“No somos delincuentes”
México recibe diariamente más de 500 deportados desde Estados Unidos que al llegar se encuentran con un país que los recibe como extraños
Si funciona puede ser una exitosa experiencia para repetir con frecuencia; el masivo regreso de deportados como un asunto de Estado ante el que deben darse respuestas.
Gracias a la gestión del excanciller Jorge Castañeda, durante cuatro horas altos funcionarios de Cancillería, del Instituto de Migración, del Instituto Electoral y del Seguro Popular escucharon este domingo frente a frente las necesidades de quienes son obligados a volver a su país. “Una credencial, un crédito, clases de español, respeto…”, fueron algunas de las peticiones más escuchadas.
La veintena de deportados que tomaron el micrófono en la Cámara de Comercio de la Ciudad de México relataron historias de rechazo del país del que salieron siendo niños y aportaron sus propuestas. Los migrantes describieron la indiferencia institucional de un país que, sienten, no está preparado para asimilar la llegada de casi 220.000 deportados cada año y el repudio social de su círculo más cercano; vecinos y conocidos, que “los miran raro”.
Luis Ávila, de 36 años, llegó hace un mes deportado desde Estados Unidos, donde vivió 30 años. Cometió el error de conducir con una tasa de alcohol superior a la permitida y en cuestión de horas se encontró, primero, en un centro de detención durante siete meses y, después, deportado a México, país del que había salido con seis años. “He llegado a un mundo muy diferente al que estoy acostumbrado. Tengo un acento diferente y a veces no quiero ni hablar porque enseguida me dicen tú no eres de aquí. Soy un extraño en mi país y desde que llegué no he querido salir a la calle” narró Ávila. “Me la paso pegado a Facebook o Instagram para no deprimirme. Mi mente está allá con mi familia y mis hijos pero mi cuerpo aquí”.
Rutila Fuentes, llora desconsolada frente a todos al recordar su historia. Después de 30 años viviendo en Estados Unidos fue deportada y separada de su hija hace algunos meses y desde entonces “no encuentro trabajo, ni siquiera limpiando casas” relata.
Los mexicanos en Estados Unidos enviaron el año pasado en concepto de divisas 28.100 millones de dólares a sus familiares en México, lo que supone más dinero del que entra por turismo o más de lo que aportó la inversión extranjera directa. Un promedio de 290 dólares que llega directamente a las familias mexicanas. Ahora, después de meses detenidos, separados de su familia y perder todo por lo que trabajaron durante años, México los mira como extraños.
¿Pero cómo puede el Estado responder a sus necesidades? ¿Qué necesita un deportado en un primer mes en el país?, preguntó el periodista Carlos Puig en busca de soluciones concretas que mejoren su integración. Y ellos mismos respondieron. “Una identificación mexicana”, dijo Othon. “Una guardería para meter a los hijos”, respondió Olivia. “Clases de español”, añadió Pablo. “Convalidar los estudios para poder encontrar rápidamente trabajo”, dijo María. “Ser chicano no significa ser delincuente”, reclamó Luis Alberto.
Arilene Villanueva, de 28 años, emigró siendo una niña con sus padres a Estados Unidos. Después de siete años los detuvieron por trabajar utilizando la identificación de otras personas. De regreso a México, en 2011, comenzó una pequeña empresa de eventos y compró con el dinero que le quedaba una camioneta, sillas y mesas para alquilar. Poco después le robaron la camioneta en el Estado de México y ahí comenzó nuevamente su calvario. “La única herencia que me traje es el inglés que aprendí , pero no puedo dar clases porque no tengo papeles. Yo no quiero dinero regalado, solo oportunidades para ganarme la vida honradamente” reclama.
México estudia la forma de atender el fenómeno de las deportaciones ante el temor de que Trump acelere una dinámica que el año pasado envió de vuelta a México a 219.000 mexicanos. El reto es asimilar a estos mexicanos, conocidos como “dreamers”, que son la generación de deportados más preparada.
Una inyección de Jóvenes con iniciativa y formación que podrían convertirse en un estímulo para el país con una correcta respuesta institucional.
Ese fue el objetivo del foro ‘Agenda Migrante’, organizado por distintas asociaciones de ayuda a los migrantes, como Viral o New comienzos, publicaciones como Nexos o la Cámara de Comercio. El foro se enmarca en la iniciativa ciudadana ‘Agenda Migrante’, que busca escuchar la voz de los deportados, sus necesidades y desafíos para lograr su reinserción social, económica y laboral en la sociedad.
Entre otros logros concretos la representante del Instituto Nacional de Migración se comprometió en que antes del 14 de junio estarán operativos, con todas las prestaciones de Seguro por los 11 puntos fronterizos, más el aeropuerto de la Ciudad de México, donde hay entregas. En ellos, los deportados deberán recibir información precisa sobre cómo obtener una credencial de elector (IFE), como afiliarse al Seguro Popular, las ayudas disponibles a las que pueden optar y recibirán una comida y un descuento del 50% en el boleto de autobús para volver a su comunidad.
Si funciona, la experiencia debería repetirse cuanto antes.
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