La playa de Kundawella, contemplada a través de una de las centenares de casas destruidas durante la catástrofe. Aquí mismo, una fosa común reúne los cuerpos de 186 personas fallecidas.ALFREDO CÁLIZProfesora de una escuela budista, de 47 años, perdió a su hijo.ALFREDO CÁLIZLa abuela y sus nietas. La tragedia también golpeó a su familia.ALFREDO CÁLIZPescador, de 45 años, su vivienda fue arrastrada por las olas.ALFREDO CÁLIZAlumna en la Rekawa Junior School, 13 años. Perdió a su hermana.ALFREDO CÁLIZEl padre, de 38 años, con los hijos. La madre murió en el 'tsunami'.ALFREDO CÁLIZLocalidad de pescadores donde nadie quiere comer pescado: se ignora de qué se habrán alimentado.ALFREDO CÁLIZDayananda trabaja en las ruinas de lo que fue su casa.ALFREDO CÁLIZVentanilla de peticiones en la localidad de Hambantota. Sólo aquí, más de 6.000 viviendas quedaron destrozadas.ALFREDO CÁLIZTiendas de campaña provisionales entre las ruinas de lo que un día fue un barrio de Hambantota. La reconstrucción apenas ha empezado y ya se teme la llegada del segundo monzón del año.ALFREDO CÁLIZDía de fiesta en Face Beach, en Colombo, la capital de Sri Lanka, una mezcla de Manhattan y de 'bidonville'. Aquí la vida continúa. Aunque las heridas son profundas y tardarán en cerrarse.ALFREDO CÁLIZ
