La oposición demócrata arrasa en las elecciones en Hong Kong
Estas elecciones municipales se percibían como un referéndum sobre la gestión del Gobierno local y el apoyo a las protestas de los últimos cinco meses
La ciudadanía de Hong Kong ha hablado alto y claro. Las elecciones municipales de este domingo, vistas como un referéndum sobre las protestas prodemocracia de los últimos cinco meses y la gestión del Gobierno autónomo de Carrie Lam, han dado una victoria abrumadora a la oposición demócrata y un tremendo varapalo al bloque prochino. Los pandemócratas han logrado al menos 387 de las 452 concejalías.
El resultado supone un enorme respaldo a las protestas, tanto más indiscutible por cuanto la población acudió a votar en masa. Estos comicios se han convertido en los de mayor participación jamás habida en la historia del territorio autónomo. Han votado 2,94 millones de personas o el 71,2% del censo electoral, 13 puntos porcentuales más que el anterior récord, el 58% registrado en las legislativas de 2016.
Todo el territorio autónomo, sin más excepción que las remotas Islas Exteriores —donde ocho de sus diez concejalías se destinan a los jefes de poblaciones rurales, que apoyan al bloque conservador— se inclinó por dar un histórico voto de castigo al Gobierno y a los partidos que le apoyan. Los pandemócratas controlarán ahora 17 de los 18 distritos hongkoneses. Muchos de ellos con concejales muy jóvenes, que concurrían por primera vez en política.
Entre ellos figuran varios antiguos líderes estudiantiles del movimiento de los paraguas, el predecesor de las protestas actuales. Uno de ellos, Lester Shum, declaraba tras ser proclamado vencedor en su circunscripción que “el Gobierno debe responder a nuestras cinco demandas tan pronto como sea posible”.
Shum aludía a las demandas de los manifestantes, que reclaman una investigación independiente sobre el comportamiento de la policía, la liberación sin cargos de los detenidos durante las protestas y el sufragio universal en las elecciones al legislativo y para nombrar al jefe del Gobierno autónomo. Hasta ahora solo han conseguido una de sus exigencias, la retirada del polémico proyecto ley de extradición que desencadenó las movilizaciones.
En otras circunstancias, los comicios municipales hubieran pasado casi desapercibidos incluso para su propia población: ediciones previas no habían conseguido movilizar a más del 47% de la población. Pero las del territorio autónomo no son circunstancias normales, tras cinco meses de protestas masivas antigobierno en las que más de 5.500 personas han quedado detenidas, se han disparado más de 10.000 rondas de gases lacrimógenos, la economía ha entrado en recesión y la popularidad del Gobierno que encabeza Carrie Lam ha caído en barrena.
La propia Lam, en un comunicado, admitía la derrota. “Hay varios análisis e interpretaciones entre la comunidad sobre los resultados, y bastantes creen que los resultados reflejan la insatisfacción con la situación actual y los problemas muy arraigados en la sociedad. El Gobierno hongkonés escuchará las opiniones de los miembros del público con humildad y reflexionará seriamente”.
El DAB, el principal partido del bloque conservador, ha presentado también sus disculpas a sus votantes por los pésimos resultados. Starry Lee, su secretaria general y una de los pocos pesos pesados de la formación que ha conservado su concejalía, ha presentado la dimisión, aunque no ha sido aceptada.
El varapalo a los partidos prochinos se ha llevado por delante a nombres muy conocidos de la política local china. La derrota de uno de ellos en particular, Junius Ho, sabía a triunfo moral para los manifestantes. Este concejal y legislador era uno de los políticos a los que tenían más inquina desde que se le vio estrechar la mano a un grupo de supuestos miembros de tríadas que habían atacado con impunidad a manifestantes en una estación de metro el 21 de julio. Ho fue atacado con una cuchillada en el pecho en un acto de la campaña electoral.
Las municipales son las elecciones más democráticas en el sistema hongkonés: son las únicas en las que se aplica el sistema de sufragio universal puro, que los manifestantes reclaman también para la elección del jefe de Gobierno. Hasta ahora, el nombramiento de este cargo está en manos de un comité de 1.200 notables.
A lo largo de todo el día las colas fueron generalizadas. Ya desde primera hora de la mañana, antes de que abrieran los centros de votación a las 7.30, decenas de personas hacían cola para depositar cuanto antes su papeleta en lugares como el barrio de clase media de South Horizons, donde acudió a las urnas el activista estudiantil Joshua Wong, el único aspirante a candidato rechazado por la Junta Electoral.
En parte, la insólita participación tempranera se debía al temor a que hipotéticos incidentes pudieran impedir o suspender el voto, un rumor que había corrido como la pólvora en las redes sociales en días previos. Las elecciones se desarrollaban cuando varias decenas de manifestantes continúan atrincherados en el campus de la Universidad Politécnica, cercado por la policía desde que hace una semana se registraran en su entorno los incidentes más violentos hasta el momento desde que comenzaron las protestas.
La jornada se desarrolló sin incidentes de violencia, pese a los temores que habían activado a casi todo el cuerpo policial, de 31.000 agentes.
En principio, los concejales tienen escasas competencias más allá de lo puramente local. Pero un triunfo en ellas tendría consecuencias significativas. Los representantes de distrito ocupan 11 de los 70 escaños en el legislativo autónomo, que celebrará a su vez elecciones el año próximo. Y en 2022 se celebrarán elecciones para el puesto de jefe del Gobierno local, en las que solo 1.200 integrantes de un comité de notables puede votar. Los concejales designan a 120 de esos miembros, un 10% no desdeñable para los pandemócratas, que en la actualidad controlan cerca de 400.
Ni camisetas negras ni máscaras en los centros de votación
Junto al entusiasmo, la otra emoción palpable en la jornada electoral, especialmente entre los votantes más jóvenes, era la desconfianza. A lo largo de las últimas dos semanas los manifestantes habían conjeturado en sus redes sociales la posibilidad de que los comicios se aplazaran o suspendieran. Una posibilidad que el secretario de Asuntos Constitucionales, Patrick Nip, había llegado a insinuar tras los graves enfrentamientos en la Universidad Politécnica.
Para evitar cualquier posible incidente que les privara de acudir a las urnas, los manifestantes habían distribuido machaconamente a través de estas redes, en textos y en memes, todo tipo de instrucciones sobre cómo votar sin riesgo de que la papeleta quedara anulada. Las recomendaciones dirigidas a este sector —mayoritariamente joven, muchos en su primera cita con las urnas— incluían todo tipo de detalles, como “después de marcar tu selección, fíjate que la tinta esté completamente seca antes de doblar la papeleta”.
También quedaba completamente desaconsejado, para evitar enfrentamientos con la policía que vigilaba los colegios electorales o con votantes de otro signo, llevar camisetas negras —el color de las protestas— o taparse el rostro. El uso de máscaras, muy común entre los manifestantes, fue prohibido por el Gobierno desde principios de octubre para tratar de poner coto a las protestas violentas. Una sentencia de un alto tribunal declaró esa ley anticonstitucional, aunque el dictamen está suspendido mientras se tramita una apelación.
Pese a las tensiones, los candidatos aprovechaban que las leyes hongkonesas no impiden hacer campaña el mismo día de la votación y a lo largo de toda la jornada desarrollaban actos electorales y repartían propaganda a escasos metros de la entrada de los centros de votación. A veces, a pocos metros también de sus rivales.
Este era el caso del demócrata Ng Siu Hong, que con la banda del color verde de su partido que le identifica como candidato trataba de persuadir, micrófono en mano, a los residentes de la calle Robinson, en los Mid-Levels, que acudieran a votar. “Es una elección muy importante. Luchemos por la libertad, defendamos Hong Kong. Es por las generaciones de ahora y las generaciones del futuro”, clamaba en inglés y mandarín junto a su inmenso retrato.
A apenas una decena de metros, su rival, Samuel Mok, del principal partido prochino, el DAB, y candidato electoral por primera vez a sus 28 años, saludaba con entusiasmo a los vecinos. “Son unas elecciones muy especiales. Insto a todo el mundo a ir a votar, incluso a los que no me apoyan, para que liberen su emoción, su ira, en las urnas, y podamos recuperar la paz” en la ciudad. “Podemos resolver los problemas mediante el diálogo, y estas elecciones son una oportunidad para ello”.
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