La izquierda se esfuma y la derecha se endurece. Aquel centro idealizado e inaprensible que tantos éxitos obtuvo, ha dejado simplemente de existir. A juzgar por la marcha de la campaña presidencial en Estados Unidos, las ideas políticas pertenecen todas al mismo campo y el único proyecto que entusiasma a sus partidarios es el de una derecha cada vez más extrema, que cabalga guiada por los más radicales, el Tea Party. La convención del Partido Republicano, espejo en el que cada cuatro años se miran los conservadores de todo el mundo, se inclina cada vez más a la derecha. Mientras que los demócratas y progresistas no se sabe muy bien hacia dónde se inclinan, qué quieren, salvo aguantar la embestida y mantener el poder donde lo tienen. Veremos la semana próxima si Obama sabe electrizarles y funciona también en su convención como un espejo global.
Mitt Romney ahora mismo se sitúa en todo a la derecha de todos los presidentes republicanos desde la Segunda Guerra Mundial: Eisenhower por supuesto, pero también Nixon, Reagan, Bush padre e incluso Bush hijo. Fácilmente se moderará si gana. Bastará con que remolonee un poco en la aplicación de sus promesas. Sabe hacerlo: si antes se derechizó también se puede centrar. Pero está visto que cree que no ganará si se modera, hasta tal punto está radicalizado el electorado republicano. Lo que más teme es que los votantes más conservadores no acudan a las urnas, como le sucedió a McCain con 17 millones de evangelistas sureños que le fallaron.
De su inmediato antecesor republicano, Bush hijo, recupera lo peor de todo: a los neocons que le llevaron al desastre de Irak, a la guerra contra el terrorismo y la debilidad de Estados Unidos en la zona. Y no le imita, en cambio, en políticas inmigratorias más flexibles, sobre todo de cara a los hispanos. Otro Bush, el ex gobernador de Florida, Jeb, se lo reprochó hace unas semanas y le situó también a la derecha de la tradición presidencial republicana.
No es una discrepancia secundaria, sino que afecta directamente a las posibilidades que tiene Romney de ganar la elección presidencial.
Según las encuestas, Obama puede obtener un 60 por ciento del voto hispano, mientras el candidato republicano puede quedarse solo con un 23 por ciento. Para que gane el candidato republicano necesita duplicar las expectativas de voto de esta encuesta de julio pasado hasta el 38 por ciento, acercándose así al 40 por ciento obtenido por George W. Bush en las elecciones de 2004.
Los hispanos son un dolor de cabeza incomprensible para los republicanos. Aunque son conservadores se muestran históricamente poco receptivos a sus propuestas. Con el detalle de que crece su peso electoral en cada elección. Es probable que no tenga que ver tanto con los programas como con la evolución del partido republicano, cada vez más identificado como un partido de blancos anglosajones y de religión evangélica, frente a la capacidad de mestizaje del partido demócrata, donde los hispanos encuentran mejor acogida. El primero es el partido de los Estados Unidos tal como han sido hasta ahora y el otro de cómo serán a partir de ahora. Esta batalla, sin embargo, no se jugará en el futuro en el terreno de las ideas sino estrictamente donde se juegan las grandes batallas geopolíticas, que es el de la demografía.
Comentarios
También puede verse al revés: la derecha extrema de los EEUU es capaz de apoyar a candidatos que no tienen la intolerancia y la carga ideológica que se les supone, siempre y cuando haya demostrado ser buen gestor. Ojalá la izquierda hiciese lo mismo y fuese capaz de evitar los viejos fanatismos que la caracterizan.
Mitt Romney puede ser calificado como la mayoría de los republicanos como un cristiano radical, un neoliberal, un evangelista, un neocons e incluso como cristiano sionista catalogado como los salafistas cristianos (Un laboratorio radical por Lluís Bassets | 04 de enero de 2012), cuya cultura la reciben del único libro que leen, la Biblia que para ellos todo lo que dice es verdad. Los republicanos quieren convocar a todos los políticos que dicen la verdad (a new era of truth-telling” from politicians that would bring what he called “a second American century), para crear un nuevo siglo norteamericano. Se olvidan de las mentiras que fabricaron y que fueron las responsables de la desastrosa situación económica y del “ranking” político internacional que muchos han profetizado como el principio de la desaparición del imperio americano. ¿Podrá Romney mantener la desestabilidad mundial para aumentar la venta de armamento norteamericano? Podrá destruir el proyecto de healthcare de Obama y devolver la sanidad a manos de las compañías privadas y dejar más de 70 millones sin la debida atención sanitaria? Todo esto es posible si pensamos quienes gobiernan en el nuevo continente son promovidos por los intereses propios.
Romney va a ser otro Bush.
Nada de si el hombre es bueno o malo por naturaleza o por la sociedad, si Hobbes o Rousseau. Yo me pregunto si es demócrata o no por naturaleza. Si el hombre nace demócrata y la vida social lo envilece o nace antidemócrata y la vida social lo dignifica. Y ya puestos, si el demócrata americano es un demócrata natural y el republicano un antidemócrata social. Siempre parecen los demócratas los buenos y los republicanos los malos, cuando suele ocurrir que llegados al poder, ni aquellos eran tan buenos ni estos otros tan malos, pareciéndome, en todo caso, que decepcionan más los primeros que los segundos.
De estos republicanos integristas sólo hay que rescatar un aspecto: su preocupación por la finitud del presupuesto norteamericano. Los EE. UU. llevan décadas gastando a fondo perdido, amparados por la convicción de que ningún poder humano les obligará a pagar sus deudas. Es decir, pagarán lo que quieran y cuando quieran. Y eso es cada día menos cierto.
Siempre ha sido incompatible la voracidad imperial con la democracia. Es una utopía pensar que los ladrones financieros y sus lacayos políticos apoyen los sistemas realmente democráticos. Todo lo demás es un simple canto de sirenas. Y para eso están los medios informáticos que controlan (prensa, radio y televisión), para convertir a las masas en simples borregos. No es nada casual que hagan del deporte, del sexo y del chisme un espectáculo circense.
ahora los hispanos son el enemigo cuando logren hacerce con un poco de poder como lo han hecho algunos gobernadores hispanos o de asendencia hispana le daran la espalda a el resto o buscaran un nuevo enemigo antes eran los catolicos luego los negros ahora los latinos luego los asiaticos despues quizas los homoroboticos y asi nunca estaran en paz
El problema de los EEUU viene desde la primera Guerra Mundial, cómo mantener el equilibrio de poderes en el continente europeo e impedir que una potencia se apodere de todo el continente, pero después de la segunda GM los EEUU se volcó hacia sus propios interese y cómo dirigir el mundo e imponer sus alianzas y presencias militares en países sometidos. La política exterior de EEUU tiene dos tendencias y depende de qué partido gobierna. El primero (los republicanos) defiende la intervención directa y con la fuerza militar para salvaguardar sus intereses “vitales fuera de sus fronteras”, y el segundo (los demócratas) ve en dejar libres a los adversarios regionales para arreglar sus diputas y luego intervenir para mejorar la situación de sus aliados.Es patético leer todavía comentarios que emanan racismo y arrogancia cuyos autores, o son miopes de la visión política, o se dejaron lavarse el cerebro, para creer las falsedades frecuentes que tienen vida únicamente en su ámbito.Encuestas serias concluyeron que Israel y los Estados unidos son los más peligrosos para la paz mundial. Lo que representa el por qué los norteamericanos dejaron de ser bienvenidos en la mayoría de los países. Israel es otro tópico que no procede darle más líneas. Menciono la razón por la cual se mira con cautela a la injerencia estadounidense en el mundo.1953: EE.UU. derroca al Primer Ministro Mossadaq de Irán, e instala a Shah como dictador de Irán. 1954: EE.UU. derroca al elegido democráticamente Presidente Arbenz de Guatemala. EE.UU. mató a 200.000 civiles. 1963: EE.UU. respalda el asesinato del Presidente sur-vietnamita Diem. 1963-1975: Los militares americanos matan a 4 millones de personas en el suroeste de Asia. 11 de septiembre de 1973: EE.UU. organiza el golpe de Estado en Chile. El Presidente elegido democráticamente, Salvador Allende, es asesinado. El dictador Pinochet es instalado. 5.000 chilenos murieron. 1977: EE.UU. entrena a Osama bin Laden y a sus compañeros terroristas para matar a los soviéticos. La CIA les dona 3 millones de dólares. 1981: La administración de Reagan entrena y funda "contras" que matan a 30.000 nicaragüenses. 1982: EE.UU. provee con billones de dólares en ayuda a Saddam Hussein en armamento para matar iraníes. 1983: La Casa Blanca dona secretamente armas a Irán para matar iraquíes. 1989: El agente de la CIA, Manuel Noriega (también sirviendo como Presidente de Panamá) desobedece las órdenes de Washington. EE.UU. invade Panamá y quita a Noriega. 3.000 civiles panameños causan baja. 1990: Iraq invade Kuwait con armas de EE.UU. 1991: EE.UU. entra en Iraq. Bush ( padre) reinstala al dictador de Kuwait. 1998: Clinton bombardea una factoría de armas en Sudán. La factoría resulta ser una fábrica de aspirinas. Desde 1991 hasta ahora: aviones americanos bombardean bases de Iraq semanalmente. La ONU (UN) estima que 500.000 niños Iraquíes han muerto por bombardeo y sanciones. 2000-01: EE.UU. da a los talibanes organizados de Afganistán 245 millones de dólares como ayuda. En Noviembre 2001 EE UU invade este país y el curso de esta guerra es conocido para todos.Sin olvidarnos de las injerencias estadounidenses en muchos países como Grecia, Corea, Filipinas, Congo, Chile, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Salvador, Granada, Haiti… donde se cometieron tantas atrocidades irreparables tanto contra los civiles como contra las estructuras estatales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.