Nixon, 'the one'
La caída de Richard Nixon fue uno de los grandes y gozosos temas de MVM y de Tele/eXpres. El vespertino catalán contaba con el servicio especial del prestigioso The New York Times y con las columnas de Manolo, con lo que aportaba una de las mejores coberturas de la prensa española sobre aquella tragedia americana que terminó con la dimisión del presidente. Y también terminó con ‘Del alfiler al elefante’ y la firma de Manolo en el vespertino.
Del alfiler al elefante
Por MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
“Nixon, el único”, éste fue el grito de guerra del Partido Republicano durante las pasadas y recientes elecciones norteamericanas. Un año y dos meses después de su segunda investidura presidencial, el presidente sigue mereciendo el lema “Nixon, the one”. De cuatro elecciones parciales a las que se han presentado republicanos y demócratas desde que las salpicaduras del Watergate enlodaron al presidente, tres las han perdido los republicanos, precisamente porque los demócratas jugaron electoralmente con la sospecha actitud del presidente en el farragoso caso Watergate. Nixon, que empezó negándolo todo y aceptando sólo la responsabilidad derivada de un exceso de buena fe, es hoy el político mundial con la imagen más destruida, menos valorizada en cualquier mercado.
El propio presidente admitía hace algunas semanas que su popularidad ha descendido hasta el punto de haber conseguido igualar el récord de impopularidad de Truman a raíz de la destitución de MacArthur en la guerra de Corea. Extraña pasta la de Richard Nixon que acepta ser impopular con el argumento de que Truman también lo fue y eso no le impidió gobernar. La actitud de Nixon no es tan ingenua como pueda parecer desde una óptica europea. A base de resistir en el sillón del trono, ha conseguido despolitizar el asunto y convertirlo de un fenómeno ferial que los norteamericanos reciben entre un presidente y todos los demás, con el público como espectador que pierde progresivamente entidad política, a media que adquiere entidad deportiva.
Con sus últimas declaraciones “colaboracionistas”, Nixon ha ganado tiempo. Ahora los investigadores recibirán nuevo material presidencial, lo estudiarán, decidirán. La máquina burocrática se pondrá en marcha y el caso puede depender durante meses y meses de nuevas pruebas que la Casa Blanca podrá suministrar cada vez que el cerco se estreche. Los republicanos preferirían una retirada estratégica del presidente para evitar el desastre electoral que se les avecina. Pero Nixon no manifiesta otra intención que salvarse a sí mismo, como si hubiera asumido hasta sus últimas consecuencias el lema electoral republicano: “Nixon, the one”.
08 de marzo de 1974. Tele/eXpres
A Manuel Vázquez Montalbán, primera entrada del blog (21 de abril)
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