“Pasar por el infierno nos hace descubrir qué nos hace humanos”
La actriz mexicana regresa al teatro con ‘Blindness’, una experiencia inmersiva sobre el miedo pandémico
La actriz mexicana Marina de Tavira leyó hace 20 un años un libro que se volvió “fundamental” en su biblioteca. La novela hablaba de un mundo distópico en el que los ciudadanos se volvían ciegos sin razón aparente. El “mal blanco” que José Saramago describió en Ensayo sobre la ceguera se contagiaba hasta desatar una epidemia incontrolable. Dos décadas después, confinada a causa de la pandemia de la covid-19, De Tavira lo ha releído para preparar Blindness (ceguera, en español), una experiencia teatral basada en la novela del Nobel portugués que se estrena en México dirigida por Mauricio García Lozano. “Es el texto que he estado buscando”, cuenta a EL PAÍS desde Londres.
Los espectadores no se encontrarán a De Tavira (Ciudad de México, 46 años) en la sala del Teatro de los Insurgentes. Serán ellos quienes ocupen el escenario, distanciados y con audífonos ascéticos. La voz de la actriz será todo lo que oigan, como susurros por la espalda o como gritos desde un extremo de la sala. Todo ha sido grabado con una tecnología que permite recrear la forma en que escucha el oído humano. Los tubos blancos de luz que bajan desde el techo, suben o se apagan por largos períodos durante la obra completarán el juego estremecedor. 70 minutos. El teatro está de vuelta.
“El que algo haya faltado nos ayuda a valorar cuánto lo necesitamos”, destaca la intérprete, nominada en 2019 al Oscar por su papel en la película Roma, tras meses de restricciones por la pandemia. Jamás le había faltado. Nacida en una familia de teatreros —su tío es el dramaturgo Luis de Tavira—, de pequeña miraba a su padre ensayar desde un rinconcito, “como una espía de ese extraño mundo”. Él fue el primer director del penal de máxima seguridad de Almoloya, donde estuvieron presos Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Don Neto Fonseca Carrillo o Caro Quintero, y fue asesinado en 2000 en un crimen aún sin esclarecer; introdujo el teatro como parte de las actividades de los reclusos y lo llevó también al salón de su casa. Ella empezó siendo público antes que actriz.
Pregunta. ¿Ha vuelto como espectadora al teatro?
Respuesta. La verdad no, y me muero de ganas. No he entrado a un teatro desde hace justamente un año. Me falta muchísimo, lo extraño.
P. ¿Entonces no había visto Blindness cuando se estrenó en agosto en Londres?
R. No, porque ya no estaba cuando Claudio [Carrera, productor de Blindness en México] me dio a leer. Lo cual creo que también fue bueno porque más bien me involucré como actriz.
P. ¿Por qué se interesó en el proyecto?
R. Me lo presentó Claudio Carrera, que ha producido con el Donmar Theatre y conoce a Simon Stephens, quien hizo la adaptación de la novela de Saramago para esta versión teatral, sonora, inmersiva. Es una experiencia, una experiencia teatral, sin dudas. En cuanto la leí, dije: ‘Es el texto que he estado buscado, creo que es lo que hay que hacer ahorita’. Tiene que ver con hablarnos de lo que estamos viviendo. Esta pieza nos ofrece la posibilidad de hacer catarsis con este año tan insólito, tan definitorio, tan transformador, tan difícil y también es un área de oportunidad en muchas cosas. Y cuando descubrí que era un texto para una pieza diseñada con distanciamiento social dije: ‘Por supuesto, hace todo el sentido’.
P. ¿Cómo lo pusieron en marcha?
R. Yo hice la traducción junto con Mauricio García Lozano y ese fue un trabajo que hicimos por bastantes horas por Zoom, días y semanas. Lo más interesante fue grabar la versión. Eso lo hice directamente en el Donmar, junto con el director Walter Meierjohann, que fue quien la dirigió en Londres. Esto está hecho con un micrófono binaural. El sonido se graba como nosotros lo percibimos en el cerebro. Se grabó en un teatro, con trazo escénico, con movimiento, con el texto de memoria, con el director ahí. Ensayábamos cada toma. No es una cosa que se grabó en una cabina y después se le pone play. Es verdaderamente un ejercicio escénico. La grabación duró una semana, pero el proceso de ensayos y traducción fueron como tres meses.
P. ¿Qué reconoce de esa distopía creada por Saramago en la pandemia de la covid-19?
R. Releer a Saramago ahorita... lo entiendes todo de otra manera. Se resignifica, lo ves como si nos hubiera estado avisando de algo. Es impresionante cómo empiezan a suceder cosas en la novela que ahorita nos resultarían muy familiares, como el asunto de que aparezcan los primeros contagiados, de querer aislarlos, de después decir ‘quédense en su casa’, ‘no salgan’... y después cómo todo esto empieza a ser incontrolable. Obviamente Saramago va mucho más lejos y también nos está hablando de otras cosas: de cómo funcionamos como seres humanos cuando somos privados de lo esencial. Realmente puede llegar a ser aterrador, pero también puede llegar a revelar la parte más humana que tenemos. Una y la otra.
P. Este año ha hecho obras que se salen del teatro tradicional, como El paraíso de la invención, a través de una plataforma de streaming, y ahora Blindness, que sucede sobre un escenario de teatro, pero en el que usted como actriz no está. ¿Está cambiando el teatro como lo conocemos hasta ahora?
R. El teatro como lo conocíamos por supuesto va a regresar y nunca se va a ir, porque es una de las artes más antiguas que conocemos. Pero creo que las artes siempre son diálogo con la realidad. De ahí que surjan nuevas formas, y que probablemente puedan quedarse. Yo sin duda nunca podría pensar en el teatro como un arte no presencial. Creo que los ejercicios que se han hecho son muy loables y muy importantes, que se quedarán como un testimonio de un momento, pero que el teatro no se puede entender sin la presencia viva. Puede ser que en Blindness no esté ahí el actor o la actriz, pero lo que sí hay ahí son espectadores que se pueden ver a los ojos mientras esta experiencia está sucediendo.
P. ¿Qué es lo que le sigue apasionando de ser actriz?
R. Ahí he encontrado la mejor forma de expresar lo que voy entendiendo del mundo. Para mí el teatro es un medio de conocimiento. Es la forma en la que yo me puedo comunicar con el otro, con la otra. Es la forma en la que me entiendo a mí misma, curiosamente. También lo veo como un medio generador de conciencia, personal y colectiva.
P. ¿Qué descubrió con esta última interpretación?
R. El personaje en la novela es la única mujer que no se queda ciega y se vuelve una guía de los demás, esta especie de Virgilio que va guiando por lo que de verdad se convierte en el infierno. Me hizo pensar mucho en los extremos de la condición humana, en qué pasa cuando lo perdemos todo y estamos en la pura sobrevivencia, qué tan capaces somos de generar empatía o de volvernos egoístas. Lo más importante es este sentido de cómo le hacemos como personas para sobrevivir a las situaciones como las que hemos estado viviendo —el confinamiento, el miedo a lo que vendrá, a la propia enfermedad, al desamparo—, de dónde nos agarramos para salir. Pasar por el infierno nos hace descubrir qué es lo que nos hace esencialmente humanos.
P. Fue una de las mujeres que firmó la carta al presidente Andrés Manuel López Obrador el 8-M, ¿por qué creyó que tenía que firmarla?
R. Porque ahí quedaba muy claro que el movimiento de las mujeres ahorita no es un movimiento partidista. Es un movimiento que nace de un grito de dolor, de un ‘ya basta con tanta injusticia’, pero que también está lleno de esperanza para una vida mejor para las mujeres y los hombres. Lo mejor que les puede pasar a los hombres es que el movimiento de las mujeres sea escuchado y vaya ganando lugar porque justamente está aspirando hacia una mejor vida para hombres y mujeres. El machismo también es muy doloroso para muchos hombres. Tengo toda mi esperanza puesta en este movimiento.
P. ¿Cómo recibió la respuesta del presidente, que trató a las firmantes de “famosos y fifís”?
R. Yo solo quisiera que el movimiento de las mujeres fuera entendido como lo que es, que es un movimiento de mujeres de todos los estratos sociales, de todas las edades, y que no tiene nada que ver con una cuestión de partidos políticos. Sí quisiera que esto sea reconocido. Creo que seguimos esperando que sea reconocido como tal.
P. Hace dos años estuvo nominada a los Oscar por su papel en Roma. Fue una época de mucha exposición. ¿Cómo vive la fama y esta parte que son las entrevistas, las promociones...?
R. La entrevistas y promocionar siempre es muy bonito porque es compartir tu pasión. A veces puede ser muy cansado, pero es necesario y muy importante para dar a conocer lo que hacemos. Es un trabajo que me gusta, porque cuando tú haces una puesta en escena no estás hablando de ella, la haces. Todo lo vivido hace dos años pues va tomando su medida. Son momentos de la vida, son experiencias, sin duda fue una experiencia maravillosa, también en momentos aterradora. Es una experiencia que atesoro y trato de ver qué saco de ahí.
P. ¿Y la fama?
R. Pues no creas que la conozco tanto. Yo me concentro en lo que hago. Me concentro en el trabajo, en los proyectos. La fama es algo que es casi un accidente en la vida de los actores y las actrices. Siempre digo que nunca puede ser un objetivo porque entonces estás buscando otra cosa, que no tiene realmente nada que ver ni con el teatro ni con el arte del actor, o el cine... sino que es algo más, y hay otras formas para hacerlo más rápidas.
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