Biden consigue finalmente una amplia victoria gracias a Georgia y Arizona
Las últimas proyecciones, anunciadas diez días después de las elecciones, arrojan un resultado final de 306 votos electorales para el candidato demócrata y 232 para el presidente Trump
El resultado final de las elecciones presidenciales de Estados Unidos celebradas el pasado 3 de noviembre es de 306 votos electorales para el demócrata Joe Biden y 232 para el presidente republicano Donald Trump. Las últimas proyecciones de los grandes medios llegaron entre el jueves por la noche y este viernes a mediodía (hora estadounidense) en los tres Estados que quedaban por adjudicar, donde las diferencias han sido mínimas. Trump es el décimo presidente en la historia en perder la reelección y el primero en este siglo.
Nueve días después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, este jueves por la noche todos los grandes medios estaban por fin en condiciones de proyectar matemáticamente la victoria de Joe Biden en el Estado de Arizona. El margen es mínimo, un 0,36%, que se traducía en apenas 11.000 votos de diferencia de un total de 3,3 millones. Sin embargo, los modelos matemáticos de NBC, CNN y The New York Times consideraron que la tendencia hace imposible que Donald Trump pueda darle la vuelta al resultado. Associated Press, The Wall Street Journal y Fox News dieron Arizona a Biden la misma noche de las elecciones, pero el estrechísimo margen de votos había evitado el consenso hasta ahora.
El viernes a mediodía, los mismos modelos de proyección daban finalmente la victoria a Biden en Georgia por apenas el 0,3% de los votos y a Trump en Carolina del Norte con un 1,3% de ventaja. Los Estados ya están certificando estos días sus elecciones y acabarán de hacerlo el próximo día 10 de diciembre. La victoria final de Biden deja un mapa en el que los demócratas han dado la vuelta nada menos que a cinco Estados ganados por Trump en 2016: Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Georgia y Arizona. Además, Biden ha sacado más de cinco millones de votos más que Trump.
Las aspiraciones de Trump de llevar el resultado a los tribunales, o de convencer a los estadounidenses de que ha sido una elección ajustada que ha caído del lado demócrata debido a malas artes, se alejaron casi definitivamente este viernes ante la vista del mapa definitivo. Biden no solo ha recuperado la llamada muralla azul de los Estados industriales del Medio Oeste, cuya base sindical había sido leal a los demócratas hasta que llegó Trump. Además ha dado la vuelta, aunque sea por la mínima, a dos Estados tradicionalmente republicanos, una victoria que envían señales preocupantes sobre el futuro del partido de Trump.
Joe Biden es el primer demócrata que gana en Arizona desde 1996. Aquel año, Bill Clinton se adjudicó el Estado tradicionalmente republicano, hogar de Barry Goldwater, pero fue porque un tercer candidato dividió el voto republicano. Antes de Clinton, Arizona no votaba por un demócrata desde Harry Truman en 1948. En el caso de Georgia, ese Estado sureño no votaba demócrata desde Clinton en 1992, y básicamente por el mismo fenómeno de división del voto conservador. Antes de eso, Georgia había votado al demócrata Jimmy Carter (1976 y 1980), porque era senador por ese Estado. El sur de Estados Unidos dejó de votar demócrata a partir de los años 60.
La victoria de Biden en Arizona tiene un especial significado. Se trata de un objetivo de los demócratas desde hace una década, cuando a través de organizaciones de inmigrantes y sindicatos comenzaron a registrar y movilizar masivamente a una población mexicoamericana que hasta entonces había vivido marginada de la política. Hoy, el electorado latino alcanza los casi 1,2 millones, el 23% del censo electoral de Arizona, un porcentaje superior a Nevada o Colorado.
Aparte del voto mexicoamericano, Biden ha contado con la ayuda, aún por cuantificar, de un sector republicano que rompió con Trump por sus insultos al senador John McCain, verdadero mito político en Arizona. Desde el verano, se podían ver en Phoenix carteles de “republicanos por Biden”, un fenómeno de rechazo al presidente que no se ha dado tan abiertamente en otros Estados. La propia viuda del senador, Cindy McCain, la matriarca del Partido Republicano de Arizona, apoyó públicamente a Biden, ha hecho campaña por él y es miembro de su equipo de transición. Biden y McCain eran amigos en el Senado.
Arizona era, además, la última joya republicana del Oeste, donde todos los Estados con cierto peso de población han ido cayendo del lado demócrata en una tendencia consistente desde hace 25 años. La población latina, joven y urbana hizo demócrata California en el cambio de siglo, y después el fenómeno se fue repitiendo en Nevada y Colorado. Con Arizona, que no había votado demócrata en este siglo, cae una de las piezas más preciadas de los republicanos en el Oeste. Ni Nevada, ni Colorado, ni California han vuelto atrás después de votar demócrata.
En Georgia, Biden ha conseguido una victoria histórica gracias a años de movilización del voto afroamericano. La principal responsable de organizar a esa comunidad ha sido Stacey Abrams. Tras su intento fallido por ser gobernadora en 2018, Abrams inició el movimiento que ha cimentado una victoria demócrata de la que ambos partidos van a sacar lecciones.
A la victoria de Biden en Arizona se suma además la del astronauta Mark Kelly, que se presentaba al Senado como demócrata y que ganó su escaño por un margen mayor que Biden. Arizona no tenía dos senadores demócratas a la vez desde los años 50. Kelly tomará posesión a finales de noviembre, pues sustituye a la republicana Martha McSally, que no fue electa, sino que fue designada por el gobernador para ocupar el escaño de John McCain. Ahora, lo ocupará un demócrata.
En Georgia, la movilización demócrata ha permitido aspirar a los dos escaños del Senado por ese Estado. Los candidatos demócratas no han ganado, pero han conseguido forzar segundas vueltas que se celebrarán el próximo 5 de enero. Gracias a eso, y a las victorias en Arizona y Colorado, el control republicano del Senado está en el aire.
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