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Devotos demócratas

Lluís Bassets

Todo va llegando por sus pasos, cansinos, imperfectos, a veces imperceptibles. Términos que a muchos se antojan de difícil compatibilidad, como islam y democracia, van encajando poco a poco. Este sábado unos 86 millones de ciudadanos están convocados a las urnas en Pakistán, la segunda nación islámica del mundo, donde en toda su historia ni una sola legislatura ha podido terminar, gracias a los sucesivos golpes militares. Esta vez, a pesar de la dureza de la campaña, de los numerosos atentados terroristas, de la descorazonadora corrupción que allí como aquí aleja a los ciudadanos de la participación, los paquistaníes coronarán un relevo civil esperanzador.

La estabilidad y el éxito relativo que pueda tener la democracia paquistaní interesa como campo de prueba sobre el futuro de la democracia en los países musulmanes, justo cuando se extiende la decepción tras las esperanzadas revueltas árabes de 2011. Uno de cada cuatro habitantes del planeta es musulmán, pero en 40 años será uno de cada tres. A la vista de la evolución demográfica, más nos valdría que islam y democracia fueran encajando, aunque sea lentamente, porque en caso contrario, como no cesan de predicar las casandras del choque de civilizaciones, las cosas se pondrán feas cuando lleguemos al cénit del siglo XXI.

Los signos para la inquietud no surgen de meras intuiciones. El prestigioso Pew Center ha culminado la pasada semana un amplio estudio sobre los musulmanes en el mundo, con entrevistas individuales a una muestra de 38.000 personas en 39 países, todos con más de 10 millones de población musulmana, a excepción de Argelia, China, India, Irán, Arabia Saudí, Sudán, Yemen y Siria. Del trabajo surge el retrato robot del devoto musulmán del siglo XXI, que combina un amplio apoyo a la democracia con su adhesión a la sharía o ley islámica, incluyendo castigos corporales; su adhesión a la modernidad tecnológica e incluso a la cultura occidental con el rigorismo moral y la sumisión de la mujer.

Los datos sobre los paquistaníes son especialmente relevantes, pues allí aparecen los creyentes más devotos y dogmáticos. Para un 81% la sharía es la palabra revelada de Dios, la cifra más elevada de los 39 países consultados, y para un 84% debe ser la ley oficial de su país. Son mayoría en cambio quienes piensan que no debe aplicarse a los no musulmanes (64% frente a un 34%), y todavía más amplia (96%), la de quienes se manifiestan partidarios de que los no musulmanes practiquen libremente su religión. También son los más fervientes partidarios de aplicar castigos corporales como la flagelación o la amputación, con un 88%, seguidos de los afganos con el 81 y los palestinos con el 76. Lo mismo sucede con la lapidación por adulterio, que aplaude un 89%. Y son algo más moderados a la hora de aplicar la pena de muerte a quienes apostaten del islam: un 76% a favor, diez puntos menos que en Egipto.

Pakistán también se halla en la franja alta de los países donde hay mayor preocupación por el extremismo islámico, en perfecta correlación con la realidad del país. Un 14% justifica los atentados suicidas, proporción relativamente baja en comparación con países de la misma área como Bangladesh (26%) y Afganistán ( 39%) y no digamos ya con el caso realmente alarmante de Egipto ( 29%) y sobre todo Palestina (40%), el más elevado de los 39 países consultados.

Comentarios

Devotos del voto, ojalá, siempre y cuando no sea del voto de machismo, del voto de la pena de muerte, del voto de la violación impune, del voto del suicida. No sé, me parece que hará falta el equipo de restauración del Museo del Prado o el de Corporación Dermoestética para conseguir convertir la barbarie que todavía impera en los países islámicos en algo parecido a la civilización, no ya occidental, sino la civilización a secas. Y por lo demás, cuál será el puesto de España en esa lista de calidad democrática que se cita. ¿Superaremos a Sierra Leona? Seguro que sí.
Les queda bastante camino que recorrer. Y eso también va por nosotros, los españoles. "Querer es poder", pero hay que echarle ganas y esfuerzo.
"Votar por votar una democracia no hace" Benito Mussolini Ciro, el problema no es la falta de voto (hasta en Cuba y en China votan) sino lo que sucede después de las elecciones. Ahora bien, si creemos como Bush que ciertos países se pueden "salvar" porque les forzamos un sistema "democrático", nos merecemos los que nos pasa. Así como vamos ya tengo dudas de la democracia (así como la entendemos en Europa.)
La llamada primavera arabe ha quedado en eso en primavera y por lo poco que conozco de botanica los frutos se recogen en verano y algunos en otoño, por ahoar son solo flores habra que eseprar que den fruto sin olvidar que la civilizacion islamica basada en el coran y las enseñanzas de Mahoma surgieron al menos unos siglos despues de Cristo por lo tanto haciendo el parangon con la llamada cultura occidental judeo cristiana lleva esos siglos retraso y estarian iniciando la edad moderna o terminando la edad media, habra que tener paciencia las civilizaciones evolucionan lentamente y ya hemso olvidado como eran tratadas las mujeres en la edad media en Europa y no digamos los herejes los exoterismos brujeria y todo lo que se aparatba de la cultura vigente , paciencia y ojala llegue pronto esa evolucion pero por ahoar esta lejana, no quisiera enmendarle pagina cuando dice que pakistan es la una pootencia nuclear islamica, no lo es o esta apunto de serlo IranJose Luis Espargebar Meco desde Buenos Aires
El problema con las tradiciones de estos países es otro. Y es que debería haber ciertos puntos que no deberían estar sometidos al tráfico del voto. Me explico. Lo mismo que en nuestro entorno hay principios fuera del tráfico jurídico, nadie por su cuenta puede legislar sobre la pena de muerte, lo ideal sería que estos países superaran, como hemos hecho nosotros, ciertos atavismos de origen religioso y que chocan con las más elementales y mínimas condiciones de humanidad. El autor del blog cita algunas. No es de recibo, si no recuerdo mal, que una joven sea violada y deba casarse con su violador. Que una cosa es que en estos países se coman saltamontes como aquí comemos caracoles y otra cosa es que haya tradiciones que se saltan la dignidad del género humano, sea con la excusa divina o terrenal que sea.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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