todavía, como en otros aspectos del proyectos, faltan certezas.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.