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La caída de Barcelona

Lluís Bassets

Hay que tomar a cada uno por su palabra. Artur Mas ha perdido la batalla de Barcelona. Sin la capital, el proceso soberanista diseñado por el presidente catalán se enfrenta a una cuesta más empinada de lo previsto y probablemente insuperable, al menos para él.

Muchos fueron los factores que facilitaron el viraje de Convergència hacia el independentismo. Uno de ellos fue la extensión de su poder institucional, simbolizado por la conquista en 2011 de la inalcanzable alcaldía de Barcelona. Los presupuestos y las instituciones a disposición de CiU, directamente a través de la Generalitat e indirectamente del Ayuntamiento y de la Diputación barcelonesa, le han proporcionado una potencia de fuego excepcional, con un control irrepetible de medios de comunicación, instituciones culturales, publicidad, subvenciones y nombramientos políticos.

Con Ada Colau de alcalde, Artur Mas se encuentra de nuevo con un contrapoder al otro lado de la plaza de Sant Jaume, que ya reclama antes de entrar en la alcaldía las deudas contraídas por su gobierno durante los cuatro años de sequía, y sin la figura conciliadora y pactista que simbolizaba en su independentismo sobrevenido y esforzado el giro nacionalista de la burguesía barcelonesa.

Pero la caída de Barcelona tendría un valor escaso si se limitara a estos dos factores, por visibles y simbólicos que sean. Si de contar con la capital de Cataluña se trata, es evidente que Mas no podrá regresar al uso abusivo de las arcas municipales, pero no puede descartarse que Ada Colau entre en tratos en algún momento con el soberanismo y termine entregándole alguna baza, previo pago de las contrapartidas correspondientes. En cuanto a un eventual estrechamiento de la base social del independentismo, no hay que precipitarse en el análisis de la caída, a la vista de un mapa electoral barcelonés en el que CiU mantiene un altísimo nivel de voto.

Los resultados del distrito más rico de la ciudad, Sarrià-Sant Gervasi, un 41'5%, no son los de un partido del que han desertado sus votantes. Trias fue el más votado en otros tres distritos burgueses, de composición más mezclada, como Les Corts, Eixample y Gràcia. En los otros seis, en cambio, Barcelona En Comú es quien gana, seguida en cinco de ellos por CiU, siempre por delante de ERC. Solo en Nou Barris, CiU queda desplazada al quinto lugar, con un exiguo 10%.

Nou Barris es la excepción barcelonesa: con los resultados de los otros nueve distritos, Trias habría empatado en votos con Colau. Pero es la regla metropolitana: en las grandes ciudades del extrarradio barcelonés CiU queda también malparada, el conjunto del soberanismo no supera el 21% e incluso la adelanta ERC como primera fuerza independentista.

Del mapa electoral salen tres Barcelonas bien diferenciadas. Hay una Barcelona soberanista, en la que la suma de los votantes de CiU, ERC y CUP supera el 50%: Eixample, Gràcia, Les Corts y Sarrià-Sant Gervasi. Hay otra Barcelona, a la que podríamos llamar mestiza, en la que gana Ada Colau pero mantiene un voto soberanista muy alto, entre el 33 y el 39%, gracias a que CiU se sitúa como segundo partido: Ciutat Vella, Horta-Guinardó, Sant Andreu, Sant Martí y Sants-Montjuïc.

Esas dos Barcelonas son muy parecidas al resto de Cataluña y si todo el país fuera así, la decantación hacia mayorías independentistas intratables sería un hecho. Pero hay una tercera Barcelona, a la que podríamos llamar española, en la que el soberanismo queda superado por PSC, Ciudadanos y PP. No solo es el decisivo distrito de Nou Barris sino la gran metrópolis, donde ERC es una fuerza emergente, y CiU es el partido del establishment en decadencia.

En la corona metropolitana el soberanismo apenas se ha hecho un hueco y, cuando lo hace, es desde la izquierda, ERC o incluso la CUP. CiU es en la periferia de Barcelona lo que es el PP en Cataluña. El liderazgo de Artur Mas encuentra ahí un valladar infranqueable. Si alguien quiere saltarlo, deberá hacerlo con un programa en el que los ejes social y nacional sean uno solo e inconfundible, algo que hasta ahora solo existe en las palabras y los deseos del independentismo voluntarioso.

Comentarios

Un silogismo no deja de ser un silogismo por mucho que le apliques el método Coué, apreciado Lluis.La realidad os pillara a todos con cara de bobos, como al PP, al PSC, al PSOE y a CiU.Los resultados del 24M son clqros y abrumadores: el soberanismo gano, pero se volvo mas de iquierdas y preocupado por la justicia social.La llave del 27S la tendran los favorables a la autodeterminacion (indepes o no).Eso es lo que no parece haber captado nadie por ahi.La izquierda se despierta y de aqui al 27S, los resultados economicos y la atenuacion del paro no llegaran a la cita.No os enganeis. No se puede pasar del 25% de paro al pleno empleo en menos de dos decadas... si se consigue y el sacrificio de cambio de modelo quien estara dispuesto a hacerlo?Food for thought...
Las deducciones desde los actos ciudadanos a veces sin compromiso, a lo pedido bajo un voto que son palabras mayores, no siempre se corresponden. Cuando hablamos de deseos ciudadanos que son solo esperanzas de mejora si fuera posible, se dan las grandes manifestaciones en jolgorio y alegría.Pero el voto, eso es otra cosa.Cuando hablamos de tener que tirar del carro con nuestras propias manos, sabedores de que cuantos menos seamos a más tocará el reparto del esfuerzo.Nuestros impuestos, nuestro mercado, los ingresos, ver el riesgo sopesando la competencia, y nuestras cuentas en el banco, nuestro dinero.Que no sabemos si valdría lo mismo, ojo al dato.Aunque sigamos viviendo en el mismo sitio, el filtro sería diferente para la gente, con dinero o sin dinero.Y a la hora de votar no es lo mismo que a la hora de salir a la calle a pedir mejoras y respeto.Todo metido en el mismo saco.Que no es igual ni da lo mismo, vivamos donde vivamos.
Alguien ha dicho que la gran deuda del PSC es no haber sido capaz de aglutinar el voto dels altres catalans en el cinturon industrial de Barcelona y lo que ha hecho ha sido acercarse a las tesis independentistas y luego del desastroso tripartito puede llegar su final o al menos quedar solo como un partido simbolico de una izquierda no independentista.Se vera como llevan la cohabitacion que dicen los franceses con Ada Colau al frente de BarcelonaJose Luis Espargebra Meco un español desde Buenos Aires
La situación politica es mucho más compleja de lo que se nos explica desde los gobiernos catalán y español. Ni España, ni Catalunya tienen soberanía plena ni la tendrán. Europa define una parte sustancial de las decisiones económicas y su arbritrio es decisivo. Es un espejismo pensar que este es un asunto que podemos decidir en España solo. Los intereses europeos y de los EEUU cuentan. Las formaciones de izquierda tienen una ideología que no acepta la democracia burguesa, es decir la que hay ahora. La CUP sin ir más lejos, el Sr. David Fernández dijo que era comunista-libertario, ERC no creo que sea si socialista, quizás social-democracia, CiU es neoliberal... Es cierto que se puede llegar a un acuerdo para la indepedencia de Catalunya, pero no sabemos el precio... Muchos piensan que será una especia de Arcadia feliz, pero cualquier persona sensata debería saber que si escoge la independencia lo debe hacer asumiendo las consecuencias y por que la desea por encima de si va a tener más dinero o menos, por ideología no por cálculos de dudosos benficios futuros.
EN Barcelona mas que en ningun otro sitio existen hoy dos sociedades, la mayoría que madruga y curra cada día, y la casta que vive traficando ideas, candidaturas, cargos, partidos, partiditos, sectas grandes, medianas y pequeñas, alianzas y rupturas, y niñatos y niñatas ''geniales'' en un hervidero donde todos cobran buenos sueldos y sin la menor preocupación por los problemas reales de la mayoría. Todo un derroche alucinante de energía que, si se aplicara a fines mejores prácticos, saldríamos antes y mejor de la crisis. Pero lo peor es que han logrado involucrar a muchos de la mayoría currante en el debate de sus pamplinas y miserias. Así y todo, hay una creciente desconfianza en esa casta politica parasitaria, que se nota en las encuestas y elecciones con escasa participacion.
A la vista de los comentarios, es evidente que somos muy pocos a tomar la dimension del caos que se avecina.Entre la bisoñez de los nuevos llegados y la politica politiquera del PSOE y PP, los partidos se arriegasn a mas radicalidad por no dar respuesta a esa peticion clara de cambio de los electores.Hay demandas claras, si no son capaces de dar respuestas para apaciguar/tranquilizar a los ciudadanos, el 27S sera muy radical.A la vista de las noticias que hablan de pactos entre PP y PSOE para conservar el poder, un democrata solo puede sentir aversion y nauseas.Las generales seran un escarnio porque los politicos habran bloqueado las demandas de los ciudadanos para proteger su poder...Como se puede pactar con un partido con cientos de cargos imputados y un Presidente del Gobierno que cobro en negro y se justifica diciendo que se trata de una falta y no un delito por causa de montantes no tipificados por la ley...Siguen desaparecidas la palabras decencia y dignidad del léxico español...
La suiza ibérica, o la confederación ibérica, es un sueño político de mas calado que la destrucción ibérica que convierte cada provincia o ciudad en estados enanos, es decir, en simples lacayos de las grandes potencias que rigen el mundo actual. La destrucción de la antigua Yugoslavia es muy significativo... ¿qué pintan Croacia, Serbia, Eslovenia, Kosovo, o Macedonia, en el tablero europeo? NADA

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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