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El padre de la dieta mediterránea e ideólogo del canal de Panamá fue un señor de Soria, Fray Tomás de Berlanga

El religioso de origen soriano fomentó la gastronomía saludable tras sus viajes a América, de donde trajo el tomate o la patata

El considerado padre de la dieta mediterránea, cuyo día internacional se celebra el 13 de noviembre, fue un señor de Soria. Quien llegó por accidente a las islas Galápagos en 1535, que serían la base para las teorías de la Evolución de Charles Darwin, fue un señor de Soria. El diseñador de un paso para mejorar las comunicaciones en el continente americano y antecesor del que luego sería el canal de Panamá fue un señor de Soria. El mismo en los tres hitos. Ese señor de Soria fue Fray Tomás de Berlanga (Berlanga de Duero, Soria, 1487 - ibídem 1551), un religioso hombre del Renacimiento cuando el Renacimiento ni asomaba en el calendario cultural de la época. Este fraile dominico nacido en Berlanga de Duero (Soria, 830 habitantes en la actualidad) fue destinado al nuevo continente y allí acabó siendo obispo de Panamá, además de un inquieto pensador. Con sus innovaciones en la huerta fomentó una gastronomía variada y acabó siendo considerado patrón de la dieta mediterránea, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2010 englobando a España, Italia, Grecia y Marruecos.

El legado gastronómico de Fray Tomás de Berlanga se cimenta en varias claves hoy escritas en piedra en las tablas de la alimentación saludable, que distinguen a los fogones mediterráneos de los bárbaros del norte, pero que entonces carecían de ese reconocimiento. El aceite de oliva, los abundantes alimentos vegetales con legumbres y verduras y frutas de temporada, el consumo regular de pan y cereales, la defensa de los productos frescos, la ingesta de lácteos y la reducción de las carnes rojas. Hoy son prácticamente obviedades, pero si han alcanzado este estatus es por el impulso del dominico, inspirado por sus estancias en América y sus estudios y trabajos hortofrutícolas, cuyas enseñanzas divulgó en sus congregaciones. El investigador Ignacio Jáuregi-Lobera, del Instituto de Ciencias de la Conducta de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ha estudiado la figura de este polivalente fraile en un artículo titulado Islas Galápagos, Teoría de la Evolución, Canal de Panamá y Dieta Mediterránea: Fray Tomás de Berlanga.

El análisis recuerda a Tomás Martínez, ¿o quizá Enríquez?, pues no está claro, y de segundo apellido Gómez. El soriano hoy es recordado en su pueblo, donde descansa eternamente, con una estatua a cuyos pies se encuentran un galápago y un caimán en recordatorio de sus exóticas aventuras. Otra evocación se encuentra en la colegiata de Santa María del Mercado de Berlanga de Duero, donde fue enterrado este prohombre, en forma de saurio: el conocido como lagarto de Berlanga, de unos cuatro metros de longitud. Cuenta la leyenda que, a su retorno desde América, el bueno de Tomás decidió traer consigo un caimán vivo para mostrarlo en Castilla y acreditar sus expediciones. Una vez murió la bestia, fue disecada y colgada en una de las paredes del templo para que nadie dudara de los viajes del clérigo.

La formación religiosa de este personaje histórico lo llevó de Berlanga a El Burgo de Osma, también en Soria, para luego saltar a un convento dominico en Salamanca y acabar enrolado en las tripulaciones hacia el Nuevo Mundo, donde ejerció de protector de los nativos. Tomás se echó a la mar en 1510 para ser al poco elegido prior del convento de los Dominicos de Santo Domingo. Luego lo nombraron viceprovincial de su orden en México y, al tiempo, el papa Clemente VII, con la mediación del emperador Carlos I, lo designó obispo de Panamá. Sus andanzas lo trasladaron a Lima, con pulsos con Francisco Pizarro, y en esos viajes fue elaborando precisas cartas de navegación sin conseguir evitar que el 10 de marzo de 1535 unas corrientes lo depositaran en el virgen archipiélago de las Galápagos. Justo 300 años después, Charles Darwin atracó en esas islas, se percató de la diferencia en los picos de aves de la misma especie y entendió que estas evolucionaban conforme a su entorno, la adaptación al medio. El fraile también se anticipó al posterior canal de Panamá (que empezó a adecuarse en 1903) al trazar una propuesta para unir el océano Atlántico con el Pacífico, o viceversa, al haber solo unos kilómetros entre ambos.

La faceta gastronómica del soriano se fue cultivando desde su traslado a América. Él llevó a Santo Domingo el actual plátano de Canarias, mucho más pequeño que la banana centroamericana, a la par que allí descubrió las beldades y sabores del tomate y fue el primer forastero que lo empezó a plantar masivamente para las capacidades de la época. Posteriormente, junto al perejil y la patata, trajo a su patria esas semillas y plantas de tomate tan valoradas hoy en Europa. Asimismo, introdujo en los territorios americanos conocimientos y técnicas europeas claves para optimizar la agricultura local. Estos intercambios de productos y saberes entre territorios y cómo se fueron arraigando en las culturas gastronómicas de cada uno de ellos, hicieron que se le considere padre o patrón de la famosa dieta mediterránea, que bebe de ambos mundos y nació en Soria.

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