Unos sicarios asesinan a tiros a tres personas durante un partido de béisbol en México
La investigación apunta a un ajuste de cuentas entre bandas dedicadas al robo de petróleo
A mediodía, nada más acabar el partido, una furgoneta paró a un lado del campo de béisbol. Un grupo de hombres bajaron cargados con armas largas y abrieron fuego contra los equipos y el público que asistía al partido. Tres personas murieron y otras once quedaron heridas este domingo en Acatzingo, Puebla (centro de México) tras este ataque con el sello inconfundible del narco.
La Fiscalía estatal investiga aún el móvil del asesinato, pero las primeras pesquisas apuntan a una posible riña entre bandas del crimen organizado por el lucrativo negocio del robo de combustible. Acaztingo, un pequeño pueblo de 50.000 habitantes, es una de las zonas con más concentración de ductos de petróleo. Junto a Palmar de Bravo y Tepeaca, forma parte de uno de los triángulos más calientes relacionados con el robo de hidrocarburos a la petrolera estatal mexicana, Pemex. La ordeña –como se conoce popularmente en México al vaciamiento de los conductos de petróleo– se ha multiplicado en los últimos años, hasta convertirse en una de las principales vías de financiación de los cárteles del narcotráfico.
Más de 60 cartuchos quedaron desperdigados por el campo, donde los equipos de Candelaria y Santiago Acozac disputaban un partido de la liga municipal y amateur. Dos de los fallecidos pertenecen al equipo de La Candelaria, un pueblo vecino. José Luis Vélez Robles, de 40 años, murió abatido por las balas en el mismo campo deportivo. Mientras que Diego Mauricio Hernández Rojas, de 22, falleció en el hospital. Por la tarde la Fiscalía confirmó el fallecimiento de Abel Luna Blas, de 46 años y que estaba internado en un hospital. El resto de heridos están hospitalizados y al menos tres se encuentran muy graves.
El primer trimestre de 2016 el número de robos en la red de ductos de la petrolera aumentó 12,3%
El descabezamiento y la debilitación de las principales mafias del narcotráfico en México han provocado una diseminación de los grupos y una mutación de sus prácticas. Cárteles más pequeños y menos organizados se han lanzado al robo de combustible como una de sus principales fuentes de financiación.
Durante 2006, antes de que el expresidente Felipe Calderón sacara al Ejército a la calle para iniciar su guerra contra el narcotráfico, el pinchazo de ductos de petróleo apenas superaba los 200 casos. El año pasado la cifra ascendió a 5.252.
El robo de combustible en México es un negocio para el crimen organizado y un lastre para la maltrecha Pemex. Cada hora la empresa pierde casi dos millones de pesos (111.000 dólares) por este delito, según un reciente estudio presentado en el Congreso. Y los números no paran de crecer. Sólo en el primer trimestre de 2016 el número de tomas clandestinas en la red de ductos de la petrolera aumentó 12,3%.
Este tipo de robos se llevan a cabo o bien interceptando directamente los ductos de la empresa, o bien asaltado los camiones cisterna que transportan el crudo. En ambos casos, se presume que en estos delitos participan profesionales de la propia Pemex, que aportarían la información y la pericia técnica para llevar a cabo los pinchazos en los ductos.
México ha elevado las defensas contra este tipo de delitos. El Congreso encomendó el mes pasado a la Procuraduría General de la República (Fiscalía) una nueva radiografía exhaustiva de este fenómeno. El año pasado se aprobó en México una ley que sanciona con una pena de 15 a 25 años de prisión a quién robe hidrocarburos, intercepte ductos, vehículos, equipos o instalaciones.
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