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La historia, al fin

La historia ha encontrado al fin unos nuevos acontecimientos en los que encarnarse. Culminada su marcha ascendente, coronadas todas las cumbres del progreso y del bienestar, ahora la vieja musa se manifiesta en las noches iluminadas de los estadios y canchas deportivas, donde produce acontecimientos grabados en mármol con la misma facilidad con que las gallinas ponen huevos. Los partidos y los campeonatos del siglo se suceden un mes detrás de otro y la apelación a la historia o alternativamente a la obra de arte acude por un quítame allá esos goles ante el entusiasmo y el rugido de los espectadores.

No es extraño que esto ocurra en Europa, donde la profecía de Fukuyama sobre su fin inminente más se ha pegado a la realidad. La historia parece remansarse. Los combates políticos e ideológicos quedan neutralizados. También sucede con el arte, sujeto a una erosión autodestructiva que da licencia a su traslación a cualquier otro territorio, la cocina o el fútbol por ejemplo. Si Ferran Adrià fue invitado a la última Documenta de Kassel, nada debería impedir que también lo fueran Pep Guardiola y su equipo en la próxima. La ecuación de la época sitúa en una función inversa la participación electoral y el entusiasmo deportivo. Europa con sus valores se deconstruye en los parlamentos, los gobiernos y las instituciones mientras en los estadios se construye otra más próxima y fraterna, cosmopolita y multicultural.

Pero como si fuera un residuo de la vieja historia, violenta y rebelde, estas noches de triunfo terminan también con barricadas, policías heridos y cientos de detenidos. Estos jóvenes enmascarados con camisetas y bufandas de colores no tienen ideas ni objetivos que vayan más allá de aullar de placer por el triunfo de su equipo y de convertirlo en algarada y destrozo. Aunque no lo saben, llevan pegados a sus glándulas los reflejos que lanzaban a las calles a sus pares de generaciones anteriores, cuando la historia todavía atrapaba a puñados a sus víctimas en la telaraña.

Las banderas, los himnos, la masa danzando sus ritmos en los estadios y en las calles, los escritores y periodistas acunando la ilusión, debieran recordarnos aunque sólo sea por un instante de lucidez o de calma que con todos estos mimbres tejimos en el pasado los cestos de un viejo acontecer trágico y sangriento. Cuidado.

(Enlaces: para Fukuyama, para Documenta y para Pep Guardiola)

Comentarios

Su admirada Sotomayor también dice que cosas que suenan a un pasado infausto: "Whether born from experience or inherent physiological or cultural differences, a possibility I abhor less or discount less than my colleague Judge Cedarbaum, our gender and national origins may and will make a difference in our judging. Justice [Sandra Day] O’Connor has often been cited as saying that a wise old man and wise old woman will reach the same conclusion in deciding cases…I am also not so sure that I agree with the statement. First, as Professor [Martha] Minnow has noted, there can never be a universal definition of wise. Second, I would hope that a wise Latina woman with the richness of her experience would more often than not reach a better conclusion than a white male who hasn’t lived that life."
Recomiendo la lectura del prólogo aun pequeño libro sobre la historia de américa (USA) de >M.Espinosa< de E.Tierno Galván, en el que realiza un sutil discurso sobre la historia y los tipos de profesionales que se aproximan a ella. Es interesante.
Es interesante la reflexión acerca de la historia y como lleva a la final de Barcelona -Manchester.La erosión autodestructiva, figura muy clara, se vincula al hecho que para muchos es la vida, no ya la historia, la que resulta insoportable. Lo cual remite a la angustia y esto pude observar en Barcelona. Miles de personas que van a una celebración no la soportan, les produce una angustia incalificable y revulsiva. Y aunque sus vidas en la consideración estadística "sea" normal, ese sentimiento que hoy no se revela (a lo sumo se menciona un streess mecánico, dicho en inglés para que resulte más liviano)les carcome el alma. Van a celebrar y acaban sufriendo. Hace unos años, un periodista amigo me contó que había ido años atrás a Bulgaria en tiempos socialistas. Allí se sorprendió con un escándalo de jóvenes en un festival de rock. Mi amigo era comunista e iba acompañado por un filologo del partido que hablaba poco. Ante su sorpresa por el episodio de los jóvenes, el filologo reaccionó procurando darle una explicación y le dijo: les llenaron de cosas pero no pueden llenarles el alma. Me parece que en Barcelona a muchos les sucede algo parecido. Por eso, viven una contingencia de la historia, un episodio que siendo un festejo módico, termina siendo una triste fuga de la realidad. Y aún así no es importante: es tan solo, una más. un saludo Alejandro C. Tarruella
Cuidado. Sí, pero ojo. No caigamos en la vulgaridad de que el fútbol es alienante, nuevo opio del pueblo ni cosas así. Probablemente, la Champions League es el primer u de momento único ámbito en el que existe una conciencia de Europa, con sus inmigrantes, sus nacionales, sus comunitarios...No l desdeñemos.

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