Nueve minutos, 17 cargadores, 170 disparos, 30 muertos
La policía, perpleja ante los motivos de Cho para causar la peor matanza de la historia en un centro educativo de EE UU
Nueve minutos, 17 cargadores, 170 disparos, 30 personas muertas. Seung Hui Cho, el estudiante surcoreano de 23 años que el pasado 16 de abril causó la peor matanza de la historia en un centro educativo estadounidense, apenas tardó unos minutos en acabar con la vida de tres decenas de personas en el edificio Norris Hall de la Universidad Politécnica de Virginia. Pero la policía busca las claves para explicar esta matanza en lo que ocurrió dos horas antes a unos centenares de metros de distancia.
Los servicios de emergencia recibieron la alerta de que algo iba mal en el edificio Norris Hall a las 9.32 (hora local). La policía llegó tres minutos después y se encontró con que alguien había cerrado con cadenas las tres entradas al edificio. Los agentes tardaron cinco minutos en abrir las puertas. Cuando subían a la carrera al segundo piso, escucharon un tiro. Era Cho, reventándose la cabeza. Aún le quedaba munición en su pistola de 9 milímetros. Además, tenía otra del calibre 22. En Norris Hall había otros 30 cadáveres.
Cho conocía ese edificio: tenía una clase allí martes y jueves, según informa el diario estadounidense The Washington Post citando fuentes policiales. La matanza tuvo lugar un lunes. El día antes, Cho telefoneó a su familia, que residía en Estados Unidos. Fue su última llamada. La policía tiene "cientos de pistas", pero le falta quizá lo más importante: los motivos. Agentes federales del FBI han hablado con la familia, que se muestra dispuesta a cooperar, pero no han avanzado ni un ápice para desentrañar qué fue lo que desencadenó la tragedia.
Los investigadores buscan las claves en el colegio mayor West Ambler Johnston. Los servicios de emergencia recibieron aquel día la primera alerta a las 7.15 (13.15, hora peninsular española). En aquella residencia, que albergaba a 895 estudiantes, se había producido un tiroteo. Cuando llegaron los agentes encontraron dos cadáveres: el de una estudiante, Emily Hilscher, y el de un consejero de la residencia, Ryan Clark.
Nada parece unir a Cho con esas dos personas, según ha explicado la policía. Han entrevistado a cientos de testigos, han leído correos electrónicos y han escuchado mensajes de contestador de móvil, pero no hay ninguna pista sobre los motivos del asesino. Aquella mañana, Cho esperó en la calle mientras Hilscher entraba en la residencia. No la siguió escaleras arriba. Minutos después, entraba en el edificio y tiroteaba a la chica y a Clark, que acudió en su ayuda. Después desapareció. Dos horas después, volvería a matar.
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