Medio Ambiente, el agujero negro de López Obrador
En sus primeros 100 días, el mandatario ha impulsado varios megaproyectos en parajes naturales que carecen de estudios de impacto ambiental. Desde el Gobierno reprochan que algunos prefieren “jaguares gordos y niños famélicos”
Durante las más de 72 horas en las que Andrés Manuel López Obrador, 65 años, ha estado hablando desde que hace 100 días llegó al poder, ha utilizado tres veces las palabras "ecología" y 35 "medio ambiente". La pronunció por primera vez en diciembre, 19 días después de convertirse en presidente, para expresar su rechazo a las semillas transgénicas y al fracking, la agresiva búsqueda de petróleo en aguas profundas, y para anunciar que plantará más árboles que nadie.
La última vez que volvió a utilizarla fue el día que asesinaron al activista Samir Flores, quien se había opuesto a la termoeléctrica de Morelos —un proyecto de su Gobierno— y, poco después, para anunciar la suspensión de una mina de oro a cielo abierto en Baja California.
En paralelo a esas 35 palabras, López Obrador ha anunciado la construcción de una refinería, la termoeléctrica, un tren de 1.500 kilómetros en la Península de Yucatán y otro tren más en el istmo de Tehuantepec. Algunos de esos megaproyectos, sobre los que no hay estudios de impacto, han soliviantado a la población tras polémicas consultas a la ciudadanía. Al mismo tiempo, han aumentado las importaciones de carbón y petróleo y no se destinará un peso a impulsar la generación de energía eólica y solar. A ello se añade la reducción en un 20% del presupuesto destinado a la Secretaria de Medio Ambiente.
Del más de medio millón de palabras pronunciadas durante los 100 días de “mañaneras”, las que tienen que ver con sostenibilidad suponen un 0,007%. Para muchos ecologistas y defensores del medio ambiente éste es el tamaño de la importancia que esto tiene en su Gobierno.
”Estamos decepcionados incluso los que votamos por él. Su visión energética del país es un modelo que vuelve a los años 70 basada en el carbón y el petróleo. Solo la construcción de la refinería de Dos bocas ha supuesto talar 300 hectáreas de selva y manglares de forma ilegal y sin la realización de ningún estudio de impacto ambiental”, denuncia Alejandra Rabasa, abogada ambientalista y miembro de Ceiba, una organización que elabora informes y hace recomendaciones sobre medio ambiente desde hace más de 20 años.
Para los ambientalistas, la construcción más dañina será el Tren Maya, un proyecto de 1.500 kilómetros de tren que recorrerá la Península de Yucatán y que atraerá la inversión más grande que se haga en un sexenio en materia turística. El tren atravesará una de las regiones más visitadas del mundo, entra las que están Cancún y Playa del Carmen o importantes restos mayas como Tulum, Palenque, Chichén Itzá, Bacalar, Campeche o Mérida.
Aunque el Gobierno insiste en que no tirará ni un solo árbol, el ferrocarril se construirá bajo un esquema en el que operadores privados explotarán los hoteles y centros comerciales en los alrededores de cada estación.
México cuenta con 12 ecosistemas vegetales diferentes, 58 tipos de vegetación —más que sus dos vecinos norteamericanos Estados Unidos y Canadá juntos— y un buen número de especies endémicas, que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. Su posición geográfica —bisagra entre las zonas tropicales y templadas de América—, la influencia de dos grandes océanos —el Pacífico y el Atlántico—, su relieve —desde planicies costeras hasta cadenas montañosas que superan los 5.000 metros de altura— y su variedad climática lo convierten en un país único en el mundo.
Pero en los últimos 30 años, ha perdido la tercera parte de sus selvas y la cuarta parte de sus bosques. En paralelo, el suelo dedicado a actividades agrícolas se ha expandido en más de un 26%, según el Inegi, la oficina de estadística mexicana.
Sin embargo, el secretario de Turismo, Rogelio Jiménez Pons, resumió con una frase una sensación que gravita sobre el mandatario y su equipo: “No ganamos nada como país con tener jaguares gordos y niños famélicos".
El principal proyecto ecológico de López Obrador, el programa Sembrando Vida, por el que se plantarán en Chiapas más de un millón de hectáreas de árboles frutales, también ha sido duramente criticado. "Sembrando vida es en realidad un programa de combate a la pobreza [de subvenciones a quien participe en la reforestación] que pasa por un programa ecológico", añade la abogada ambientalista Rabasa. "López Obrador tiene una visión utilitaria del medio ambiente".
La energía que se consume en México proviene de hidrocarburos (91%), carbón mineral (3%), biomasa (2,9%), geotermia, eólica y solar (1,4%), nuclear (0,9%) e hidráulica (0,8%). Las cifras ponen de relieve la escasa presencia de las fuentes renovables (apenas poco más de 5% en total), en contraste con una economía carbonizada al 94%. No obstante, tiene compromisos firmados para reducir un 22% de las emisiones de gas invernadero, aunque nada, en estos primeros 100 días, apunta en esa dirección.
"El presupuesto de este año destinado al medio ambiente ha sufrido el mayor recorte de toda la administración pública, más de un 20%, lo que envía una señal clara. La reducción se suma a la de los tres años anteriores y que acumulan un 65% respecto a 2014. Cada año se dedica menos dinero y esto afecta al cuidado de los bosques y, principalmente, del agua", señala Enrique Provencio, expresidente del Instituto Nacional de Ecología.
El peligroso saco de "sociedad civil" en el que el lopezobradorismo ha metido a todos a los que se oponen a sus proyectos, se ha llevado también por delante al artista oaxaqueño Francisco Toledo, uno de los pintores vivos más cotizados de México y reconocido activista en defensa de la cultura oaxaqueña a quien Pons, el de los "jaguares gordos", describió como “santón de la ecología”. Toledo había exigido que si van a destrozar la tierra con las taquillas del Tren Maya, además de prender copal a los ancestros, que también le pregunten a la tierra.
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