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El renacer del Partido Demócrata

La oposición a Donald Trump ha alimentado la esperanza en un partido mermado por las últimas derrotas electorales

La oposición al presidente Donald Trump ha dado al Partido Demócrata su nueva razón de ser. Diezmados por las últimas derrotas electorales y arrinconados como minoría en las dos Cámaras del Congreso, los demócratas han encontrado en la imponente resistencia ciudadana a las políticas de Trump un faro que guía sus últimos movimientos. Cuando se cumplen 100 días de mandato del republicano, el partido de Hillary Clinton y Barack Obama busca un nuevo líder que dé respuesta a la presión ciudadana para impedir el avance de la agenda más conservadora de las últimas décadas.

Manifestación en Washington contra las políticas de Trump el pasado 10 de marzo.
Manifestación en Washington contra las políticas de Trump el pasado 10 de marzo.B. S. (AFP)

La marcha de las mujeres en Washington fue el primer paso. El segundo llegó una semana después, cuando miles de personas acudieron espontáneamente a los principales aeropuertos del país para protestar el veto migratorio de Trump a extranjeros musulmanes y refugiados sirios. Poco a poco se acumularon también en protestas durante las tradicionales reuniones ciudadanas con legisladores republicanos, forzando a que muchos de estos ni siquiera hicieran acto de presencia.

Los votantes demócratas también han marcado el paso a sus legisladores inundando sus despachos con llamadas y correos electrónicos pidiéndoles que votaran en contra de los nombramientos de Trump para su gabinete o de las primeras leyes que intentaron aprobar los republicanos. En cuestión de semanas, el Partido Demócrata celebraba como obra propia el descarrilamiento del plan de reforma sanitaria de los republicanos, que ni siquiera llegó a ser sometido a votación.

Esta resistencia también ha permitido que los demócratas bloquearan el nombramiento del juez Neil Gorsuch para el Tribunal Supremo —que salió adelante sólo después de que los republicanos cambiaran las reglas—, sin pagar el caro precio político de la obstrucción parlamentaria. Y la ofensiva popular también ha tenido consecuencias económicas: los demócratas han batido récord de recaudación en las primeras elecciones locales celebradas en la era Trump.

La esperanza demócrata se ha visto impulsada por dos comicios en Georgia y Kansas, donde dos candidatos desconocidos han puesto en aprietos a políticos republicanos consolidados y en territorio conservador. La hazaña recuerda a los primeros cargos que perdieron los demócratas nada más llegar Obama a la presidencia. Aquella sorpresa se transformó dos años después en la mayoría republicana en la Cámara de Representantes —gracias a la oleada del Tea Party—, por lo que estos resultados han alimentado las especulaciones de que Trump esté alimentando a una oposición más poderosa de lo que nadie cabe anticipar aún.

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Los demócratas tampoco podían imaginar que casi medio millón de personas, en su mayoría mujeres, protestarían contra Trump al día siguiente de asumir la presidencia. La concentración fue el resultado de iniciativas como la lanzada por Indivisible, una organización ciudadana que ha servido a miles de personas para convocar protestas en todos los rincones del país, Run for Something, para reclutar a jóvenes que quieren entrar en política o las muchas campañas de recaudación de políticos en activo.

El resultado ha sorprendido incluso a los líderes demócratas. Durante las primeras semanas de presidencia de Trump, políticos veteranos como Nancy Pelosi, Dianne Feinstein o Chuck Schumer, parecían actuar en reacción a las iniciativas de su electorado. Los políticos, de repente, tenían como referencia a los ciudadanos y así Feinstein, que no convocaba un foro ciudadano desde hace varios años, escuchó a su electorado en una reunión en California.

La reacción ha inspirado varias comparaciones entre este renacer del Partido Demócrata y la fundación de aquel Tea Party que en 2010 ayudó a los republicanos a lograr una importante victoria en las legislativas. Entonces despojaron a Obama del apoyo que tenía en la mayoría legislativa de la Cámara de Representantes y de su capacidad para aprobar importantes reformas legales. Ese es el primer objetivo de los demócratas, rearmar sus filas con la mirada ya puesta en 2018, el primera gran examen a la era Trump.

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