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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Ana y la familia

Sin querer sumarme a la encendida polémica por el nacimiento de su hija, una nueva maternidad llena de aristas y lecturas, pienso que la actriz es una valiente

La actriz y presentadora Ana Obregón, en un evento en un hotel madrileño, el 19 de diciembre de 2022.Foto: JUAN NAHARRO (GETTY IMAGES)
Boris Izaguirre

Mañana, Yolanda Díaz será madre de nuevo. El parto de su proyecto político está programado para esa fecha. ¿Será madre en solitario? ¿La criaturita estará preparada para asumir los retos que le esperan? Se llamará Sumar y se sumará a los temas de debate nacional, en este momento protagonizados por una mujer, estrella del sector del entretenimiento y de la celebridad, llamada Ana Obregón.

Apenas supe de la noticia, recién aterrizado en Miami, pensé en escribirle. Siempre la he llamado Obregón, como si fuera un Estado más de los Estados Unidos. Y le dije: “Valiente”. Porque sin querer sumarme a la encendida polémica por el nacimiento de su hija, es lo que pienso de ella. Con su decisión ha creado un debate importante en un país donde tanto la familia como la capacidad de discutir, debatir y alcanzar conclusiones son claves para su identidad. La nueva maternidad de Obregón está llena de aristas y lecturas. En primer lugar, plantea que hay una transformación de la maternidad. Ya no es simplemente una cuestión biológica o marcada por los límites de la edad. Puede ser asistida y alterada por la ciencia. También pone en juego la idea tradicional del sentido, más o menos, común por el que una persona se reproduce. Todo eso forma parte del entorno de la milagrosa noticia. Puede ser que el llamarla madre, siguiendo la fórmula tradicional que asociamos a la maternidad, haya sido un pequeño desliz de ¡Hola! al titular la exclusiva. O que la revista se suma a la posibilidad de nuevas maternidades y considera que se puede ser madre, aunque no se haya gestado ni dado a luz, como una madre adoptiva sin pareja. Eso no se había publicado nunca. Por su parte, Obregón hizo sus únicas declaraciones en Instagram: “He vuelto a la vida”. Habrá que esperar a que regrese a España para ver si debe enfrentarse a una multitudinaria rueda de prensa o a una persecución similar a las que experimentaba cuando era novia de Davor Suker o entrenaba en el mismo gimnasio que David Beckham.

De Ana, el bebé de la portada histórica de ¡Hola!, no conocemos aún sus apellidos. Si Obregón decide concederle el Obregón, estaremos por fin ante la verdadera Ana Obregón. Recordemos que la actriz, compañera de generaciones de espectadores y trabajadores de televisión, se llama Ana García Obregón.

El notición nos ha desmadrado un poco. Los Premios Talía, nacidos simultáneamente a la famosa Ana, alumbraron una alfombra roja de extensiones olímpicas y premiaron la fructífera labor de Antonio Banderas como madre salvadora del teatro musical. Fue un parto primerizo y una celebración de la gran familia del teatro, con imágenes entrañables como la de Gemma Cuervo, madre de la presentadora y presidenta de la academia de las Artes Escénicas, llegando felizmente escoltada por sus otros dos hijos actores, Fernando y Natalia, para apoyar a Cayetana en su debut. Es que el teatro y la cultura del debate han acompañado a España incluso en las horas más difíciles de la dictadura. Ahora debatimos en la calle, en los medios, en las redes, pero durante aquellos años oscuros se discutía en familia. Los puntos de vista que parían sus miembros eran válidos y argumentados hasta el cansancio.

La actriz Gemma Cuervo, con sus hijos Natalia y Fernando Guillén, en la alfombra roja de la I edición de los Premios Talía, el 27 de marzo en el Teatro Español de Madrid.
La actriz Gemma Cuervo, con sus hijos Natalia y Fernando Guillén, en la alfombra roja de la I edición de los Premios Talía, el 27 de marzo en el Teatro Español de Madrid. Daniel Gonzalez (EFE)

Y, como sucede ahora con la niña Obregón, algo que atraviesa y afecta a la familia siempre interesa. Ese debate suma la preocupación por el futuro de la hija a la edad de la madre. Y, al mismo tiempo, toma con naturalidad la absoluta novedad del asunto. Entiendo que no es adecuado juzgar esta chocante y novedosa situación con modelos anteriores. Ahora solo podemos esperar a que, cuando el ruido amaine, el silencio apaciguador permita oír las primeras palabras que arrojen esa luz que Ana Obregón ha conseguido recuperar, eso sí, pendientes de sumar.

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