6. Una lengua común: el fútbol
La UEFA convierte la Eurocopa en itinerante por distintos países de la UE
Una vez diseñado lo que es ser europeo, ahora se trata de mejorarlo. Suele decirse que el deporte puede ser un instrumento para lograrlo con rapidez, pero la realidad contradice esa idea, porque es difícil derribar del todo las barreras, aunque solo sean geográficas. “Euro for Europe” es el último eslogan que tenemos que aprendernos. Es el escogido por la UEFA, el órgano que rige el fútbol, para impulsar el campeonato europeo de 2020, que servirá de conmemoración de un torneo nacido en 1960. La Eurocopa, normalmente organizada por un solo país —como mucho, dos a la vez—, cambiará por completo de forma dentro de siete años para hacerse itinerante: 24 selecciones en 13 ciudades, una por nación, “y una lengua común, la del fútbol”, como dice Gianni Infantino, secretario de la UEFA. Más que el Campeonato Europeo, Europa. “Hay un concepto común, pero se mantiene el concepto de nacionalidad. Cuidado, no nacionalismo”, concreta Infantino.
El fútbol contribuye a amplificar esta tradición, pero la historia del deporte en general ayuda a comprender por qué no es tan sencillo concebir Europa como “un equipo”. Se intentó en 1977 con la Copa del Mundo de Atletismo, una competición que al principio era bienal (cuatrienal desde 1994) , y en la que se enfrentaron las selecciones de los cinco continentes más los dos países mejor clasificados en la Copa de Europa anterior. La primera vez venció Alemania Oriental, y la última, Europa. La fórmula parecía haber arraigado, pero la proliferación de grandes citas, como los campeonatos mundiales —celebrados por primera vez en 1983— terminó por reducir el interés que había despertado al principio. Inspirándose en aquella última edición, en 2010 se intentó recuperar la fórmula con la IAAF Continental Cup, pero el encuentro no atrajo la atención del público.
Entonces, ¿debemos resignarnos a la idea de no tener un equipo europeo al que apoyar? Tal vez, a menos que nos interesemos decididamente por el golf, la única disciplina en la que existía Europa ya antes del euro. La selección europea es una potencia en la Ryder Cup, el torneo bienal que enfrentaba históricamente a golfistas de países anglosajones pero que, desde 1979, enfrenta a un equipo estadounidense con otro europeo. Durante una semana, es un equipo sin naciones ni nacionalidades. La bandera que ondea es la de Europa, y en 2012, cuando Estados Unidos cayó derrotado en el green de Medinah, Illinois, la idea de una Europa unida atravesó el océano y, como si se hubiera posado sobre los escaños, arrancó una ovación inédita en el Parlamento de Estrasburgo.
La Ryder y nada más. Lo demás no son más que exhibiciones: Europa contra el resto del mundo, por ejemplo. Cajas vacías, polvo de estrellas que no ha dejado rastro ni estelas. “¿Que si la UEFA tiene guardado en el cajón un proyecto similar a la Ryder Cup para el fútbol? No, no sería posible. El fútbol se alimenta de pasiones, de banderas, de rivalidades. Eso no significa que no haya crecido la idea de Europa, al fin y al cabo tenemos 53 federaciones afiliadas, y una organización común es el mejor síntoma de unidad”. Gianni Infantino no se hace ilusiones de ver un día a un capitán de la selección europea alzando una copa, pero la UEFA ha encontrado ya una receta para unir a todos los países, muy sencilla y que funciona a la perfección: “¿Sabe qué es lo que se hace en toda Europa los martes y miércoles por la noche? Ver la Champions League en televisión. Más unidos, imposible”.
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