Cameron y Clegg echan en cara a los escépticos la longevidad de su coalición
La “revolución” en el sistema de pensiones centra el último programa legislativo
Lo más importante del tradicional discurso de la reina, por el que Isabel II lee el programa de legislativo del Gobierno para los próximos doce meses, no ha sido este año su contenido, sino su mera existencia. La coalición de conservadores y liberales-demócratas que gobierna Reino Unido desde mayo de 2010 ha entrado así en el quinto y último año de la legislatura, a pesar de que los escépticos no le daban más que unos meses de vida cuando se formó.
El primer ministro, el conservador David Cameron, y su adjunto y número dos del Gabinete, el líder liberal-demócrata Nick Clegg, han celebrado el hito haciendo pública una nota conjunta en la que ensalzan la longevidad de su alianza, que muchos en ambos partidos consideraban contra natura. “Es fácil olvidar lo escéptica que era la gente cuando empezamos a trabajar juntos en nombre del interés nacional y lo mucho que ha durado la coalición y lo mucho que ha conseguido”, ensalzan. “Cuatro años después, nuestros partidos siguen gobernando juntos y siguen dando pasos valientes”, aseguran.
Las tensiones en el seno de la coalición se han multiplicado en el pasado reciente y lo harán aún más a medida que se acerquen las elecciones del 7 de mayo de 2015. Pero, aunque a costa de un desplome histórico de la expectativas de voto de los liberales-demócratas y un descontento permanente del ala derecha de los conservadores, Cameron y Clegg han conseguido llegar vivos al último año de la legislatura.
Para facilitarlo, aprobaron por ley que las legislaturas han de ser de cinco años salvo que el parlamento dedica lo contrario mediante una votación de censura contra el Gobierno o porque más de dos tercios de la cámara de los Comunes acuerden disolverse antes del final de la legislatura.
Eso buscaba amainar la presión de quienes se oponían a la idea misma de que se formara una coalición, pero era también una necesidad inmediata para los dos líderes: para ambos era imperioso acabar la legislatura por razones tanto coyunturales (dar tiempo a la economía a recuperarse) como estratégicas (demostrar que un país cada vez más alejado del bipartidismo es capaz de ser gobernado en coalición, un sistema ajeno a la tradición británica).
La coalición ha conseguido alcanzar su quinto año y su supervivencia hasta las elecciones ya no se cuestiona, pero, ¿ha llegado vacía o con un serio programa legislativo en marcha? Ahí ya hay más división de opiniones. La única propuesta de ley con gran peso específico es la reforma del sistema de pensiones, anunciada en marzo por el canciller del Exchequer y ministro del Tesoro, George Osborne, al presentar los presupuestos para el ejercicio fiscal corriente.
Es en realidad una doble reforma que permitirá a los británicos que así lo prefieran retirar de una sola vez el dinero que han acumulado a lo largo de su vida en su fondo de pensiones privado —en lugar de hacerlo de forma anual— al tiempo que pondrá en marcha un nuevo sistema de pensiones colectivas en las empresas inspirado en la experiencia de Holanda.
Cameron y Clegg proclaman que esas reformas “serán la transformación más grande de nuestro sistema de pensiones desde su implantación y dará a la gente libertad y seguridad en su jubilación”.
Pero no hay muchas más propuestas con sustancia y casi todas las que tienen esa sustancia también habían sido anunciadas previamente, como la muy polémica propuesta de ley para facilitar el uso del sistema del fracking para la extracción de gas y petróleo. O la que permitirá a los votantes de una circunscripción poner en marcha el proceso de destitución de un diputado condenado a menos de 12 meses, que no están legalmente obligados a dimitir. O la propuesta de ley de Esclavitud Moderna, que pretende unificar toda la legislación relacionada con ese tipo de delitos. O la norma que obligará a los comercios a cargar 5 peniques (6,15 céntimos) por cada bolsa de plástico.
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