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Cavaco legaliza el aborto y añade unas sugerencias conservadoras

El presidente de Portugal promulga la ley, que podía vetar, pero añade recomendaciones controvertidas

Tras pensarlo un mes y agotar el plazo, el presidente luso, Anibal Cavaco Silva, optó hoy por promulgar la ley de despenalización del aborto aprobada tras el referéndum de febrero, aunque con unas matizaciones que han generado polémica.

Cavaco, líder histórico de la oposición conservadora, puso fin con su decisión a más de una década de debates políticos y referendos en Portugal sobre la cuestión del aborto, pero lamentó que la ley no haya tenido un consenso más amplio y formuló las recomendaciones para suavizar su aplicación.

Pese al descargo de conciencia que representa el texto enviado al Parlamento, el jefe de Estado, que lleva un año en el cargo, dio otro ejemplo de su buena "cohabitación" con el primer ministro socialista, José Sócrates, que se empeñó personalmente en lograr la despenalización del aborto.

Las sugerencias de Cavaco

Cavaco sugirió en su mensaje que la mujer sea informada de la alternativa de dar al nonato en adopción, que se restrinja la publicidad sobre el aborto, que no se excluya de las consultas a los médicos objetores de conciencia y que, además, se cree una red pública de seguimiento psicológico y social a las embarazadas que quieran interrumpir la gestación.

Las observaciones del presidente motivaron de inmediato críticas del Partido Comunista, Los Verdes y el Bloque de Izquierda, que las consideraron un intento de limitar la ley, mientras portavoces del Partido Socialista, más moderado y con mayoría absoluta, aceptaron que las inquietudes de Cavaco sean ponderadas.

La ley del aborto, que despenaliza su práctica por decisión exclusiva de la mujer durante las primeras 10 semanas, fue aprobada el pasado 8 de marzo en el Parlamento con el apoyo de esas organizaciones de izquierda y de 21 de los 75 diputados del partido que lideró Cavaco, el Social Demócrata, principal de la oposición. El Partido Popular (CDS-PP), más a la derecha y con 12 diputados, se opuso en bloque a la norma y, hoy, su dirigente José Ribeiro e Castro criticó que el jefe de Estado haya actuado de "comentarista", en vez de devolver la ley al Parlamento. En cambio, desde la plataforma cívico-religiosa que defendió el "no" al aborto en el referéndum del 11 de febrero se elogiaron las recomendaciones presidenciales.

Un referendo poco concurrido

En aquella consulta 2,2 millones de votantes, que representaban el 59,25 por ciento de los sufragios, se pronunciaron a favor del "sí" a la despenalización frente al 40,47 por ciento, que dijo "no", pero una abstención del 56,3 por ciento hizo el resultado no vinculante.

En 1998, en otra votación celebrada sobre la misma materia, ganó el "no" con el 50,9 por ciento y el resultado fue invalidado también por la abstención del 68,06 por ciento. La casi una década de diferencia que medió entre las dos consultas evidenció una liberación de la sociedad lusa, que generó un millón de nuevos votos -la décima parte del total de la población- a favor de la despenalización del aborto.

El resultado de la consulta fue considerado por Sócrates un triunfo que, pese a la alta abstención, legitimaba la aprobación de una ley para acabar con la lacra de los abortos clandestinos y las penas de 2 a 8 años de cárcel que establece la legislación de 1984 en esos supuestos.

La ley hasta ahora en vigor permitía el aborto durante las primeras 12 semanas en casos de riesgo para la salud o la vida de la madre, pero en la práctica sólo se practican unos mil abortos legales al año en Portugal. En cambio los ilegale se calculaban en entre 20.000 y 40.000 al año, a menudo en clínicas españolas, porque el estricto código deontológico de los médicos lusos prohíbe la interrupción voluntaria del embarazo.

REUTERS

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