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Ciberacoso, amenazas y fraude: la violencia digital se ceba contra las mujeres en plena pandemia

Representantes de las organizaciones civiles advierten de un incremento de estos delitos durante la crisis sanitaria en la que más de un 80% de las víctimas son mujeres

Violencia contra las mujeres en internet
Una adolescente de 15 años estudia en su casa durante la pandemia en México.Andrea Murcia (CUARTOSCURO)
Karina Suárez

Lo que inició como un gesto benéfico se convirtió en una pesadilla de fraude y suplantación de identidad. En febrero del año pasado la poeta Mónica Rodríguez Licea recibió un mensaje de uno de sus contactos de Facebook invitándola a una campaña contra el cáncer de mama. La supuesta iniciativa, auspiciada por un hospital español, requería fotos con el torso desnudo de las participantes, a cambio, las mujeres recibirían una compensación económica que oscilaba entre los 8.000 a 12.000 pesos.

Después de un intercambio de mensajes en Messenger entre su amiga, también poeta, Rodríguez Licea, accedió a participar en la campaña para lo que debía de agregar a su red social a la supuesta doctora y coordinadora del proyecto. Esta mujer le aseguró por mensaje que las imágenes serían utilizadas solo para una campaña interna del hospital. “La que la supuesta doctora me decía es que con estas fotos las pacientes recuperaran la confianza en ellas mismas, que ellas recuperaran la autoestima”, relata la víctima de 30 años.

Rodríguez Licea reconoce que en un primer momento dudó sobre la iniciativa, pero una vez más su amiga le aseguró que era un proyecto altruista, confiable, en la que ella misma había participado. Lo que esta artista oriunda de Jalisco no podía adivinar es que detrás de esos mensajes no estaba su colega si no una persona que buscaba suplantar su identidad.

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Tras enviar las fotos, Rodríguez Licea recibió un formulario, mecanismo que fue la puerta de entrada para robarle su cuenta de Facebook y revelar el engaño del que fue objeto. “¿Hasta qué punto está comprometida mi seguridad?, ¿qué acabo de hacer?, ¿cómo pude caer?” fueron algunas de las recriminaciones que vinieron a la mente de Mónica al percatarse de que había sido víctima de una estafa.

A la ansiedad y el estupor se sumó al día siguiente la confirmación de uno de sus más grandes temores: así como los agresores utilizaron la cuenta de Facebook de su amiga para llegar a ella, su cuenta en esta red social ya había sido usada para que más personas de su círculo de amigos cayeran en el mismo engaño. Un bucle que al menos afectó a unas 30 mujeres. Pese al miedo, al enojo y a la vergüenza inicial, Rodríguez Licea tomó la determinación de alzar la voz y exponer su caso para intentar frenar la escalada de engaños. En menos de una semana, ella logró contactar a unas 60 víctimas del mismo modus operandi, agraviadas no solo de Jalisco, también de Ciudad de México, Puebla y Veracruz.

Capturas de pantalla de mensajes de extorsión en internet recibidos por distintas mujeres.
Capturas de pantalla de los mensajes que recibieron las víctimas del fraude a través de Facebook.

Aunque hay decenas de afectadas solo en Jalisco de este fraude, a la fecha no hay avances en la investigación o algún inculpado. “Las autoridades toman el registro, cumplen con los protocolos que tienen que cumplir, pero no están de lleno, el expediente está, pero no ha pasado nada, yo lo que no entiendo es cuál el objetivo de tener una policía cibernética”, reprocha la artista jalisciense.

Agneris Sampieri, integrante de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), señala que en el caso del engaño colectivo al que fue objeto Rodríguez Licea se combinaron tres factores relevantes: la crisis económica derivada de la pandemia, ayudar a una causa benéfica y que te lo está proponiendo alguien que está dentro de tu círculo de amistades.

En un país donde 10 mujeres al día mueren a manos del machismo, el incremento de la violencia virtual contra las mujeres es un reflejo de una violencia que sigue en escalada a pesar de la crisis sanitaria, advierten los portavoces de los colectivos feministas. La organización Luchadoras ha identificado que año con año se han sofisticado las agresiones digitales. El traslado de las actividades cotidianas a espacios como Zoom o Classroom han derivado paralelamente a un traslado de la violencia a estas plataformas. Prácticas como el zoombombing —la infiltración de personas ajenas a la reunión que difunden contenido lascivo, machista u obsceno— y la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento han ido al alza durante la crisis sanitaria.

“El número de denuncias que hemos recibido en los primeros cuatro meses de este año es mayor a los primeros seis meses del año pasado”, afirma Lulú V. Barrrera, la directora de Luchadoras. Solo en 2020 este colectivo recibió a través de su línea de apoyo 470 casos de violencia digital, de los cuales un 90% las afectadas fueron mujeres. En un 36% de estos incidentes, detalla Barrera, el agresor era una persona conocida, mientras que en el resto de las agresiones fue un desconocido o no fue posible identificar al atacante.

De acuerdo con el informe de este colectivo Justicia en trámite. El limbo de las investigaciones sobre violencia digital en México desvela que en los últimos tres años se abrieron 2.143 carpetas de investigación en 18 Estados del país por el delito de difusión de imágenes íntimas sin consentimiento. De este total, un 84% de las víctimas fueron mujeres.

Hasta 2019, según el informe más reciente sobre ciberacoso elaborado por el Inegi, 9,4 millones de mujeres en el país revelaron haber sido víctimas de esta agresión, principalmente de insinuaciones y propuestas sexuales. Sin embargo, los representantes de colectivos coinciden en este número es apenas la punta de un iceberg porque la mayoría de los afectados prefiere no denunciar por falta de asesoría, recursos y por miedo a ser descalificadas.

La activista Candy Rodríguez señala que en 2019 asistió un máximo de siete casos de violencia digital, este último año atendió a 20 afectadas, sin embargo, todas las víctimas decidieron no presentar una denuncia. “No denuncian porque no hay protocolos, no saben a dónde acudir, tienen miedo de que las regañen, hay una revictimización. Algunos de los casos que encontramos incluso las confrontan con las personas que las agredieron y no se toma en serio la violencia digital, se toma como un juego entre adolescentes que lo tienen que resolver ellos. Las chicas más jóvenes sufren muchísima violencia, la sufren en silencio y tardan muchísimo tiempo en hablarlo”, señala Rodríguez, integrante de la plataforma Acoso.Online.

En casos como el de Rodríguez Licea, que sí se han atrevido a alzar la voz, el sentimiento es agridulce ante la frustración de seguir sin justicia y con la interrogante de cuántas mujeres más seguirán siendo víctimas del engaño, de amenazas. Tras meses de terapia y de alejamiento de las redes sociales ella ha vuelto, poco a poco a retomar la confianza en este tipo de plataformas. “Ellos ya intentaron robar mi identidad, pero no lo lograron porque yo sí sé quién soy, no soy esa sombra extraña que va y está dañando a la gente, para mí era importante volver y tomar el control de las cosas”, concluye Rodríguez Licea.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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