Rita Lobo, cocinera: “La industria pauta lo que la gente entiende por alimentación saludable”
La brasileña crea desde hace 30 años recetas, libros, cursos de cocina práctica y accesible para que la gente cocine en casa y se alimente mejor mientras combate los ultraprocesados
Cocinera, emprendedora, creadora. La brasileña Rita Lobo (50 años, São Paulo) es muchas cosas a la vez, pero todas centradas en enseñar a sus compatriotas a cocinar en casa para alimentarse mejor. Una tarde reciente charla en su estudio de grabación para hablar sobre el menú de cocina práctica, recetas y trucos que elabora hace 25 años para cultivar el gusto por los fogones de diario. Ha construido un emporio en torno a la web Panelinha —nombre que, en portugués, remite a olla y pandilla de amigos— que atrae cinco millones de usuarios únicos al mes. Abarca libros, cursos, vídeos, YouTube, TikTok, hasta hace nada un programa en un canal de Globo… Predica a favor de la comida de verdad, contra los alimentos ultraprocesados.
Pregunta. ¿Chef o cocinera?
Respuesta. Cocinera. Llevo 30 años intentando convencer a todo el mundo de que aprenda a cocinar porque para mí fue una experiencia muy transformadora.
R. ¿Está de acuerdo en que la feijoada es el plato nacional de Brasil, el más democrático por ser de las pocas experiencias compartidas entre brasileños superricos y pobres?
R. Más bien el arroz con frijoles, lo que llamamos prato feito [plato hecho], que puede llevar carne o no. En cada lugar de Brasil se prepara de una manera y con un frijol distinto, frijol carioca en São Paulo, negro en Río…
P. Un plato que une a un país continental.
R. Se come a diario, de norte a sur, de este a oeste, en todas las edades y clases sociales.
P. ¿Cómo saltó Brasil en tan poco tiempo del hambre a la obesidad?
R. En los noventa, salimos de un tipo de desnutrición para entrar en otro, la obesidad. ¿Por qué? Porque dejamos de cocinar, porque avanza un sistema alimentario que privilegia los alimentos ultraprocesados en detrimento de cocinar, que demanda conocimiento, tiempo y dinero. Nos dicen: ‘No hace falta cocinar, mezclar ese polvillo con agua es más importante que el arroz con frijoles…’. Mire qué curioso, el consumo de ultraprocesados aumenta más en la clase media alta y en la juventud de las grandes ciudades que entre los pobres. Ahora, el sobrepeso y la obesidad son un problema de salud pública.
P. ¿Cómo reconocer los ultraprocesados?
R. Es fácil. Son productos alimenticios que tienen en la lista de ingredientes cosas que no tienes en la cocina de casa. Aditivos químicos con nombres que suenan como si vinieran de un laboratorio, no de la cocina. Son conservantes, aromatizantes y saborizantes sintéticos, emulsionantes, estabilizantes…
P. En los 25 años de Panelinha, ¿qué cambios relevantes ha visto?
R. Muchos. He observado en primera fila cómo esa industria pauta lo que la gente entiende por alimentación saludable. Las modas nutricionales: diet, light, sin gluten, sin lactosa… Lo fundamental es comer comida de verdad. Y eso requiere aprender a cocinar, reparto de tareas en las familias y seguir más o menos una dieta regional. Ya entiendo que es un mensaje poco atractivo. ‘El problema es el gluten, ¡elimínalo!’ puede sonar más guay, pero no es verdad ni sostenible. Otro cambio es que las mujeres rondan el 70% de mi audiencia; al principio eran el 90%. Es genial que haya más hombres cocinando. También hay más jóvenes de 20, 30 años.
P. ¿Comida de verdad es comer como nuestras abuelas?
R. Eso. Cuando empecé a oír comida de verdad, me sonaba extraño. Pero empieza a tener mucho sentido cuando surge el término ultraprocesado [acuñado por el científico brasileño Carlos Monteiro, con el que colabora], un tipo de alimento que ha sido procesado tantas veces y al que se le han añadido tantos químicos que el cuerpo ya no lo entiende como alimento.
P. ¿El mundo sería diferente si en los colegios enseñaran a cocinar?
R. Totalmente. Dicen que la alimentación es un tema complejo, pero las soluciones están en tu cocina. Si una persona no sabe cocinar, ya está en desventaja. Cocinar te da autonomía para decidir mejor, para llevar una alimentación saludable sin depender de nadie ni ser una carga.
P. Acaba de dejar la televisión, ¿y ahora?
R. Cierro un ciclo. Estoy muy feliz. Adoro los retos. Extrañaba tener más tiempo para pensar en cosas nuevas. Es hora de mirar a las nuevas tecnologías, a la inteligencia artificial, al aprendizaje automático y ver cómo puede ayudar a quien quiere cocinar en casa.