Lo que las megalópolis latinoamericanas pueden aprender de China
Aunque las ciudades chinas siguen figurando entre las más contaminadas del mundo, el país avanza a pasos agigantados desde que le declaró la guerra a la polución
A Yunkai Shen no se le da bien la lotería. Como ciudadano de Pekín, participa en el juego desde hace cuatro años con la esperanza de poder ganarse el premio mayor: la posibilidad de comprarse un carro. La ciudad implementó el sistema de lotería para otorgar placas vehiculares desde 2011, como medida para restringir la circulación de automóviles en sus vías. Las posibilidades de ganar son cada vez menores, pasaron de representar el 6% en febrero de 2011, al 0,2% en febrero de este año. Si Shen quisiera comprar su coche en Shanghái tampoco la tendría fácil, entraría a participar en las subastas en línea que organizan las autoridades. El premio al mayor postor es el mismo: una placa para circular.
Estas medidas forman parte del ambicioso plan que tiene China para disminuir sus altos niveles de contaminación atmosférica, explica Erik Velasco, investigador del Centro de Modelación Ambiental de la Alianza MIT-Singapur. Desde 2014, cuando el primer ministro Li Keqiang dijo públicamente que China le declaraba la guerra a la polución, sus acciones se han vuelto mucho más drásticas. Pekín anunció entonces que invertiría 120.000 millones de dólares en un plan de acción para reducir su contaminación del aire en 25% para 2017.
Desde entonces, gran parte de la estrategia del país se ha enfocado en reducir el uso del carbón como fuente energética, uno de los detonantes más importantes de la contaminación en China, dice Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México de la Facultad de Economía de la UNAM. Se prohibió la instalación de nuevas centrales eléctricas que funcionaran con carbón en las zonas más contaminadas del país, y a las existentes se les dio la orden de reducir sus emisiones. "Son esfuerzos conjuntos, tanto el sector público, las empresas y los ciudadanos están sustituyendo el carbón e invirtiendo en nuevas fuentes energéticas, como fósiles, renovables y nucleares", apunta el académico.
Pekín consiguió disminuir su concentración de partículas finas PM2,5, en 35%, la ciudad de Shijiazhuang en 39% y Baoding en 38%, según un estudio realizado por Michael Greenstone, director del Energy Policy Institute de la Universidad de Chicago. Los buenos resultados se deben en parte a la implementación de las tecnologías más avanzadas para gestionar la contaminación. Uno de los casos de éxito más reconocidos en ese sentido es el de un vertedero de cerca de 32 millones de metros cúbicos en Hong Kong, operado por la empresa especialista en gestión de agua y de recursos Suez. La firma se encarga de transformar los residuos del vertedero en nuevos recursos como el biogás, y de monitorear y controlar los niveles de emisiones para que estén alineados con los parámetros de la ciudad.
"La contaminación atmosférica es un problema que enfrentan todas las ciudades y solo se puede atacar con un plan documentado de acción integral", opina Nicolás Prego, director técnico y de marketing para Smart & Resourceful Cities de Suez. El especialista recomienda un cambio en la metodología con la que se abarca esta problemática, efectuando siempre un diagnóstico en profundidad para saber cuál es la situación de la ciudad y a partir de ahí determinar las medidas a tomar. "Muchas veces se hace al revés, se toma una decisión repentina de incorporar filtros en todos los coches para ser más verdes, sin incluir a otros detonantes que generan emisiones, como la industria, el consumo, o la agricultura", dice.
China también ha sido muy agresivo en su plan de transformación hacia una movilidad verde, convirtiéndose en uno de los países con mayor uso de vehículos eléctricos en el mundo. En 2017, el país vendió 777.000 vehículos de cero emisiones, 53% más que el año anterior, de acuerdo con la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China (CAAM, por sus siglas en inglés). Los planes son aún más ambiciosos, para 2025 prevé haber vendido 35 millones de automóviles eléctricos. Para incentivar su venta, el gobierno ofrece deducciones importantes en impuestos, y otorga subsidios para promover la manufactura de estos vehículos a nivel nacional.
El país asiático camina a pasos agigantados para eliminar su problema de contaminación, pero su capacidad de transformación en tan corto tiempo es destacable. Velasco aclara que las grandes ciudades chinas aún presentan niveles de contaminación escandalosos y muy superiores a los de las urbes latinoamericanas. En días contaminados, Pekín puede alcanzar una concentración de partículas finas PM2,5 de hasta 200, mientras que en un día malo la Ciudad de México ronda entre los 50 y los 60, y la Organización Mundial de la Salud recomienda un promedio de 25, afirma el especialista.
"Mi consejo para las ciudades de la región es invertir en investigación científica, entender cuáles son los procesos físicos y químicos y cuál es el origen de la contaminación, que es distinto en cada urbe", señala Velasco. "A la hora de implementar medidas de controlar, sí vale la pena observar lo que están haciendo en China y en Europa y aprender, pero no copiar sin haber hecho esa labor".
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