Evo retrocede en todos los terrenos respecto a la elección de 2014
El rechazo a la reforma constitucional que le permitiría reelegirse por cuarta vez, constituyó la primera derrota de Morales desde que se convirtiera en presidente
El referendo del pasado domingo para cambiar la Constitución boliviana y habilitar al presidente Evo Morales para que se candidateara por cuarta vez consecutiva al final de su presente mandato, constituyó la primera derrota de este líder desde que se convirtiera en presidente. Morales, que buscaba el “sí” a la reforma, perdió por 48,7 a 51,3% en todo el país, muy lejos del resultado que obtuvo en las elecciones de 2014, la cual ganó con 61% de los votos.
En esas elecciones el presidente boliviano logró vencer en ocho de las nueve regiones del país, excepto en el arisco Beni, que nunca ha dado su consentimiento al proyecto político que dirige. En cambio, en el último referendo solo ganó en tres regiones, las tres occidentales y con mayoría indígena: La Paz, Cochabamba y Oruro. Y aun en estas perdió entre 12 y 14 puntos porcentuales respecto a lo que había conseguido en octubre de 2014. En las tradicionalmente opositoras Tarija y Santa Cruz, donde sin embargo había triunfado en las elecciones de hace un poco más de un año, obtuvo 11 y 8 puntos porcentuales menos, respectivamente. Pero donde sufrió su mayor traspié fue en la región minera de Potosí, donde la combinación de la crisis de los precios de los minerales y la atención, según dicen los analistas, “displicente y arrogante” de las demandas de la población de esta deprimida región quechua, lo llevaron a perder nada menos que 23 puntos porcentuales respecto al resultado que le dio la victoria allí en 2014.
Los retrocesos de Morales se originaron en el cambio de humor de las clases medias, mientras que los sectores más empobrecidos, sobre todo los del área rural, mantuvieron su respaldo al primer presidente indígena del país. Esto se observó incluso en la votación en el extranjero, pues el “sí” repuntó en Brasil y Argentina, donde han emigrado cientos de miles de trabajadores de escasos recursos, mientras que perdió en el resto del mundo, inclusive en España, donde la migración proviene de los sectores medios de la sociedad boliviana.A consecuencia de este viraje de los bolivianos con mayores ingresos, que se expresó claramente en las redes sociales que ellos son los únicos en poder usar cotidianamente, el “no” apabulló en todas las capitales, excepto en El Alto, una ciudad conformada por la periferia pobre de La Paz. Pero aún allí Morales perdió más de 20 puntos respecto a la última elección, cuando el voto en su favor superó el 70%.
La pregunta del momento en la prensa boliviana es qué pasó en solo un año en el país para que tanto del caudal electoral del “evismo” se disipara. Algunos analistas llaman la atención sobre el carácter diferente de ambos comicios, pues el referendo, pese a que el gobierno intentó convertirlo en un plebiscito sobre su gestión, exigía a la población a ir en contra de sus tradiciones, que son contrarias al continuismo político, a causa del sufrimiento y la inestabilidad que este trajo en el pasado al país. Además, permitió que todos los que se oponen a Morales por distintas razones –desde el trotskismo y el indianismo radical, hasta la derecha racista– tuvieran una bandera común.
En todo caso, no ha sido un año fácil para el gobierno. Las malas noticias de los mercados internacionales de petróleo se sumaron a varios escándalos que parecen mostrar que la corrupción ha aumentado seriamente en el último tiempo, y Morales ha tenido actitudes, por ejemplo, el ordenar a uno de sus asistentes que le atara los cordones de los zapatos, que han hecho pensar a los sectores más informados que iba en camino de convertirse en uno de los caudillos en los que ha sido pródiga la historia boliviana, al que, entonces, decidieron ponerle freno.
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